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Litvinenko, polonio-210 y la sombra de Putin

Las más variopintas teorías conspirativas intentan explicar el asesinato en Londres del ex agente ruso

Alexander Litvinenko, durante su ingreso en un hospital de Londres.
Alexander Litvinenko, durante su ingreso en un hospital de Londres.EFE

El asesinato en Londres en noviembre de 2006 del ex agente ruso Alexander Litvinenko es tratado con mayor o menor detalle por varias decenas de cables del Departamento de Estado. La diplomacia estadounidense se interesó de inmediato por un caso que sacudió al mundo y que desató una catarata de especulaciones no solo sobre la autoría del crimen sino sobre sus verdaderos objetivos. Los cables secretos o confidenciales que Washington recibió sobre todo desde Moscú y desde Londres, pero también desde Madrid, Oslo, París, Tblisi, Bratislava, Tokyo o Hamburgo, constituyen un detallado relato sobre las circunstancias concretas del caso pero también sobre sus posibles consecuencias en Rusia y en las relaciones entre Rusia y el Reino Unido y, por extensión, con el conjunto de la Unión Europea.

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La Embajada estadounidense en Moscú reunió un extenso catálogo de teorías conspirativas de lo más variopintas. El actual primer ministro y entonces presidente ruso, Vladímir Putin, centra muchas de esas teorías, que parten del tronco común de debilitar su imagen ante Occidente pero con objetivos distintos: unas teorías dicen que el objetivo final era forzar a Putin a -o legitimarle para- que se desentendiera de su compromiso de renunciar a un tercer mandato presidencial y, otras, que ese debilitamiento le impediría descabalgar de la carrera de la sucesión al candidato preferido por sectores más liberales.

Un cable secreto de la Embajada de Washington en Moscú que EL PAÍS prefiere no identificar en público para no comprometer a las personas mencionadas en él, da cuenta de un gran número de estas teorías conspirativas recopiladas por diplomáticos estadounidenses en conversaciones directas con personajes de la vida académica y mediática de Rusia. La conclusión final, sin embargo, no arroja demasiada luz sobre la muerte de Litvinenko y el de la periodista Anna Politkovskaya, que muchos vinculan entre sí.

"Todas las versiones putativas que se pueden leer arriba sobre los acontecimientos tienen el problema de la falta de pruebas y de la existencia de otros motivos para los asesinatos o de otros potenciales autores. Cualquiera que sea la verdad al final -y quizás nunca la sepamos- la tendencia a asumir de forma casi automática que alguien del círculo de Putin o próximo al círculo es el autor de esas muertes dice mucho sobre lo que se espera del comportamiento del Kremlin en el momento en que se intensifica la batalla sobre la sucesión", concluye el cable en relación a las elecciones presidenciales que en marzo de 2008 sancionarían la marcha de Putin como presidente.

Alexander Litvinenko trabajó primero para el antiguo KGB soviético y luego para su sucesor ruso, el FSB, hasta que acabó huyendo del país y logrando asilo en Londres después de denunciar públicamente la corrupción reinante en los servicios secretos rusos. Desde su exilio londinense, Litvinenko, que mantenía que algunos de los atentados de terroristas chechenos en Moscú y otras ciudades rusas habían sido en realidad obra de los servicios secretos rusos para legitimar la segunda guerra de Chechenia, centró en Vladímir Putin los problemas de corrupción que denunciaba. Sasha, como le conocían sus allegados, murió el 23 de noviembre de 2006 tras varias semanas de agonía, víctima de un envenenamiento que los médicos no conseguían explicar y menos aún detener. Coincidiendo casi con su muerte y con la ayuda de científicos militares británicos y de Estados Unidos, descubrieron que el ex agente había sido envenenado con el isótopo radiactivo polonio-210.

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El aludido cable de la legación de Estados Unidos señala que su muerte "ha desatado un revoltijo de teorías conspirativas en Rusia". Teorías que atribuyen el asesinato "al oligarca exiliado Boris Berezovsky, a un suicidio, al Kremlin de Putin, al propio Putin, a aquellos empeñados en socavar a Putin, a agentes del FSB descontentos con la supuesta traición de Litvinenko a su organización, a aquellos descontentos con la cooperación de Litvinenko con el hombre de negocios radicado en Israel Nevzlin en el caso Yukos, y a los Estados Unidos u 'otros' países".

Un influyente periodista radiofónico "vincula, como muchos aquí, las muertes de Litvinenko y de la periodista Anna Politkovskaya". "Su explicación es que ambos asesinatos, y otros que podrían llegar, forman parte de un intento de forzar a Putin a seguir en el cargo más allá de 2008 al convertirle en una persona no grata en Occidente", lo que le obligaría a incumplir su compromiso de renunciar a un tercer mandato presidencial. Ese informante "atribuyó los dos asesinatos a elementos incontrolados o retirados del FSB a agentes de la inteligencia militar controlados por fuerzas desde dentro o desde fuera del Kremlin". A su juicio, "Putin está al corriente de que se está jugando ese juego pero no tiene poder para pararlo; en parte porque no está seguro de a quién hacer responsable". Ese informante "no excluye la posibilidad de que el culpable del envenenamiento de Litvinenko pueda haber sido el ex agente del FSB reconvertido en hombre de negocios Andrey Lugovoy".

La fiscalía de la corona británica acabó concluyendo que efectivamente Lugovoy es la persona que envenenó al ex agente vertiendo el polonio-210 en su taza de te cuando ambos se vieron en el Hotel Millenium de Grosvenor Square, situado por cierto muy cerca de la Embajada de Estados Unidos en Londres.

Un analista político del Instituto Estratégico nacional, en Moscú, también vinculó los asesinatos de Politkovskaya y Litvinenko a "la batalla por la sucesión", pero de una forma completamente distinta. Su tesis es que los asesinatos estarían vinculados a "liberales" del Kremlin como Alexander Voloshin, Roman Abramovich o Dmitri Medvédev "para poner a Putin en evidencia ante Occidente y forzarle a sacrificar a alguien de su círculo para así salvar su reputación". El hombre a sacrificar sería el número dos de la administración presidencial y líder del llamado "siloviki", Igor Schin. El objetivo final de esta sofisticadísima teoría conspirativa sería que al debilitar a Putin ante Occidente y obligarle a sacrificar al "siloviki" no tendría entonces ya margen de maniobra para impedir que el viceprimer ministro Medvédev, sobre cuya candidatura a presidente Putin tendría muchas dudas, fuera descabalgado de la carrera presidencial.

Esa tesis carece de sentido para otro analista, perteneciente al Instituto sobre los Problemas de la Globalización, entrevistado también por diplomáticos estadounidenses en Moscú. Este analista cree que ni Abramovich ni Berezovsky pueden estar implicados "porque los dos tienen residencia en Inglaterra y no quieren tener problemas con las autoridades allí" y, además, "no tienen conexiones para conseguir de forma confidencial el polonio-210 que se dice que ha sido utilizado en el asesinato". A su juicio, "el polonio señala a Moscú". Y cree que el objetivo de los asesinatos el 18 de noviembre de 2006 de Movdali Baysarov (un militar crítico) y unas semanas antes los de Politkovskaya y Litvinenko, están vinculados y "tienen como objetivo crear una atmósfera de caos deseada por el 'siloviki', que querría que Putin siguiera en el cargo".

Un experto del Centro Carnegie de Moscú alerta a los diplomáticos estadounidenses contra las teorías conspirativas y los esfuerzos por forzar a Putin a seguir en el poder. "Si fuera así sería una estrategia corta de miras porque Putin buscaría venganza si se sintiera obligado a quedarse por unas circunstancias que él no ha creado", opina. A su juicio, la conclusión que sí se puede sacar es que "Rusia, quizás debido a la inminente sucesión de 2008, ha entrado de nuevo en un periodo en el que los problemas se resuelven por la fuerza" y que otros factores que influyen en ese recurso a la violencia "pueden ser la corrupción, la incapacidad de las instituciones para resolver los problemas de los rusos, y la sensación, al menos en el Kremlin, de que Putin ya no controla totalmente la situación y su poder se está desvaneciendo a medida que se acerca el final de su mandato".

El origen y objetivo del asesinato de Litvinenko tiene consecuencias más allá de Rusia y es objeto constante de especulación en el seno de la diplomacia mundial. En un cable clasificado como "secreto" por la Embajada de Estados Unidos en París en diciembre de 2006 y consagrado a analizar el momento de las relaciones entre Francia y Rusia, el diplomático estadounidense Dan Fried explica la posición de Maurice Gourdault-Montagne (MGM), asesor diplomático del entonces presidente francés, Jacques Chirac. "En contraste con el director político francés Araud, [MGM] mostró reticencias a ver la mano del Kremlin en el envenenamiento de Litvinenko, prefiriendo atribuirlo a elementos incontrolados", escribe la diplomacia estadounidense.

Más adelante, el cable señala: "Fried comentó que la tendencia a corto plazo en Rusia era negativa, subrayando los crecientes indicios de que la investigación en Reino Unido en torno al asesinato de Litvinenko puede probablemente acabar apuntando a algún tipo de implicación de Rusia. MGM enfatizó la declaración de Chirac alentando a los rusos a cooperar en la investigación. Se preguntó en voz alta sobre quién podía haber dado la orden, pero especuló con que el asesinato probablemente era un ajuste de cuentas entre servicios más que haber ocurrido bajo órdenes directas del Kremlin. Fried, observando el cuidado de Putin por el detalle, puso en cuestión que elementos incontrolados pudieran operar, nada menos que en Reino Unido, sin el conocimiento de Putin. Describiendo la actual atmósfera como extraña, describió a los rusos como cada vez más seguros de si mismos, bordeando la arrogancia".

El caso Litvinenko aparece también en un cable confidencial de la Legación de Washington en Moscú con el relato que el embajador alemán, Walter Schmidt, le hace a los diplomáticos estadounidenses sobre un reciente viaje a Moscú del ministro alemán de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, en el que se vio con Putin. "Centrándose en la imagen de Rusia en Occidente, Putin lamentó a Steinmeier la mala prensa que ha tenido Moscú tras los asesinatos de Politkovskaya y Litvinenko y el fracaso de Sajalin II [un proyecto petrolero y gasista], pero observó que eso no es nada nuevo: ya ocurrió con la cobertura de la prensa occidental durante la guerra de Chechenia. En opinión de Putin, había 'fuerzas' que no querían ver mejoras en Rusia respecto a Europa. Ambos asesinatos han sido trágicos, pero tenían que ser investigados y los responsables llevados ante la justicia. Putin se declaró satisfecho por la cooperación entre Rusia y la justicia británica", se puede leer en el cable.

Las especulaciones en torno al caso viajan con facilidad en la aldea diplomática global. En Tokyo, el encargado de negocios de la Embajada estadounidense comentó el asunto en enero de 2007 con el director de la división de Rusia del Ministerio de Exteriores de Japón, Kuninori Matsuda. Analizando la decisión de Putin de no presentarse a la reelección, sostenía que esa decisión "ha impulsado a algunos de los seguidores del presidente a crear una crisis provocando problemas políticos (incluyendo quizás, especuló, el asesinato de Litvinenko en Londres)", y el japonés aseguró que algunos de esos seguidores de Putin buscaban así que este promulgara un cambio en la Constitución rusa para poder ser reelegido.

No sólo las especulaciones viajan con rapidez. También lo hace el humor negro, como refleja un cable confidencial de la Embajada de Washington en Bratislava, también de enero de 2007. Analizando con diplomáticos estadounidenses el estado de las relaciones entre Eslovaquia y Rusia, el ministro eslovaco de Economía, Lubomir Jahnatek, admitía que no había habido progresos en ciertas negociaciones y atribuyó el estancamiento, entre otras razones, a la actitud de Eduard Rebgun, administrador de Yukos Oil, la petrolera embargada por el Gobierno ruso a Mijail Jodorhovsky. "Jahnatek afirmó que Rebgun estaba jugando un juego peligroso y que al final le podrían pasar una de tres cosas: puede presentarse con su verdadera posición negociadora, puede ser despedido, o puede 'comer sushi', en referencia aparentemente a la muerte de Litvinenko en Londres", escriben los diplomáticos estadounidenses.

Los despachos del Departamento de Estado hacen también un detenido seguimiento del deterioro de las relaciones entre rusos y británicos desde el momento en que los primeros, alegando que la Constitución rusa lo prohíbe, se niegan a extraditar a Andrey Lugovoy, principal sospechoso del asesinato de Litvinenko. Un despacho confidencial de la Embajada en Moscú analizaba extensamente en mayo de 2007 la reacción de Rusia a las acusaciones por el caso Litvinenko y las tensiones que podía generar en el interior mismo de la Unión Europea. El cable señala que Reino Unido "podría reevaluar su apoyo a un nuevo acuerdo de Asociación y Cooperación Unión Europea-Rusia". Y añade: "Las misiones alemana y francesa nos han expresado sus dudas acerca de ese enfoque, haciendo notar que hay restricciones constitucionales similares en algunos países de la UE acerca de la extradición de nacionales". El cable subraya también que según sus contactos rusos "la opinión pública de Rusia es mayoritariamente indiferente a todo el asunto" y que "tiene tendencia a creer que las acusaciones contra Lugovoy son una vez más una provocación occidental".

Otro cable, de septiembre de 2007, relata el golpe de efecto que da el "voluble" político ruso Vladímir Zhirinovsky al fichar a Lugovoy como número dos en las listas de su partido, el LDPR, en las elecciones parlamentarias. Mientras algunos contactos de la embajada creen que se trata de una maniobra del Kremlin para proteger a Lugovoy al facilitar su entrada en la Duma, otros creen que es una idea de Zhirinovsky para mejorar las magras expectativas de su partido. El cable no se pronuncia. Por un lado, parece dar más crédito a la primera al relatar los apuros de Lugovoy en su primera rueda de prensa como candidato: "Lugovoy pareció completamente sorprendido cuando le preguntaron por sus planes en el caso de que ganara un escaño en la Duma y dijo algo sobre trabajar para ayudar al Gobierno y al pueblo de Rusia. (Zirinovsky le interrumpió para decir que la experiencia militar y como hombre de negocios de Lugovoy le convierten en un excelente candidato para los comités de Defensa y de Seguridad de la Duma, particularmente en lo que se refiere a seguridad económica)".

Pero el cable parece descartar que se tratara de una maniobra del Kremlin al concluir: "Es extraño que el Kremlin, al que presumiblemente le gustaría que acabe cuanto antes el furor sobre el caso Litvinenko, mantenga la cuestión en primer plano aprobando la entrada de Lugovoy en la política de Rusia".

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