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Libia confirma la pena de muerte para las enfermeras búlgaras acusadas de propagar el sida

El Consejo Judicial Superior estudiará el caso en última instancia el próximo 16 de julio

El Tribunal Supremo de Libia ha confirmado hoy, definitivamente, las penas de muerte para las cinco enfermeras búlgaras y el médico palestino considerados culpables de contagiar el virus del sida a 438 niños de la ciudad de Bengasi, en 1998. Como última instancia, los acusados recurrirán al Consejo Judicial Superior de Libia, un órgano político que podría confirmar, revocar o conmutar las penas.

El Consejo Judicial Superior se reunirá el próximo 16 de julio para estudiar el caso. Si el organismo aprueba conmutar la condena de muerte por penas de cárcel, podría entonces aplicarse el convenio jurídico vigente entre Bulgaria y Libia. De tal modo que las enfermeras y el médico palestino, al que recientemente fue concedida la ciudadanía búlgara, cumplirían prisión en el país balcánico.

Los condenados deberán además indemnizar a las familias de los menores contagiados, de los que 56 han fallecido. La Fundación Gadafi, que dirige el hijo del presiente libio, ha negociado la compensación con la Unión Europea, pero el alto tribunal no ha hecho referencia alguna a esas reparaciones, que traducirían la intención del país africano de ofrecer una solución positiva al caso.

El Supremo libio es la última instancia judicial a la que podían apelar las enfermeras búlgaras, encarcelas en Libia desde 1998, cuando se las imputó el delito de contaminar de forma intencionada a los menores. Los sanitarios han defendido siempre que el virus estaba presente en el hospital antes de incorporarse a su cuerpo médico.

El juicio de apelación comenzó el pasado 20 de junio, cuando el fiscal libio volvió a pedir la confirmación de las penas capitales. Sentenciados a muerte dos veces, en 2004 y en 2006 tras una apelación al tribunal, Kristiana Valcheva, Nasya Nenova, Valentina Siropulo, Valya Chervenyashka y Snezhana Dimitrova, y el doctor Ashraf Al Hazouz han denunciado haber visto obligados a confesarse culpables, tras sufrir tortura.

Un virus preexistente

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Luc Montaigner, descubridor del virus del sida, visitó el lugar de los hechos en septiembre de 2003 para confirmar que la epidemia se desencadenó antes de la llegada de las enfermeras y que probablemente se debió a la falta de higiene en el hospital. Otra prueba aportada es que la mitad de los niños también fueron infectados por el virus de la hepatitis B o C. Este dato, según los investigadores, corrobora la versión que apunta a la falta de salubridad del centro.

El caso fue analizado por expertos internacionales cuyo análisis confirma la versión de las enfermeras, que ha ratificado Montaigner. En un estudio publicado el pasado año en la revista científica Nature, los especialistas aseguraban que la cepa del virus estaba presente en el centro hospitalario desde principios de los años 90.

Los nuevos resultados del estudio indicaron que el virus procedía de África occidental, y llegó a Libia con los numerosos trabajadores inmigrantes de aquella zona, explica Tulio de Oliveira, de la Universidad de Oxford, uno de los autores del trabajo. Los análisis filogenéticos del virus del sida se han utilizado en numerosos juicios en todo el mundo, explica Thomas Leitner, quien ha comparecido como experto en 30 casos en los últimos 15 años y que cree que el nuevo estudio es concluyente.

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