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Obama y la estrategia del sentido común

México debe aprovechar nuevo enfoque antidrogas de EE UU

Barack Obama dijo frente al Mall de Washington en su discurso de investidura el 20 de enero de 2009: "Ya sé que hay quienes ponen en duda la dimensión de mis ambiciones, quienes sugieren que nuestro sistema no puede soportar demasiados grandes planes. Tienen mala memoria. Porque se han olvidado de lo que ya ha hecho este país (...) Lo que no entienden los escépticos, es que el terreno que pisan ha cambiado, que las manidas discusiones políticas que nos han consumido durante tanto tiempo ya no sirven." Y Obama, poco a poco, va caminando su dicho.

Sin duda una de esas "manidas discusiones políticas" del quehacer público norteamericano, durante casi medio siglo, fue la forma de asumir, enfrentar, discutir y combatir, el fenómeno del consumo de las drogas.

Claramente desde la presidencia de Nixon, aunque para algunos analistas desde antes, la concepción de Washington del problema de las drogas vivió inscrito en la idea de una solución de guerra, centrada en la criminalización del fenómeno. Se acuñó desde entonces el hoy socializado término de "la guerra contra las drogas" y con esta visión, se asumieron todos sus costos y consecuencias.

Hoy, el presidente de los Estados Unidos pretende dar un giro muy importante y busca corregir ese enfoque. La semana pasada, el 11 de mayo, Obama envió al Congreso de su país, una nueva Estrategia Nacional para el Control de Drogas, que puede marcar un antes y un después en la lucha hemisférica y global contra las drogas.

Ernesto López Portillo experto mexicano en seguridad pública opinaba con razón: "Despertó el gigante de una pesadilla de 40 años. La guerra contra las drogas desatada desde EU hacia el mundo, a partir de 1971, llega a su fin. Obama vuelve a hacer historia con su Estrategia Nacional para el Control de Drogas 2010. Reconoce el fracaso de la política de su país en la materia, pone en desuso el concepto de guerra contra las drogas, (...) que hoy inspira las peores prácticas en la materia, por parte de gobiernos de aquí y de allá." (El Universal 13/5/2010)

La nueva estrategia planteada por Obama es muy interesante, pero es obvia, repetida, simple, digamos elemental. El propio presidente reconoce al presentarla: "La cruda realidad demanda una nueva dirección en la política pública referente a las drogas, basada en el sentido común, en la ciencia dura y la experiencia práctica."

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Es una estrategia sobre todo basada en el sentido común. En la que se asume una visión más social, de información, educación y salud, que penal, criminal y militar.

Una política pública que constituye un cambio radical, más integral, más social, en el discurso, pero sobre todo, en la concepción. Es un nuevo paradigma, un cambio cultural, que asume el problema sin los dogmatismos de la moralina, y que pretende enfrentar el problema con mayor realismo.

La propuesta reconoce que la prioridad es trabajar en la educación y el convencimiento de los chicos, trabajando el entorno, la familia y las comunidades. Involucrando de manera clave a los medios de comunicación.

Abandona la visión de criminalizar a los jóvenes, para tratar de brindarles asistencia, y crear los incentivos y las condiciones, para evitar el consumo de drogas y de esa manera, pegarle al mercado de las drogas y a las mafias. Reconoce la estrategia de Obama, que hay estudios que han llegado a la conclusión de que si un joven llega a los 21 años sin haber contraído adicciones, es muy poco probable que las contraiga después, por lo tanto, la nueva política se enfoca en la construcción de un sistema de prevención orientado a las comunidades y a los más jóvenes, con una meta clara, ambiciosa e impresionante: reducir el porcentaje de jóvenes que consumen drogas en un 15%, en cinco años.

Las medidas van desde involucrar a los organismos de seguridad con los de salud, hasta revisión de los fármacos al alcance de los jóvenes y aportarle muchos más recursos a la asistencia médica y a los planes de combate a las adicciones. Con un componente local muy fuerte, en la detección, la información y evaluación de la política pública.

Una de las propuestas más importantes, largamente exigidas por los especialistas en combate a las adicciones, es tratar de quebrar el ciclo de consumo de drogas que lleva al encarcelamiento sistemático o recurrente, que no logra efectivamente la rehabilitación. Trabajar más a fondo con los chicos aprehendidos y tratar de romper su regreso a las drogas y su participación en pandillas.

La estrategia no abandona por supuesto la parte policíaca, pero se centra en la parte de inteligencia, el intercambio de información y asume una visión global tratando de construir alianzas internacionales.

En la propuesta se reitera la aplicación de la Estrategia contra los Estupefacientes en la Frontera Sudoccidental de los Estados Unidos (Soudthwest Border Counternarcotics Strategy), es decir: México. Orientada a interrumpir el flujo de dinero y de armas, el uso de contrainteligencia para trastornar las operaciones de las redes de tráfico de drogas, reprimir la producción de metanfetaminas y eliminar los laboratorios bajo techo de cultivo de marihuana.

El planteamiento de Obama es muy importante para toda América Latina, pero sobre todo, es vital y estratégico para México. El gobierno mexicano tiene que leer correctamente, aprovechar esta actitud y sumarse oportunamente a esa iniciativa y a ese enfoque, para tratar de alinear una estrategia hemisférica conjunta mucho más orientada a lo social.

El Presidente de México Felipe Calderón emprendió desde el inicio de su administración en 2006 una estrategia equivocada, parcial e incompleta, para el combate de las drogas, basada casi exclusivamente en la militarización y en la criminalización.

Por el bien de todos, el Presidente de México tiene que asumir con humildad sus errores y que en esta materia se equivocó, y que la estrategia no era así. Todos estamos de acuerdo en que había que combatir el fenómeno, pero se requería una estrategia más social, de largo plazo y con mayor inteligencia, como la que hoy plantea Obama.

El Presidente de México se reunirá en unos días con Obama en Washington. Calderón debe, antes de llegar a Washington, de reconocer los errores y plantear un cambio de 180° en la estrategia. Entender que su fracaso no obedece a un problema de comunicación, como lo dijo en la entrevista que concedió la semana pasada a Pablo Ordaz (El País 14/05/2010), sino claramente a un problema de diseño de la política pública sustantiva de combate a las drogas.

México necesita una política pública integral, social, nueva y de largo plazo para combatir el fenómeno de las drogas, con metas claras, objetivas, medibles y cuantificables. Una estrategia razonable, sostenible para cualquiera y que pueda tener continuidad para el nuevo gobierno después de diciembre de 2012.

México necesita simplemente, una estrategia con sentido común. ¿Es mucho pedir? Quizá sí...

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