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Netanyahu socava el camino a la negociación con palestinos y sirios

El Gobierno israelí promueve una ley de referéndum para aprobar retiradas de territorios ocupados y un plan para reforzar la colonización de Cisjordania

Un paso adelante -reversible y con consecuencias prácticas nimias- y dos hacia atrás. El primer ministro israelí trata de apaciguar a los colonos judíos dos semanas después de ordenar una reducción de la construcción en las colonias de la Cisjordania ocupada. Sin embargo, al mismo tiempo, y mientras no deja de proclamar su intención de iniciar negociaciones con la Autoridad Palestina y con Siria, Benjamín Netanyahu socava con sus iniciativas los esfuerzos de Estados Unidos y la UE por impulsar el comienzo del diálogo. El domingo, el Gobierno votará la aprobación de un plan para dotar de mayores recursos financieros a asentamientos situados en el corazón de Cisjordania, lejos de los grandes bloques de colonias. Y el miércoles el Parlamento dio luz verde a la tramitación de una ley que exigirá un referéndum o la aprobación por dos tercios del Parlamento -ahora se requiere mayoría absoluta- para llevar a cabo una retirada de territorios ocupados en 1967.

Es imposible que Netanyahu pensara que la congelación de la edificación en las colonias, aunque en docenas de asentamientos sigue construyéndose a marchas forzadas, pudiera satisfacer al presidente palestino, Mahmud Abbas, que exige que no se coloque un ladrillo más en territorio conquistado, incluido Jerusalén Este. Las promesas, repetidas por varios líderes israelíes en los últimos años, de que no se confiscarán más tierras y que no se alzarán nuevas colonias es otro brindis al sol. Años atrás fueron expoliados terrenos suficientes para permitir la expansión de las colonias sin fundar otras nuevas. Un tercio de Cisjordania está a día de hoy en manos del Ejército. Sobran lotes de tierra para que pueda crecer la población de medio millón de colonos -a los que Netanyahu llama "nuestros hermanos"- que ya habitan el territorio palestino.

Si el Gabinete da luz verde a la propuesta de Netanyahu, los colonos de la ribera del Jordán, Kiryat Arba, Emmanuel, Itamar, Nokdim y Ariel, diseminados en los cuatro puntos cardinales de la geografía palestina, recibirán 20 millones de euros para su desarrollo. Es un giro radical a la política seguida Ehud Olmert, predecesor del actual primer ministro. Se trata de "alentar a la población dispersa en el Estado de Israel y aumentar la población en las periferia y en áreas cercanas a la frontera", reza el plan. El concepto de cercanía a la frontera es vacuo, o cuando menos muy relativo. Casi todas las colonias se hallan próximas a un linde, y en todo caso alguno de los asentamientos dista bastantes kilómetros de los límites fijados por la legislación internacional, despreciada por la iniciativa al declarar "Estado de Israel" al territorio cisjordano.

Netanyahu, no obstante, invoca los deseos de paz de Israel y lamenta que Abbas no se pliegue a su demanda de emprender un proceso de negociación "sin condiciones", al que el propio Bibi ha sometido a un sinfín de requisitos inaceptables para cualquier dirigente palestino.

En su discurso del 14 de junio, el jefe del Gobierno proclamó sus exigencias para que cualquier pacto con los palestinos: Jerusalén permanecerá unida bajo soberanía israelí; una amplia franja de tierra en la frontera de Cisjordania con Jordania será controlada por el Ejército israelí; el Estado palestino deberá ser desmilitarizado; el espacio aéreo tendrá que ser controlado por el Ejército israelí y, asunto de la máxima trascendencia, los palestinos deberán reconocer que Israel es un Estado judío.

No satisfecho con esta miriada de condiciones, el Ejecutivo ultraderechista ha promovido otra iniciativa legislativa que minará, más todavía, un eventual proceso negociador. La Kneset votó el lunes por amplia mayoría -68 votos contra 22? a favor de tramitar una ley que exigirá un referéndum o una mayoría parlamentaria de dos tercios (80 escaños) para permitir la retirada de cualquier territorio ocupado en la guerra de junio de 1967: Cisjordania, Gaza, Jerusalén Oriental y la meseta siria del Golán. Hasta ahora sólo es necesaria la mayoría absoluta de 61 diputados.

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Horas más tarde de que la Unión Europea instara a Israel a compartir Jerusalén con los palestinos, y pocos días después de que el propio Netanyahu asegurara que el régimen de Damasco ha retirado su condición previa para reanudar la negociación -el compromiso israelí de abandonar la totalidad del Golán-, la propuesta en la Kneset supone un obstáculo añadido que afectaría a Jerusalén Este y al Golán, anexionados formalmente en 1981, pero no al resto de Cisjordania.

La legislación suscita reacciones encontradas. Algunos diputados laboristas se ausentaron de la Cámara. Otros rizaron el rizo. Es el caso del ministro de Defensa, Ehud Barak. "La iniciativa es innecesaria. Primero, la ley impone restricciones al primer ministro en sus negociaciones con Siria, y pudiera crear la falsa impresión de que Israel se opone a la paz". Precisamente la sensación que comparten gran parte de diplomáticos acreditados en la región. Pues bien, Barak finalmente voto a favor. Entre la derecha más moderada de Kadima, el primer partido de la oposición, los diputados también votaron divididos.

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