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Rebrota el separatismo de Kosovo con Milosevic cada vez más debilitado

Ramón Lobo

Con la paz de Bosnia-Herzegovina prendida con alfileres, las calles de Belgrado soliviantadas por el fraude electoral y el otro a todopoderoso presidente serbio, Slobodan Milosevic, sumido en un autismo político inexplicable, Kosovo -la provincia de mayoría albanesa situada al sur del país-, reaparece con fuerza. El asesinato, el jueves, del concejal Malik Schelloli, del gubernamental Partido Socialista de Serbia, tiroteado por unos desconocidos en Podujevo, cerca de Pristina, la capital, recuerda al régimen serbio y a la comunidad internacional la existencia de un grave problema sin resolver. La debilidad actual de Milosevic es una cerilla cerca del polvorín albanés.

"Los albaneses de Kosovo están tan perplejos como Milosevic admite una fuente diplomática occidental en Belgrado. "No saben si unirse a la oposición... Al fin y al cabo, piensan que los dirigentes de Zajedno (Unidos) son tan serbios como el presidente y que, por lo tanto, su situación no va a cambiar". Algunos analistas están convencidos de que la fragilidad del régimen poscomunista serbio puede servir de acicate a los nacionalistas albaneses; incitarles a "pisar el acelerador a fondo".La prensa serbia recuerda que en la primavera ya surgió un grupo armado, autodenominado Ejército de Liberación de Kosovo, que amenazó con matar a todos los representantes administrativos de lo que denominaron "ocupantes serbios (un 10% de la población de Kosovo)". En octubre pasado, varios atentados con bomba fueron adjudicados a este misterioso grupo, del que casi nada se sabe.

El líder de la Liga Democrática de Kosovo, Ibrahim Rugova, que el pasado septiembre pactó con Milosevic la solución del contencioso de la educación (los albaneses boicotearon las escuelas serbias desde 1989, optando por la educación paralela en casas), se ve ahora presionado por jóvenes líderes que pretenden una ruptura total con Serbia y la unión de Kosovo con la vecina Albania.

Para los serbios, Kosovo es sagrado. Allí perdieron, en 1389, la batalla que les dejó atrapados varios siglos en manos del imperio otomano. La defensa de Kosovo Po1je, lugar del trágico combate, es argumento suficiente para otra guerra. Kosovo, indirectamente, influyó en la ruptura de Yugoslavia en 1992 y en las guerras de Croacia (1992) y Bosnia-Herzegovina (1992-1994).

Las soluciones definitivas al problema enquistado de Kosovo son harto complejas. Los nacionalistas serbios más exaltados proponen partir la provincia en dos, separando a ambas comunidades. Sería una limpieza étnica de compás y cartabón. Los más inclinados al pacto proponen devolver a Kosovo el estatuto de autonomía que Milosevic le quitó en 1989 y equiparar este territorio a Serbia y Montenegro dentro de la Federación Yugoslava. Los más entusiastas de la idea incluso tienen un nombre para este peculiar producto: Balkania. Ninguna de las dos opciones satisface a Rugova.

Mientras, en las calles de Belgrado prosiguen las protestas por 53º día consecutivo. En la madrugada de ayer, la policía dejó solos a los estudiantes en la calle. Éstos pudieron manifestarse sin oposición, con gran algarabía. Lo mismo sucedió por la mañana. Ante el cambio de decorado, los estudiantes decidieron abandonar el frío glacial de la noche y trasladaron su vigilia al interior de las facultades de Filosofía y Matemáticas, donde están acampados de forma permanente. Por la tarde, a las tres, la policía antidisturbios impidió a la coalición Zajedno desfilar. "Tratan de dividirnos. Dando un tratamiento a los estudiantes y otro a la oposición, pero no es algo importante. Tenemos mucha paciencia, mucha, y todo el tiempo por delante", confiesa con un esbozo de sonrisa Aleksandra, una bella belgradense.

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