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La ONU confirma el hallazgo de más de 100 muertos al oeste de Costa de Marfil

El organismo pide la apertura de corredores humanitarios.- Gbagbo resiste con un millar de soldados los envites de Ouattara en Abiyán.- El nuevo presidente pide a la UE que levante las sanciones sobre los puertos de Abiyán y San Pedro

Antonio Jiménez Barca

Cuando Laurent Gbagbo, el presidente saliente de Costa de Marfil, cumple una semana defendiéndose en Abiyán de las tropas del presidente reconocido por la comunidad internacional, Alassane Ouattara, la situación para los marfileños no deja de empeorar. La ONU ha confirmado el hallazgo de más de un centenar de cadáveres en las últimas 24 horas en el oeste del país. El organismo, que describe como "alarmante" la situación en Abiyán, la capital económica del país, ha pedido la apertura de corredores humanitarios para las miles de prsonas que huyen de la violencia.

Los muertos se suman a los 800 de los que informó el Comité Internacional de la Cruz Roja la semana pasada en la zona de Duekoue. Quince de los cadáveres han sido hallados en esta ciudad, donde se desató la violencia interétnica tras ser tomada por las fuerzas de Ouattara, según el portavoz de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Rupert Colville. Otros 40 cadáveres fueron hallados en Blolequin, una localidad al oeste de Duekoue ahora desierta. En este caso, se atribuye la auoría de la matanza a milicianos de Liberia. Otros 60 cuerpos se encontraban en la cercana ciudad de Guiglo. Según Colville, algunas de las víctimas fueron quemadas vivas y otras arrojadas a un pozo, aunque es muy difícil establecer quiénes han sido los responsables de las matanzas. La mayoría de los cadáveres, con ropas civiles, estaban tendidos en las calles, como si hubieran sido disparados cuando intentaban huir.

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La ONU también califica de alarmante la situación en Abiyán, con incontables cadáveres por las calles, con barrios enteros sin agua ni electricidad y con escasez de alimentos. "Muchos hospitales y clínicas simplemente han cesado sus actividades, y los que no han cerrado, no tienen suficientes doctores, medicinas ni otros materiales básicos", ha advertido Elizabeth Byrs, portavoz de la Oficina de ayuda humanitaria de la ONU (OCHA).

Mientras el país se desangra en luchas interétnicas y sectarias, Gbagbo permanece atrincherado en su palacio en Abiyán, cercado por las fuerzas de Ouattara, situación que se puede prolongar más de lo que se pensaba al inicio del asedio, cuando las negociaciones del presidente saliente con Francia hacían esperar una salida rápida. En su primera comparecencia televisiva desde que se iniciaron los enfrentamientos en Abiyán, Ouattara dijo anoche que sus hombres no entrarán al palacio para capturar a Gbagbo, oculto en un búnker subterráneo con su familia, sino que esperarán a que se le acabe la comida y el agua.

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"El área alrededor de la residencia en la que se encuentra Gbagbo está acordonada y asegurada", aseguró Ouattara. En su discurso, el presidente reconocido por la comunidad electoral como ganador de las elecciones de noviembre, reprochó a Gbagbo haber provocado una crisis humanitaria en la ciudad más importante del país por su negativa a dejar el poder. Además, anunció su intención de reactivar la economía del mayor productor mundial de cacao, para lo que pidió a la Unión Europea que levante las sanciones que pesan sobre los puertos de Abiyán y San Pedro, y solicitó la reapertura de los bancos para que los ciudadanos puedan cobrar sus salarios. Ouattara aspira a restablecer una normalidad en el país, aunque sea precaria.

No parece posible mientras Gbagbo permanezca encerrado en el búnker excavado en el sótano de su residencia personal. Rodeado de sus hijos y de su esposa, Simone;, rezando y cantando himnos religiosos, según aseguran varias fuentes en Abiyán, el exdirigente cuenta con un millar de soldados fieles. De estos, 200 hombres, armados con metralletas pero también con lanzacohetes y blindados, se atrincheran junto a Gbagbo en su complejo residencial, convertido en blanco de los ataques. El resto se concentran en otras zonas de la ciudad.

Algunos de estos datos fueron expuestos ayer por el ministro de Defensa francés, Gérard Longuet, en una comparecencia ante el Senado. Longuet también afirmó que las fuerzas de la ONU mantienen un control sobre los soldados fieles a Gbagbo, supervisando el perímetro en el que se encuentran y los dos principales puentes que unen el sur y el norte de la ciudad. Los helicópteros franceses en Abiyán intervinieron en la madrugada del jueves para liberar al embajador de Japón en Abiyán, cuya residencia, en el barrio de Cocody, está cerca de la de Gbagbo. Los soldados franceses rescataron también a los embajadores de Israel e India, lo que da cuenta del estado de caos y de inseguridad en Abiyán.

Francia asegura que en todo momento respondieron a los ataques de las fuerzas de Gbagbo, pero una fuente militar citada por la agencia France Presse precisó que "durante una hora y media, y aprovechando el ataque para liberar al embajador japonés, dispararon a las defensas artilleras de la residencia personal de Gbagbo".

Mientras, la ciudad, de cuatro millones de habitantes, se desliza hacia la catástrofe. Los cadáveres se pudren en la calle. Bandas de saqueadores deambulan por ciertos barrios. Los cortes de luz y agua son frecuentes. La ONG Médicos sin Fronteras denuncia que uno de sus equipos está bloqueado en un hospital en el barrio de Abobo sur. Ni las ambulancias ni los médicos pueden asegurar el traslado de los heridos.Unos dos mil extranjeros están refugiados en la base francesa de Port-Bouët.

Prisioneros retenidos por las fuerzas leales al presidente electo, Alassane Ouattara, en Abiyán.
Prisioneros retenidos por las fuerzas leales al presidente electo, Alassane Ouattara, en Abiyán.REUTERS

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Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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