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Entrevista:MOHAMED A. MOHAMED, primer ministro de Somalia

"Necesitamos ayuda. Somos la primera línea defensiva contra Al Qaeda"

El agujero negro del mundo se llama Somalia. Desde hace 20 años el cuerno de África es tierra de nadie, un Estado fallido donde solo triunfan los peores instintos de la humanidad: guerras tribales, terrorismo, piratería, fundamentalismo islámico, trafico de armas, de drogas, de residuos radiactivos, de personas. Un bucle de espantos que parece irreparable y quizá lo sea. Aunque se diría que no todo es culpa de los somalíes. El 60% de sus ocho millones de habitantes son pastores nómadas o seminómadas. Otro 25% son granjeros. En los últimos 20 años, sus gentes de pieles fastuosas se han visto envueltas en una carnicería sin fin. Entre 600.000 y 800.000 personas han sido asesinadas, más de un millón han huido al exilio, y 1,5 millones han debido desplazarse de sus casas escapando de la violencia y las enfermedades.

"La muerte de Bin Laden va a radicalizar más a los extremistas de Al Qaeda"
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Somalia, dividida y sin Estado

Las quince conferencias de paz celebradas en dos décadas han contribuido poco a cambiar las cosas. Pero desde diciembre pasado, Somalia tiene algo muy parecido a un Gobierno. De transición, pero serio, laico y transparente. Lo conduce el primer ministro, Mohamed Abdullahy Mohamed, que fue diplomático del Gobierno de Siad Barre, hasta el hundimiento de 1991, y luego refugiado y profesor universitario en Buffalo (Nueva York).

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Contraofensiva contra Al Qaeda

Mohamed ha puesto en marcha la reconstrucción del país y la contraofensiva contra las milicias de Al Shabab, el brazo armado somalí de Al Qaeda, que dominaba entonces el 75% del país con forma de pájaro. En cuatro meses, con la ayuda de los 8.000 soldados del Gobierno y de las tropas de Burundi (3.000) y Uganda (2.000) enviadas por la Unión Africana (UA), el Gobierno ha conseguido ganar terreno a las milicias de Al Qaeda, controla el 70% de la capital Mogadiscio y ha abierto una vía desde la capital hasta la frontera de Kenia.

"La gran diferencia ahora es que el Gobierno paga las nóminas de los soldados y los funcionarios, ya no tenemos ni un solo desertor y la moral es cada vez más alta", presume Mohamed a través del teléfono desde Nueva York. "Estamos reparando barcos y carreteras, hemos abierto hospitales y escuelas, limpiamos las calles de la capital y por primera vez en 20 años la luz eléctrica funciona".

Cuando todo parecía ir a mejor, un serio problema político ha complicado las cosas. Todas las instituciones del país tienen un mandato acordado con la ONU para cesar en sus funciones al mismo tiempo, el 20 de agosto. Mohamed, con el apoyo de la UA, había propuesto prorrogar en un año ese plazo. Pero el Parlamento ha decidido extender sus poderes tres años más, de forma ilegal según el primer ministro y el presidente de la República. "La única solución para legitimar al Parlamento es invitar a dialogar a todos los jefes tribales, convertir a sus representantes en parlamentarios y a partir de ahí formar una asamblea constituyente que elija al primer ministro y al presidente", dice Mohamed.

La muerte de Bin Laden

El martes, el Gobierno somalí pidió al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que se prorrogue un año más todas las instituciones de transición para que Somalia "pueda seguir avanzando hacia la paz, la seguridad y un Estado seguro y democrático". Parece haber razones bastante sensatas. "Somos la primera línea de defensa contra Al Qaeda. No pueden dejarnos solos ahora", explica el primer ministro. "La muerte de Bin Laden va a radicalizar más a los extremistas de Al Qaeda. No debemos pensar que su muerte significa que Al Qaeda esté muerta. Está bien viva. El líder de Al Shabaab ha dicho que van a redoblar sus ataques contra las instituciones y los civiles, y ahora que han perdido terreno no podemos darles esa oportunidad".

Mohamed intenta impulsar además una conferencia de donantes y de paz que dialogue el mes próximo sobre el futuro de Somalia. "Estados Unidos y la Unión Europea deben tomar conciencia de que somos, junto a Afganistán, la fuente más importante del terrorismo islámico", continúa. "Necesitamos voluntad política para luchar esa batalla, una vacuna. Como Afganistán o Irak. Tenemos un Gobierno débil, vivimos en Estado de guerra y con un alto número de terroristas. Si la OTAN gana su batalla en Afganistán, seguirán activos en Somalia. Están más débiles ahora, pero controlan todavía el sur, salvo la región de Gedo, que les arrebatamos hace unas semanas".

Cuando se le pregunta a quién le interesa que su país siga en la guerra y el caos, la impresión que deja su silencio es que hay poderosos intereses detrás. Los que adulan y manejan a los señores de la guerra, los que se lucran con la piratería, la solidaridad, el tráfico de armas o de residuos tóxicos, quizá los propios organismos que llevan 20 años aprobando para torpedear después cada acuerdo de paz entre facciones... "No puedo decir lo que pienso realmente, soy el primer ministro, pero si sé que llevamos 20 años abandonados. Y sé muy bien a quién hace daño la guerra: al pueblo de Somalia. Otros como Liberia, Kenia, Costa de Marfil y Afganistán han recibido ayuda. Nosotros no. ¿Por qué?".

Ayuda económica de España

¿Quizá tiene que ver con que Somalia no ha explotado aún sus reservas potenciales de petróleo y gas? "Parece que tenemos petróleo bajo tierra, sobre todo en el norte (la región autónoma de Puntland, bajo control británico). Falta por ver si lo hay también en el mar. Pero esa es otra historia".

Mohamed se despide con un mensaje de agradecimiento al Gobierno español: "Ellos nos han ayudado de verdad, nos han dado tres millones de euros para la reconstrucción. Han sido realmente generosos". Ahora solo falta por ver si los demás también lo son.

El jefe de Gobierno somalí, en una rueda de prensa en Mogadiscio el 4 de abril de 2011
El jefe de Gobierno somalí, en una rueda de prensa en Mogadiscio el 4 de abril de 2011MUSTAFA ABDI/AFP/Getty Images

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