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Medvédev denuncia planes para agitar el Cáucaso

El presidente ruso vincula la oleada de asesinatos en la región al apoyo de "fuentes extranjeras"

Pilar Bonet

El presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, atribuyó ayer la escalada de violencia en el norte del Cáucaso a un intento desestabilizador con apoyo internacional. En síntesis ésa fue la explicación que el líder ruso dio a los periodistas que se interesaron por los asesinatos de defensores de derechos humanos en aquella zona de Rusia durante la conferencia de prensa en compañía de Angela Merkel en Sochi. La canciller alemana, invitada de Medvédev en su residencia oficial en la costa del mar Negro, había insistido antes en que los "autores de estos horribles asesinatos deben responder" de su crimen. "El presidente ruso me ha asegurado que así será", sentenció.

La jornada del jueves al viernes fue particularmente sangrienta en el Cáucaso ruso, sobre todo en la localidad de Buinak, en Daguestán, donde 11 personas fueron acribilladas (cuatro policías y siete mujeres que se encontraban en una sauna). A esto se añaden dos policías alcanzados ayer en pleno día por francotiradores en Majashkalá, la capital de Daguestán, otros cuatro policías más muertos en la región de Grozni (Chechenia) y varios miembros de organizaciones armadas, víctimas de enfrentamientos con los representantes del orden público tanto en Daguestán como en Chechenia. A este balance hay que sumar varios heridos y la desactivación de una carga explosiva en la línea férrea Rostov-Bakú, cerca de Majashkalá. Sobre este fondo, los defensores de derechos humanos arriesgan su vida. El 15 de julio, Natalia Estemírova, la representante de Memorial en Grozni, fue secuestrada y asesinada, y el 11 de agosto corrieron la misma suerte Zarema Saduláieva y Alik Dzhabraílov, responsables de una organización de rehabilitación infantil también en Chechenia.

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"Toda la serie de asesinatos políticos y atentados tiene como fin desestabilizar la situación en el Cáucaso", dijo Medvédev y puntualizó que se refería a la muerte de los defensores de derechos humanos y también al atentado contra el presidente de Ingushetia, Yunus-Bek Yevkúrov, que ha abandonado recientemente el hospital donde se ha recuperado del ataque sufrido el pasado junio. Según Medvédev, éstos y otros atentados muestran que las fuerzas insatisfechas con la política como la que practica Yevkúrov (normalización y diálogo) se "han hecho más activas y reciben apoyo también de fuentes extranjeras". "La búsqueda, procesamiento y castigo de los asesinos es la tarea más importante para todos los órganos del orden público", señaló el presidente, y añadió que esto supone un desafío también para los líderes de Chechenia. "El presidente de Chechenia debe hacer todo lo que de él depende para encontrar y desenmascarar a estos asesinos", dijo, refiriéndose a Ramzán Kadírov. Para las organizaciones independientes de derechos humanos, Kadírov es un sospechoso que debería ser investigado, pero Medvédev colocó ayer a esta figura fuera de sospecha y en las filas de los interesados en esclarecer los crímenes.

El asesinato a tiros de siete mujeres en la sauna de Buinak podría ser una expeditiva advertencia moral, según la interpretación de Nadira Isáieva, la directora de la publicación Chernobik de Majashkalá. Según Isáieva, la sauna encubría en realidad un establecimiento de "servicios íntimos" y una de las páginas web de los extremistas islámicos había advertido que el establecimiento en cuestión no respondía a la ley islámica. En noviembre de 2008, en los alrededores de Grozni, se encontraron los cadáveres de seis mujeres asesinadas. Entonces, los altos funcionarios del régimen de Kadírov, incluido el defensor de derechos humanos Nurdí Nuzhiev, expresaron más comprensión por los autores de los crímenes que compasión por sus víctimas, asumiendo que éstas eran personas de comportamiento ligero desde el punto de vista de una moral tradicional.

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Putin (izquierda), en la residencia de verano del presidente ruso, Medvédev.
Putin (izquierda), en la residencia de verano del presidente ruso, Medvédev.AFP

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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