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Reportaje:

Lula, por fin, en una favela

Por primera vez desde que llegó a la presidencia de Brasil, el mandatario visitará una de las barriadas pobres y conflictivas que rodean Río de Janeiro

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, subirá el viernes, por primera vez desde que fue elegido presidente en 2002, a una favela.

Será en Río de Janeiro. Y la favela elegida para la visita presidencial será el conjunto formado por las barriadas Pavão Pavãozinho y Cantagalo, ubicado entre los barrios más nobles y ricos de la ciudad, los de Leblón e Ipanema.

La favela mencionada es una de las más conflictivas y violentas de las 630 que rodean a Río, casi todas en zonas altas.

Hace sólo una semana tuvo lugar allí una operación policial con intensos tiroteos para intentar detener al asesino del turista italiano Giorgio Morasse.

En las horas previas al viaje de Lula, la favela será rastreada palmo a palmo por el Ejército, encargado de garantizar la seguridad del presidente y de su séquito. Motivos no faltan: es una favela muy compleja, considerada un punto estratégico para las mayores bandas del narcotráfico.

De ella salieron los grupos de traficantes de droga que en varias ocasiones han invadido la favela de Rocinha, una de las más pobladas y famosas de Río. En 2002, un traficante de Pavão Pavãozinho aterrorizó al barrio de Copacabana desparramando por las calles trozos de un cuerpo humano.

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Sin embargo, Lula sube a la favela con una buena baza en las manos: la que visitará recibirá 35 millones de reales (unos 12,8 millones de euros) para la construcción de un elevador que unirá a las dos barriadas que la componen y que permitirá la integración de las favelas en la ciudad, como parte de un ambicioso y millonario programa puesto en marcha por su Gobierno para la recuperación de favelas.

Exultante ante la gira de Lula, el vicepresidente de la federación de Asociaciones de las Favelas del Estado de Río, José Nerso, explicaba ayer al diario O Globo: "La seguridad del presidente en la favela seremos nosotros, sus moradores".

Generalmente los narcos imponen algunas condiciones para permitir la subida a una favela de una autoridad pública y de su séquito, como por ejemplo que los guardaespaldas vayan desarmados. Pero no parece probable que el presidente de la República vaya a aceptar limitaciones de ese estilo. Quizás por ello se ha dispuesto que sea el Ejército el encargado de su seguridad.

Los habitantes de las favelas de Río suelen ser escépticos con las buenas intenciones que formulan los políticos, casi siempre apellidadas con la frase "vamos a hacer" y que a menudo acaban en el pozo sin fondo de las promesas incumplidas.

Sin embargo, esta vez todo hace pensar que va en serio el proyecto de recuperación de las favelas puesto en marcha por Lula para lograr integrarlas en la ciudad como barrios normales y donde el Estado, con todas sus instituciones, pueda estar presente.

Sólo en el temido Complexo Alemão, el conjunto de favelas más violentas, que se encuentra en el camino hacia el aeropuerto internacional de la ciudad, el Estado va a gastar 495 millones de reales (181,8 millones de euros), que serán empleados en la construccion de un teleférico con seis estaciones conectadas a la línea ferroviaria.

El proyecto incluye también la urbanización de las calles principales, centros sanitarios, escuelas técnicas, bibliotecas públicas y centros culturales y deportivos.

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