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Reportaje:

Nanni Moretti 'for president'

El cineasta irrumpe en el desolado panorama de la izquierda de Italia con discursos en calles y plazas

La gente es capaz de echarse a la calle para escucharle, los periodistas le persiguen y los líderes del Olivo empiezan a temerle. A los 48 años de edad, el director de cine Nanni Moretti se ha convertido en lo más parecido al líder populista que la izquierda italiana añora desde hace tiempo. La metamorfosis de Moretti, un tipo tímido y reservado, que hasta ahora repartía su vida entre el cine y la familia, se ha producido en poco más de dos semanas. Y por más que el interesado insista en que no piensa lanzarse a la arena política, cada una de sus apariciones públicas congrega a miles de personas.

'¡Nanni, preséntate!', le pedía la gente que llenaba el domingo la plaza Cavour, en el centro de Roma. Varios miles de personas, reunidas en torno al edificio del Tribunal Supremo bajo el lema 'en defensa de la democracia' recordó el décimo aniversario del estallido de Tangentópoli, el escándalo de financiación ilegal a los partidos políticos destapado por un grupo de jueces, del movimiento Manos Limpias.

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Moretti no se lo plantea, al menos de momento, pero es obvio que disfruta con la nueva popularidad. Sus éxitos cinematográficos -el más importante, la Palma de Oro del Festival de Cannes de 2001 por su película La habitación del hijo- no han podido neutralizar la pasión política del director.

En Cannes, recogiendo aquel preciado trofeo, habló de las elecciones generales italianas que acababa de perder estrepitosamente la izquierda frente al centro derecha encabezado por el actual primer ministro, Silvio Berlusconi. 'No sé por qué Berlusconi le da las gracias a millones de italianos, bastaría con que se lo agradeciese a uno, a Fausto Bertinotti', dijo. Moretti se refería al líder del Partido de Refundación Comunista, que hizo la guerra por su cuenta, con un dramático coste de votos.

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La nueva faceta de Nanni Moretti como político de mítines y manifestaciones se inició el 2 de febrero, cuando el artista se subió de improviso a la tribuna de oradores al término de un mitin del Olivo y llamó a sus dirigentes incompetentes. 'Con estos líderes no ganaremos las elecciones ni en ésta ni en la siguiente generación', vino a decir. El ex alcalde de Roma Francesco Rutelli, líder de la coalición, criticó su conducta. 'No estoy de acuerdo con las actitudes destructivas', declaró.

Pero, lejos de corregirse, al día siguiente, Moretti, que detesta las entrevistas, volvió a la carga con una larga carta publicada por el diario La Repubblica en la que reprochaba de nuevo a los líderes de la coalición de izquierda una moderación mal entendida, a su juicio, que habría permitido al primer ministro, Silvio Berlusconi, reinar en solitario en la escena política. Criticaba al último Gobierno del Olivo por no haber aprobado una ley sobre el conflicto de intereses que hubiera impedido a il Cavaliere ser primer ministro nuevamente, y a los nuevos dirigentes, porque 'se limitan a estar al acecho de los errores de Berlusconi sin hacer nada por cuenta propia'.

La salida de Moretti fue calificada por Massimo D'Alema, presidente de los Demócratas de Izquierda como un típico 'gesto estalinista', mientras un político veterano y camaleónico como pocos, el ex presidente democristiano Francesco Cossiga, declaraba lacónicamente: 'A Moretti se le ha subido el éxito a la cabeza'.

Artistas e intelectuales de izquierda aplaudieron, en cambio, de forma casi unánime al director de cine, y lo que es más importante, un 74% de los votantes del Olivo se declaró de acuerdo. ¿Será Moretti el próximo candidato del centroizquierda? El director de Caro Diario dice que no, pero mientras deshoja la margarita se prepara ya para el siguiente asalto: una sentada ante la sede de la RAI, la televisión pública italiana, en vísperas de la llegada de la nueva cúpula directiva que elija el centro-derecha.

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