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Pakistán intensifica la ofensiva contra los talibanes en el valle de Swat

El Gobierno se dispone a enviar tres divisiones a la zona de conflicto

Ángeles Espinosa

"El Gobierno ha decidido no doblegarse ante los terroristas", manifestó anoche el primer ministro paquistaní, Yusuf Raza Gilani. En un mensaje televisado a la nación, Gilani anunció que ha encargado "al Ejército que elimine a los militantes" y solicitó el apoyo de los paquistaníes en esa lucha. La medida, largamente esperada, significa una inmediata ampliación de las operaciones militares que desde hace doce días tratan de frenar el avance talibán a partir de su bastión en el valle de Swat. La entrada en acción de aviones de combate hacía presagiar esa escalada.

"Las nefastas acciones de los combatientes islamistas han obligado a reaccionar al Estado", justificó Gilani pasando del urdu al inglés en los últimos minutos de su discurso. El primer ministro presentó la decisión como una medida de último recurso e insistió varias veces en que el Gobierno "quiso solucionar el problema de forma pacífica". Acusó a los insurgentes de haber destruido la paz y de profanar el nombre del islam.

120.000 personas han escapado del frente de combates en apenas 12 días

Gilani anunció un fondo de mil millones de rupias (unos diez millones de euros) para la rehabilitación de las zonas afectadas por los combates. También prometió que el Estado va a dar trabajo a un miembro de cada una de las familias que hayan perdido a uno de sus integrantes a manos de los insurgentes. Por último, pidió la ayuda de la comunidad internacional para atender a los desplazados y facilitar los medios necesarios para combatir a los terroristas.

La intervención en Swat se ha convertido en la prueba de la seriedad del Gobierno a enfrentarse con la creciente insurgencia talibán. Los extremistas provocaron la alarma el mes pasado cuando abusaron un acuerdo de paz alcanzado el pasado febrero en ese distrito y utilizaron el cese de las hostilidades para infiltrarse en los vecinos del Bajo Dir y Buner, este último a apenas 100 kilómetros en línea recta de Islamabad, la capital paquistaní.

Poco antes del discurso de Gilani, el jefe del Estado Mayor, general Ashfaq Kiyani, reconoció en una reunión con sus comandantes la gravedad de la amenaza interna. Kiyani declaró que el Ejército utilizará "todos los recursos necesarios para asegurar un triunfo decisivo sobre los combatientes islamistas". En la práctica, el acuerdo con los talibanes de Swat ya era papel mojado y los militares habían puesto en marcha una operación, que afirman ha dejado 150 insurgentes muertos. El nuevo impulso va a traducirse, según analistas locales, en el envío de tres divisiones a la zona en conflicto, situada en la Provincia de la Frontera Noroccidental (NWFP, en sus siglas inglesas). La llegada de esos 15.000 soldados, que duplicará las fuerzas sobre el terreno, debiera permitir cerrar todos los accesos a la región donde los extremistas se han hecho fuertes y cortarles las vías de suministro.

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De momento, ayer los militares atacaron desde cazas y helicópteros posiciones talibanes en varios puntos del distrito de Swat. Esos bombardeos dan una idea de la envergadura de la guerra que se está librando en lo que hasta hace dos años era uno de los centros turísticos más populares de Pakistán. Sin duda, se trata de un recurso arriesgado en una zona habitada por 1,8 millones de personas.

La población que huye de los combates cuenta que se han sembrado minas y establecido controles en las carreteras para dificultar su salida. Los 7.000 milicianos armados que, según los analistas controlan del valle del Swat, atacan a las tropas con bombas detonadas por control remoto. Junto a los explosivos, disponen de lanzagranadas y armas automáticas. El Ejército les ha acusado también de utilizar a los civiles como escudos humanos.

Aún así unas 40.000 personas han logrado abandonar Swat desde el martes, lo que eleva a casi 120.000 los desplazados desde que hace 12 días empezaran las primeras operaciones en los distritos vecinos.

Un grupo de vecinos de Buner huyen en un camión de los bombardeos del Ejército.
Un grupo de vecinos de Buner huyen en un camión de los bombardeos del Ejército.REUTERS

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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