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Lula envía fuerzas especiales de policía para frenar la violencia en Río de Janeiro

Los agentes intentarán atajar el estallido de violencia y el tráfico de droga en las favelas

Juan Arias

Las fuerzas especiales de Seguridad Pública primero, y el Ejército después, actuarán en Río de Janeiro para intentar contener la ola de violencia que desde hace 15 años sacude la ciudad. Los narcotraficantes actúan impunemente dentro de las favelas y en los últimos tiempos compinchados con los presos de las cárceles de máxima seguridad, donde se ha formado desde hace años el tristemente célebre Comando Vermelho (CV), una organización criminal parecida al Primer Comando de la Capital (PCC), que actúa en los presidios de São Paulo.

La Fuerza de Seguridad Nacional es un cuerpo integrado por casi 8.000 policías especialmente entrenados, procedentes de varios Estados del país. Son especialistas en la obtención de información y en operaciones a gran escala. Ayer aún no estaba claro cuántos de estos policías acabarán asignados a la ciudad carioca.

Los anteriores gobernadores del Estado de Río de Janeiro, Anthony Garotinho y su esposa y sucesora en el cargo, Rosinha Garotinho, se opusieron al uso de esta fuerza porque no querían dar la impresión de que Río era incapaz de luchar por sí misma contra el crimen organizado y porque son opositores del Gobierno del presidente Lula, a quien no querían pedirle ayuda.

El nuevo gobernador, en cambio, el joven Sergio Cabral, es hombre de Lula, aunque no de su partido, y ha creado un equipo para los temas de seguridad. Ha prometido que combatirá la violencia en el Estado y en su capital, ciudad magnética para el turismo. Ayer mismo, un autobús de turistas alemanes fue asaltado en el camino del aeropuerto a la ciudad. Les robaron todo. Estos hechos se repiten con demasiada frecuencia.

Por el momento, el plan de Cabral es que las fuerzas especiales de Seguridad controlen la entrada de droga, sobre todo por tierra y mar. También se reforzará la vigilancia en los principales accesos y arterias de la ciudad. En una segunda fase, Cabral quiere que el Ejército refuerce los controles de los cuarteles, que suelen ser asaltados por los narcos para robar armas y municiones. Si fuera preciso, el gobernador Cabral también pondría al Ejército a patrullar las zonas más conflictivas de la ciudad para combatir un mal que Lula ha dicho que no es sólo crimen organizado, sino auténtico "terrorismo".

Los enfrentamientos entre narcotraficantes por el negocio se han extendido de las favelas a la ciudad. Hasta hace muy poco, las personas solían ir a las favelas para comprar droga, pero la violencia de esos poblados de chabolas ha desanimado a los consumidores. Por eso ahora los traficantes recurren a jóvenes de clase media que venden la droga dentro de la ciudad.

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La necesidad de frenar la violencia en Río es apremiante porque en mayo la ciudad albergará los Juegos Panamericanos.

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