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Tribuna
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Llamar la atención

Incluso si se demuestra que el lanzamiento que efectuó ayer Corea del Norte es de un satélite de comunicaciones (y con independencia de que éste haya logrado o no ponerse en órbita), muchos expertos consideran que se trata, en realidad, de una prueba encubierta de un misil de largo alcance. De hecho, la técnica de los dos procedimientos es muy similar.

El lanzamiento, para empezar, es una mala noticia, puesto que fortalece al régimen de Kim Jong-il y porque podría conllevar proliferación de tecnología de misiles y sus componentes. Pakistán, Irán y Siria han sido clientes de Pyongyang. Además, se puede decir que contraviene, al menos en su espíritu, dos resoluciones de Naciones Unidas (1.695 y 1.718), adoptadas tras las pruebas de misiles y nuclear en 2006. Y no hay que descartar que, al tratarse de una clara provocación, pueda dificultar la reanudación de las conversaciones a seis bandas, paralizadas desde el año pasado, y esenciales para la desnuclearización de Corea del Norte.

Más información
Indignación contra Corea del Norte por lanzar un misil de largo alcance

¿Por qué un país empobrecido, con serias hambrunas, se permite hacer un costoso lanzamiento como éste? Pese a que su comportamiento es a veces impredecible, hay varias razones posibles: llamar la atención de la nueva Administración estadounidense; reforzar la autoridad de Kim Jong-il, quien sufrió un infarto en 2008; responder al Gobierno conservador de Corea del Sur, que ha eliminado la ayuda incondicional; obtener concesiones en el diálogo a seis bandas, cuyos acuerdos Pyongyang considera incumplidos por EE UU; y, lo que es más grave, mejorar el escaparate para posibles compradores militares, al haber demostrado tener capacidad de lanzamiento de cohetes de largo alcance. La prueba en 2006 del misil Taepodong-2 falló, puesto que éste explotó tras apenas 40 segundos en el aire, y en este caso el cohete ha caído en el Pacífico, bastante al este de Japón.

¿Qué puede pasar a partir de ahora? A corto plazo, podría haber nuevas sanciones multilaterales o, si hay vetos en el Consejo de Seguridad, simplemente una mejor aplicación de las existentes. También más sanciones unilaterales, especialmente de Tokio. Entre las implicaciones a medio plazo podría estar un fortalecimiento militar de Japón, quien ha hecho estos días un aparatoso despliegue de barcos y sistemas antimisiles. También cabe esperar un reforzamiento de la PSI (Proliferation Security Initiative), que consiste básicamente en permitir la inspección de barcos sospechosos de comerciar con armas de destrucción masiva.

Lo que no debería provocar el lanzamiento de Corea del Norte es la paralización o marcha atrás de las conversaciones a seis bandas, que son el asunto realmente importante en lo que atañe a ese país. Ése es el gran desafío de la Administración Obama, que no puede responder a la provocación de Pyongyang como hacía su predecesora, con alharacas y sin resultados. Tiene razón el embajador especial para Corea del Norte, Stephen W. Bosworth: para lograr la desnuclearización son precisas "paciencia y perseverancia".

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Pablo Bustelo es investigador principal (Asia-Pacífico) en el Real Instituto Elcano.

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