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Tensión en Irán

Obama se muestra "indignado" por la violencia contra los manifestantes

El presidente de EE UU critica a Teherán pero mantiene su oferta de diálogo

Antonio Caño

Barack Obama elevó ayer considerablemente el tono de sus críticas a Irán y se manifestó "horrorizado e indignado" por la violencia ocurrida en los últimos días, aunque mantuvo su mano tendida al régimen en el caso de que éste adopte una posición más conciliadora y respete los deseos aperturistas de su pueblo. Obama elogió el coraje de los que se manifiestan desafiando la brutalidad policial y dijo que éstos se encuentran "en el lado correcto de la historia".

"Estados Unidos y la comunidad internacional están horrorizados e indignados por las amenazas, los apaleamientos y las detenciones de los últimos días. Condeno profundamente estas acciones injustas", dijo el presidente en una conferencia de prensa en la Casa Blanca. "He dejado claro que Estados Unidos respeta la soberanía de la República Islámica de Irán y en absoluto interfiere en sus asuntos internos. Pero también rendimos testimonio del coraje y la dignidad del pueblo iraní y de una significativa apertura dentro de la sociedad iraní".

Los opositores, afirmó, están "en el lado correcto de la historia"
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Obama afirmó que la crisis actual no es un problema entre Irán y EE UU, como algunos intentan hacer creer dentro del régimen islámico, sino "un debate sobre el futuro del pueblo iraní que algunos en el Gobierno están tratado de evitar".

"El pueblo de Irán puede hablar por sí mismo", aseguró. "En 2009, ningún puño de hierro es suficientemente fuerte para impedir que el mundo sea testigo de esta pacífica búsqueda de justicia", añadió Obama, quien reconoció que se había sentido impactado por las imágenes de una mujer, Neda Soltan, muerta en las calles de Teherán, y otras escenas que había contemplado a través de Internet.

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El presidente estadounidense añadió que no ha retirado de la mesa su oferta de diálogo directo con el Gobierno iraní, aunque reconoció que la reacción de las autoridades tras las últimas elecciones "no ha resultado estimulante" en ese sentido.

"El pueblo iraní tiene derechos de manifestación y de expresión". "Si el Gobierno iraní", advirtió, "pretende el respeto de la comunidad internacional, tiene que respetar esos derechos y escuchar el deseo de su propio pueblo".

Con estas declaraciones, que responden en parte a la complicidad emocional que la situación iraní está encontrando en la sociedad norteamericana, Obama se aproxima algo más a la posición del Congreso, donde en los últimos días habían aumentado las declaraciones críticas por la excesiva prudencia del presidente.

Obama no rompe, sin embargo, todos los lazos con el régimen ni toma partido a favor del candidato de la oposición, Mir Hosein Musaví. El presidente insistió en que carece de datos fiables para denunciar inequívocamente un fraude electoral y repitió su argumento anterior de que corresponde a los iraníes decidir quiénes son sus líderes.

Pese a estos equilibrios, parece evidente que Obama empieza a alimentar la posibilidad de un cambio dentro de Irán. Dijo que lo que está ocurriendo es "profundo" y requiere ser analizado cuidadosamente antes de dar cualquier paso. Recordó que la prioridad de su Gobierno sigue siendo evitar que Irán tenga armas nucleares, pero da la impresión de que la Administración tiene dudas sobre la naturaleza del régimen con el que tendrá que lidiar sobre ese problema.

Hasta ahora, Obama ha conducido una diplomacia muy sofisticada para dejar que las cosas evolucionen en Irán sin dar razones al régimen para denunciar un complot internacional. La rueda de prensa de ayer no modifica sustancialmente esa línea porque la situación en ese país sigue sin decantarse por completo. Pero parece ahora surgir una cierta esperanza de que esta crisis debilite al sistema y haga más sencilla una negociación sobre el programa nuclear.

Irán es el asunto que está poniendo a prueba como ningún otro antes la política exterior de Obama. En el orden interno, el asunto estrella es el de la reforma sanitaria, que compartió ayer el tiempo de la rueda de prensa. El presidente se defendió de las críticas en esa materia, mucho más abundantes y descarnadas que con Irán, y afirmó que su proyecto de cambiar el sistema de salud "no es un lujo sino una necesidad".

Barack Obama, con la secretaria de Estado, Hillary Clinton.
Barack Obama, con la secretaria de Estado, Hillary Clinton.AFP

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