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Obiang consuma el fraude al 'otorgar' a su partido el 95% de los votos en las elecciones de Guinea

Ramón Lobo

El fraude electoral tiene datos concretos. En la capital, Malabo, el número de votos escrutados supera en un 28% al de las personas inscritas, circunstancia que se ha repetido en otras zonas de Guinea Ecuatorial, según denunció anoche la oposición democrática. Cuanto más inaccesible resulta el lugar, mayor es la trampa. En Acuranam, cerca de la frontera con Gabón, y donde la opositora Convergencia Para la Democracia Social (CPDS) tiene una fuerte implantación, esta formación ha logrado 25 votos frente a los más de 5.000 del Partido Democrático de Guinea Ecuatorial (PDGE), del presidente Teodoro Obiang Nguema.

Las cifras nacionales no son mejores. Clemente Engonga, presidente de la Junta Electoral y a la vez ministro del Interior, anunció anoche que el PDGE había obtenido el 95% de los votos. En el nuevo Parlamento, el partido del régimen logra 98 diputados; el CPDS, dos. No hay cambios en las municipales: el CPDS no tendrá alcaldes en ninguna de las 30 circunscripciones en las que se divide el país. El régimen le ha concedido cinco concejales, mientras que el PDGE se reserva los otros 239.

Para Plácido Micó, secretario general del CPDS y uno de los diputados elegidos, los resultados "son un fraude total y un acto de fuerza" del régimen. Su compañero y también diputado electo, Celestino Bakale, asegura que "son un escándalo" y "una provocación al pueblo que sabe lo que ha votado (...) En algunos lugares nos han dado cero votos; esto significa que ni siquiera nos votaron nuestros propios candidatos". El CPDS ha denunciado la ilegalidad de las elecciones y el sábado decidirá si acude al Parlamento.

El voto familiar -el padre deposita las papeletas de todos-; el voto múltiple -una misma persona acude a varios colegios electorales- y, sobre todo, el voto patriótico -consistente en mostrar la papeleta al presidente de la mesa-, son los principales instrumentos del fraude. La mera utilización de la cabina, donde la hay, es una prueba de voto sospechoso.

Para Juan José Laborda, senador del PSOE, y uno de los cuatro observadores españoles en los comicios del 25 de abril, lo ocurrido le provoca "una gran amargura". Significa que Obiang no ha entendido que "si no comparte algo de poder perderá todo el poder". Laborda ve "con enorme preocupación" el futuro de la ex colonia española. "Sabíamos que no iban a ser democráticas, pero al menos esperábamos que las elecciones fueran útiles, un punto para apoyar la palanca y evitar a Guinea las desgracias de otros países africanos. Con los datos conocidos podemos decir que han sido escasamente útiles". En Guinea no hay Estado, sólo "un Gobierno personalista incapaz de entender los cambios económicos y políticos", advierte.

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