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México teme que la reaparición del EPR favorezca al narcotráfico

El Gobierno mexicano está seriamente preocupado por la reaparición violenta de la aletargada organización guerrillera Ejército Popular Revolucionario (EPR), porque obliga a distraer efectivos policiales y de inteligencia que se dedicaban a la lucha contra el narcotráfico. La escalada terrorista tiene un ganador pasivo, el crimen organizado, sin que pueda hablarse de vínculos directos, dijo Eduardo Medina Mora, procurador (fiscal) general de la República en un almuerzo celebrado el lunes con un reducido grupo de corresponsales extranjeros.

"El EPR es una organización criminal que comete actos terroristas", dijo el fiscal en una larga evaluación de los peligros que entraña la vuelta a escena de la organización, que el 10 de septiembre colocó explosivos en otras tantas instalaciones de Petróleos Mexicanos (Pemex) en el Estado de Veracruz, que obligaron a evacuar a miles de personas y causaron pérdidas millonarias. En julio, el EPR ya había atacado objetivos similares en Querétaro y Guanajuato. En ningún caso hubo víctimas.

"Nuestro accionar político-militar no se detendrá hasta que sean presentados con vida y en libertad nuestros compañeros detenidos-desparecidos", amenazaron los eperristas tras colocar las bombas en Veracruz, al tiempo que denunciaron lo que califican de guerra sucia por parte del Gobierno de Felipe Calderón. Edmundo Reyes y Gabriel Alberto Cruz desaparecieron el 25 de mayo en Oaxaca, según denunciaron sus familiares.

Investigación exhaustiva

"No habrá guerra sucia", respondió el lunes el procurador, y aseguró haber ordenado "una investigación exhaustiva" en todas las dependencias estatales, tras la cual ha llegado a la conclusión de que "no hay ninguna autoridad de México que tenga detenidas a estas personas". Medina Mora recordó que "estas personas estaban en la clandestinidad", y sugirió varias hipótesis sobre el paradero de los desaparecidos: desde una purga interna en el EPR hasta una estrategia calculada para justificar una escalada de acciones violentas.

La capacidad de fuego del grupo guerrillero que surgió hace una década en Guerrero y Oaxaca se reduce a un centenar de elementos operativos con un arsenal rudimentario de armas y explosivos suficientes para hacer saltar por los aires un oleoducto y provocar el pánico. Los artefactos utilizados en los atentados de julio y septiembre consisten en un extintor relleno de un explosivo a base de potasio y aluminio, más un explosivo plástico, un detonador, un potenciador, un reloj digital y un circuito. Todo muy casero, pero con suficiente capacidad destructiva. "Es una tecnología de la II Guerra Mundial", dijo el procurador.

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Fuentes gubernamentales no descartan que la reaparición del EPR busque aprovechar la base social de descontento desde la polémica elección presidencial de 2006, en la que el candidato de izquierda Andrés Manuel López Obrador fue derrotado por un estrecho margen, en medio de acusaciones de fraude.

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