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Reportaje:

Nueva frontera entre Argentina y Uruguay tras la 'guerra de las papeleras'

El bloqueo de los ecologistas en el paso de Arroyo Verde se convierte en el símbolo del conflicto de las plantas de celulosa

Jorge Marirrodriga

El Arroyo Verde transcurre a una docena de kilómetros de la frontera oficial entre Argentina y Uruguay. Este pequeño curso de agua, situado unos 250 kilómetros al norte de la capital argentina, entre praderas de soja, se ha convertido de hecho en el nuevo límite entre ambos países.

Desde hace un año, con diversos intermedios, ni los camiones con mercancías, ni los turistas argentinos que se dirigen a Uruguay pueden cruzar este punto, presidido estos días por un árbol de Navidad metálico y un cartel que reza: "España, Finlandia, Botnia, terroristas del medio ambiente".

El bloqueo situado oficialmente en el kilómetro 28 de la ruta 136 es la punta de lanza del conflicto por la construcción de una papelera en el lado uruguayo de la frontera que ha llevado a los Gobiernos de Buenos Aires y de Montevideo a cuotas de tensión desconocidas en su historia.

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"La fábrica no se va a poner en marcha", asegura desafiante Isabel, una trabajadora del Estado argentino que desde hace más de un mes vive en el bloqueo de Arroyo Verde. Sentada en una silla plegable da órdenes a sus compañeros para que no permitan acercarse a un vehículo que pretende sortear el camión remolque cruzado sobre la ruta. Ellos, cuando comprueban que a bordo del coche viaja una mujer uruguaya vecina de la zona junto a su hijo discapacitado, le dejan pasar. "Éste es un corte humanitario", apunta entonces Isabel.

No son de la misma opinión ni el Gobierno uruguayo ni miles de argentinos damnificados por el corte. Uruguay y Argentina sólo están comunicados por carretera en tres puntos. Uno de ellos, el que comunica Gualeguaychú (Argentina) y Fray Bentos (Uruguay), está permanentemente cortado. El siguiente, un centenar de kilómetros más al norte, sufre cortes temporales. Y el tercero está tan al norte que para las empresas de transporte no es rentable utilizarlo.

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La semana que viene comienzan las vacaciones de verano y miles de argentinos se dirigirán a Uruguay, la gran mayoría por tierra... y se van a encontrar la frontera cerrada. "Algunos pretenden pasar diciendo que vienen de vacaciones. ¿Y mis vacaciones qué? ¿Se creen que me gusta estar aquí?", se pregunta un hombre que desciende de un viejo autobús sin asientos que ha sido habilitado como dormitorio.

De la misma opinión es Alejandra, una profesora vecina de Gualeguaychú que pidió una suspensión de empleo y sueldo y todos los días se traslada en autobús hasta el corte de Arroyo Verde. A los lejos, tres policías argentinos vigilan que las discusiones con los conductores no suban de tono, pero no hacen nada para permitir el paso a quienes los manifestantes se lo impiden.

Al otro lado de la frontera, la empresa finlandesa Botnia está levantando una planta de fabricación de pasta de celulosa de grandes dimensiones. En el proyecto también estaba comprometida la española Ence, quien no obstante hace dos semanas anunció el traslado de su fábrica a otro lugar de Uruguay.

Pero para los vecinos de Gualeguaychú, una localidad de 80.000 habitantes, árboles y casas bajas que vive entre otras cosas del turismo interior, la fábrica de Botnia supondrá la ruina de la ciudad. "Aquí no estamos en Suiza, sino en Argentina y la manera más efectiva de hacerse escuchar es el corte", explica Gustavo Zapata, un óptico miembro de la Asamblea Ciudadana Ambiental, el movimiento que lidera la oposición a la papelera finlandesa.

Hace menos de un mes una importante revista argentina publicó a toda página varias fotografías aéreas de la fábrica. Fue un auténtico jarro de agua fría para muchos argentinos que hasta ese momento no eran conocedores de las dimensiones reales de la empresa. Con una entrada en funcionamiento prevista para finales de 2007, la planta ocupa 60 hectáreas, producirá 1,5 millones toneladas de pasta de celulosa al año y tomará más de 80.000 litros de agua diarios del río Uruguay que devolverá, teóricamente limpios pero a una temperatura de 80º centígrados. "Va a suponer la ruina del principal balneario turístico de la zona", anuncia Gustavo Rivallier, quien hasta la semana pasada era el coordinador general de la Asamblea Ciudadana.

Las protestas continuadas durante casi tres años también han hecho mella en el movimiento ciudadano en cuyo interior comienza a haber choques entre las diferentes estrategias, ante la realidad evidente de que las obras avanzan a toda velocidad. El sector más duro quiere extender los cortes y bloquear la terminal marítima que une Buenos Aires con Montevideo.

Aunque el Gobierno de Néstor Kirchner ha señalado que no está de acuerdo con los cortes, también ha prometido que no empleará a la policía contra ellos, aunque las cosas podrían cambiar si el bloqueo se realiza a escasos metros de la Casa Rosada. Por ahora, los gendarmes presentes en el corte se limitan a pedir la identificación a la prensa que se acerca hasta el lugar y en alguna ocasión han salido corriendo detrás de algún argentino que ha logrado sortear el bloqueo pero a la pregunta "¿Se puede saber qué haces?" han desistido de su actitud.

Protesta de ecologistas argentinos contra las papeleras en enero de 2006.
Protesta de ecologistas argentinos contra las papeleras en enero de 2006.REUTERS

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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