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Obama viaja a Asia a la defensiva

El presidente de EE UU inicia hoy en India un viaje marcado por su reciente derrota electoral - Los republicanos critican el periplo por su elevado coste

Antonio Caño

Con las heridas aún abiertas de su reciente desastre electoral, Barack Obama pone a partir de hoy a prueba, en un importante y difícil viaje a Asia, las repercusiones que ese revés doméstico ha tenido en su talla e influencia como líder mundial. Y los primeros síntomas no son nada halagüeños.

El viaje, que arranca hoy en Bombay y continúa en Indonesia, Japón y Corea del Sur, ha estado precedido de una serie de polémicas que demuestran que Obama ha dejado de ser esa figura incontestable que podía permitirse las apuestas internacionales más osadas, como el diálogo directo con los enemigos de Estados Unidos o la defensa de un mundo sin armas nucleares. El prólogo de este viaje habla más bien de un presidente a la defensiva.

La visita al templo sij se ha suspendido para evitar la foto de Obama con turbante
34 barcos de guerra protegerán al mandatario durante su paso por Bombay
Boeing y Lockheed negocian con Nueva Delhi la venta de 126 aviones de combate
El Gobierno indio es un aliado estratégico de Washington en la guerra de Afganistán
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Primero se sintió forzado a cancelar su recorrido por el Templo Dorado de Amritsar, el lugar más sagrado de la religión sij, a fin de evitar el uso del turbante, preceptivo para cualquier visitante, y librarse así de las fotos que servirían para seguir extendiendo dentro de Estados Unidos la falsedad de que el presidente es musulmán. La comunidad sij, una religión que cuenta en el mundo con más miembros que el judaísmo, está irritada por este desaire.

Horas antes de su partida, el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, se vio obligado a responder en conferencia de prensa a una pregunta sobre si el país no estaba gastando demasiado dinero en este desplazamiento de Obama. Visiblemente molesto, Gibbs se limitó a decir que "se gasta lo mismo que se ha gastado antes en los viajes de Bill Clinton o George Bush". Pero eso no impidió un intenso flujo en Internet sobre los 200 millones de dólares (140 millones de euros) que se supone que esta gira costará diariamente y sobre los 34 barcos de guerra que protegerán a Obama en esta ciudad india.

La Casa Blanca ha confirmado que esas cifras son falsas. Pero, lógicamente, la presencia del presidente de Estados Unidos en Bombay, donde en 2008 se produjo una cadena de ataques terroristas que dejaron cerca de 200 muertos -entre otros objetivos, contra el hotel en el que se alojará Obama-, ha obligado a un fuerte despliegue de seguridad que, obviamente, resulta muy costoso.

Estos dos episodios son un ejemplo del nuevo clima político en el que se desenvuelve la política exterior de Estados Unidos. Cuando el presidente llega a India, una economía en crecimiento desatado sobre la que el semanario The Economist pronostica que en 2013 rebasará el empuje económico de China, de lo que se habla es de los turbantes y del precio del Air Force One.

Una de las características del extremismo ideológico que hoy domina el Partido Republicano es el desprecio por todo aquello de la política exterior que no sea estrictamente la actuación militar. El Departamento de Estado y su presupuesto serán con seguridad dos de los blancos preferidos de la nueva mayoría en la Cámara de Representantes.

Aunque el presidente conserva constitucionalmente gran capacidad de maniobra en política exterior, la Casa Blanca ve en peligro piezas tan vitales de la estrategia de seguridad de Estados Unidos como el tratado de desarme nuclear recientemente firmado con Rusia. Gibbs ha tenido que recordar esta semana a los nuevos miembros del Congreso que todos los tratados de desarme de la historia, desde Richard Nixon a Bill Clinton, han conseguido el respaldo casi unánime del Senado, donde pronto habrá que votar, con gran incertidumbre, sobre el Nuevo START. Obama está considerando, incluso, forzar la ratificación antes de que el nuevo Congreso tome posesión el 3 de enero.

El viaje a India, de gran trascendencia en sí mismo, está, por tanto, gravemente condicionado por las dudas de cómo será capaz Obama de sobreponerse, en el ámbito internacional, a la presión del Tea Party y sus socios. Algunos expertos indios han expresado en los últimos días su miedo a que, en estas circunstancias, Obama no pueda desarrollar la diplomacia agresiva que esta región del mundo requiere.

Sin embargo, hay demasiado en juego en India como para que Obama no intente desmentir ese pesimismo. Además del interés común en la lucha contra el terrorismo, sobre lo que hoy hablará el presidente norteamericano, este país de más de 1.200 millones de habitantes es el escenario perfecto para que las empresas norteamericanas expandan sus mercados.

Más de 200 empresarios acompañan a Obama en su viaje. Boeing y Lockheed están apostando por un contrato de 11.000 millones de dólares por la venta de 126 aviones de combate. Boeing ha vendido, además, 30 aviones de transporte comercial a compañías indias por cerca de 3.000 millones de dólares. General Electric, Caterpillar y otras muchas firmas norteamericanas están detrás de contratos multimillonarios.

"India es una piedra angular de nuestra aproximación a Asia, enfocada en extender las exportaciones y profundizar nuestra cooperación en otras áreas", afirma el viceconsejero nacional de Seguridad, Ben Rhodes.

Desde el punto de vista de la estrategia de seguridad, India no es menos importante. Con ningún país del mundo ha realizado Estados Unidos en los dos últimos años tantas maniobras militares como con India. Esta nación es un aliado esencial para la guerra de Afganistán, donde India ha gastado cerca de 1.500 millones de dólares en proyectos de desarrollo; para la seguridad en diferentes regiones del Tercer Mundo -India es uno de los principales contribuyentes a las fuerzas de paz de la ONU- y, por supuesto, una pieza esencial de equilibrio en las complejas relaciones con Pakistán.

Todo eso, hoy en día, es nada comparado con la foto de Obama con un turbante.

Indios de confesión chií se manifiestan contra la visita de Barack Obama, ayer en una mezquita de Lucknow, en el Estado de Uttar Pradesh.
Indios de confesión chií se manifiestan contra la visita de Barack Obama, ayer en una mezquita de Lucknow, en el Estado de Uttar Pradesh.AP

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