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Los cardenales Casaroli y Benelli critican implícitamente al arzobispo Marcinkus

Juan Arias

Después de un fugo silencio, dos de los más importantes prelados de la Iglesia han aceptado, por primera vez, abordar el caso del arzobispo Paul Marcinkus en dos entrevistas publicadas casi simultáneamente. El cardenal Giovanni Benelli habla de imprudencias en el caso de las controvertidas relaciones entre Marcinkus y el banco Ambrosiano, mientras el secretario de Estado, Agostino Casaroli, deja en el aire un interrogante sobre un eventual relevo de Marcinkus al frente de las finanzas vaticanas.

La primera de las entrevistas es la del secretario de Estado, Casaroli, el personaje más importante de la Iglesia después del Papa. Ha causado gran impresión el hecho de que haya aceptado ser entrevistado por el semanario L'Expresso, que no se distingue precisamente por su afecto hacia el Vaticano. La revista coloca, a continuación de la entrevista, un artículo que es uno de los textos más duros que se han publicado contra Juan Pablo II, bajo el título "También el Papa está bajo acusación".La segunda entrevista es del arzobispo de Florencia, cardenal Giovanni Benelli, que fue el sustituto de la Secretaría de Estado con Pablo VI y el segundo que obtuvo más votos en el cónclave que eligió Papa a Karol Wojtyla. A diferencia de Casaroli, el cardenal Benelli concedió la entrevista a la revista católica del movimiento integrista Comunión y Liberación.

En ambas entrevistas hay que leer entre líneas, porque ambos han sopesado cada palabra.

El cardenal Benelli empieza haciendo un gran elogio del papa Wojtyla: "Le atacan", dice, "porque es un Papa muy incómodo para muchos". Pero a continuación acepta que en el asunto del arzobispo Marcinkus ha podido haber imprudencias, y también ingenuidad". No obstante, añade: "Sin embargo, pensar que la Iglesia esté envuelta en especulaciones, esto no; esto es falso". Acusa de forma indirecta a Marcinkus, que durante su permanencia en el Vaticano había sido, primero una creación suya, y después, uno de sus mayores adversarios. Dice Benelli: "Cuando al frente del IOR (el banco vaticano) estaba el cardenal Di Jorio, todos estaban tranquilos, porque era una persona de gran prudencia y que conocía las cosas. Si después de su muerte ha habido imprudencias, ha sido por incapacidad e inexperiencia".

El Papa no sabe nada

¿Y el Papa? El Papa, de estas cosas no sabe nada, dice Benelli, y añade: "Yo, en diez años que estuve en la Secretaría de Estado, jamás vi un balance, y eso que hacía lo posible por controlar todo...".Por su parte, el secretario de Estado, cardenal Casaroli, con gran fineza, da a entender que para Marcinkus es más importante su cargo de gobernador del pequeño Estado Vaticano que el de presidente del IOR. ¿Querrá decir que piensan quitarle el banco?. En lo que se refiere al delicado problema de las responsabilidades del Vaticano en el caso del banco Ambrosiano, el cardenal Casaroli, probablemente anticipando ya el resultado de la comisión de los tres expertos internacionales que están estudiando el problema, afirma: "Al parecer de los expertos, las famosas cartas del Patronato entran en una normal práctica bancaria". Y añade: "Creo que existen límites a los vínculos que muchos piensan que puedan derivar de aquellas cartas". Piensa también que, por lo que se refiere a la deuda de 1.200 millones de dólares, "en esta cifra entran también operaciones precedentes, a las cuales el Vaticano es extraño".

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Y, por último, una pregunta muy delicada sobre el arzobispo Marcinkus. Le pregunta L'Expresso si su poder, que le hace irremovible, no se debe "al hecho de que Marcinkus ha financiado los sindicatos polacos de Solidaridad".

Y la respuesta es muy importante, porque no sólo Casaroli no niega rotundamente esta posibilidad, como se podía esperar, sino que da a entender que podría ser cierta.

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