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Obama anuncia "decisiones difíciles" en Irak y Afganistán

Yolanda Monge

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se reunió ayer con los jefes del Estado Mayor en el Pentágono para conocer, según palabras de la Casa Blanca, "la pura verdad" sobre la guerra en Irak y Afganistán. Sin medias tintas ni adornos, el comandante en jefe se disponía a escuchar de boca de sus hombres sobre el terreno la cruda realidad de las dos guerras que libra Estados Unidos y el impacto que están teniendo sobre las tropas.

La Administración de Obama estudia ya cómo cumplir su promesa electoral de sacar al Ejército de Irak en 16 meses mientras que pretende incrementar la presencia militar en Afganistán para luchar contra los talibanes y Al Qaeda. La reunión de ayer con el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, el almirante Mike Mullen, y el comandante del Mando Central en Oriente Próximo, David Petraeus, así como los jefes de los cuatro ejércitos, fue el último de los pasos de un proceso iniciado por el secretario de Defensa, Robert Gates, para poner al día y presentar al presidente a todos aquellos actores que van a representar un papel importante en la nueva estrategia de defensa de la era Obama.

En la actualidad hay 36.000 soldados estadounidenses desplegados en Afganistán -la mitad de los cuales operan bajo la OTAN- y el Pentágono ha prometido incrementar ese número hasta casi el doble, añadiendo 30.000 nuevos efectivos con el objetivo último de luchar contra "el extremismo y el terrorismo" que imperan en la zona.

El mayor desafío

Obama ha argumentado en repetidas ocasiones que su Gobierno reorganizará la estrategia seguida en Afganistán, lo que pasa por no dejar de lado la volátil área de la frontera con Pakistán, donde los talibanes y Al Qaeda campan a su antojo. "No cabe ninguna duda de que nuestro mayor desafío militar en estos momentos se encuentra en Afganistán", declaró un día antes el secretario de Defensa en su comparecencia ante el Senado.

Cómo y cuándo comience la retirada de los más de 142.000 hombres estacionados en Irak fue otro de los asuntos sobre la mesa que ayer se vieron en el Pentágono. Los jefes militares ya han advertido al presidente de los riesgos de una salida precipitada, argumentando que, a pesar de que la violencia ha descendido, las condiciones de seguridad son todavía muy frágiles. Las elecciones provinciales del sábado en Irak representan una prueba de fuego para las fuerzas de seguridad del país, cuando acudan a votar por primera vez los suníes tras su boicoteo a las elecciones de 2005.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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