_
_
_
_
_
Tribuna:ANÁLISIS
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Irán, vísperas de sangre

La aceptación por Ruhollah Jomeini de la dimisión como su sucesor único del gran ayatolá Hussein Afi Montazeri, acaecida él lunes en Teherán, sitúa al régimen republicano iraní ante una peligrosa encrucijada.Montazeri, nacido en Najafabad, cerca de Ispahan, hace 66 años, apodado Gorbé (gato), de extracción social campesina, talante campechano y dañado por un parkinson progresivo, fue designado sucesor único de Jomeini por los 83 miembros de la Asamblea de Expertos en el mes de octubre de 1985.

Hasta entonces, su prestigio moral personal y su sinceridad de hombre ciertamente provinciano, pero de ideas políticas avanzadas en materia social, habían asegurado a Montazeri una imagen afable ante la base social del régimen, campesinado y subproletariado urbano.

Panislamista convencido, partidario del régimen del Velayate Faqui, el Liderazgo del Guía, Montazeri se distinguió durante la gestación de la revolución iraní por su carácter dialogante, su sinceridad pluralista y su vocación de consejo. Trabó amistades con liberales, comunistas y progresistas en la cárcel, donde pasó numerosos períodos y se forjó una personalidad política virada hacia la izquierda social, doctrinalmente hacia un islam de rostro humano, antiimperialista en la arena internacional y muy atento a la burguesía comercial autóctona iraní, amalgamada en torno al poderoso bazar.

Marcado por la desgracia personal desde que su hijo Mohamad, líder de los Guardianes de la Revolución, conocido como Ringo, resultara muerto con otros 72 dirigentes iraníes por la explosión de una bomba en la plaza teheraní de Bahrestán, en junio de 1981, su desgracia política ante Jomeini -a quien dijo admirar siempre-, comenzó en noviembre de 1986, cuando el hermano de su yerno, Mehdi Hashemi, fue detenido en Teherán.

El 'Irangate'

La detención, explicada oficialmente en términos de corrupción, ocultaba de: hecho la imputación que se le hacía de desvelar el escándalo Irangate, de envío de armas estadounidenses a Irán pactado por Raflanjani con el enviado de Ronald Reagan a Teherán, Robert McFarlane. Hashemi, enemigo acérrimo de Estados Unidos y partidario de terminar la guerra ceintra Irak, que ocupaba a la sazón la jefatura del departamento de Movimientos de Liberación de la Guardia Revolucionaria, se autocriticó ante las cámaras de la televisión iraní y reconoció :sus errores. Empero, ello no pudo conmutar su pena de muerte, ejecutada un año largo después.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Desde entonces, las horas políticas de Montazeri parecían contadas. Muchos de sus colaboradores, desde el jefe de su oficina política hasta su médico personal, se vieron arrastrados a la desgracia política o a los pelotones de ejecución, pese a lo cual Montazeri no se arredró ni dejó de criticar los aspectos más contestados del régimen, señaladamente las ejecuciones de opositores o los planes políticos de Hashemi Raflanjani, el poderoso hoyatoleslam presidente del Parlamento y jefe de las Fuerzas Armadas, encaminados a abrir Irán a la penetración del dinero Occidental y a la reconciliación diplomática y estratégica con Washington.

Se asegura que fue Montazeri en persona quien apoyó la truncada carrera hacia la jefatura de Gobierno de Teherán del ex ministro de Sanidad nacionalista Sami, asesinado recientemente de 18 puñaladas en su despacho teheraní.

La encrucijada en la que hoy se encuentra el régimen islámico reside en que la caída de Montazeri preludia la caída de su principal aliado, Mir Hussein Mussavi, el primer ministro que ha mantenido una línea constante de pugna política contra Rafísanjani. El cese fulminante el domingo pasado de Mohamed Lariyani, hombre de Mussavi y numero dos del Ministerio de Asuntos Exteriores, así como el de Mahallati, embajador ante Naciones Unidas, lo vaticinan de consuno.

Lo que más inquieta, empero, es la admonición que le formuló Jomeini a Montazeri el pasado lunes, en la carta en la que le agradecía y aceptaba su dimisión: "Le aconsejo que limpie su casa y mantenga apartados de ella a aquellos que se esconden bajo el islam para agredir nuestra república". Con el precedente de lo sucedido a su pariente Mehdi Hashemi, las palabras de Jomeini auguran sangre en el entorno del ayatolá Ol Ozma Hussein Ali Montazeri.

Muchos iraníes temen que sobre el futuro de Irán se proyecte la sombra de una conflagración a muerte en el seno del régimen., con el hoyatoleslam Hashemi Rafsanjani en el centro del escenario del poder.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_