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Prostitutas mayores convierten un antiguo museo deportivo de la ciudad de México en su hogar

Un antiguo museo en la ciudad de México que albergó la historia de deportistas famosos es desde hace un año el hogar de prostitutas de entre 60 y 75 años que anteriormente dormían en la calle o en hoteles.

El antiguo Museo de la Fama es desde 2006 el refugio de 15 mujeres que, después de 40 años de ejercer el oficio más antiguo del mundo, buscan el retiro haciendo trabajos artesanales, aunque algunas de ellas siguen en activo. “Esta es una casa exclusiva para trabajadoras sexuales de la tercera edad abandonadas por los familiares, los hijos, o que las han echado a la calle”, afirma Carmen Muñoz, antigua prostituta e impulsora de la idea.

La casa, donde no se ejerce la prostitución, se prepara para recibir en breve a otras 25 ancianas. Hace algunos años, Carmen descubrió que muchas de sus compañeras no tenían donde dormir y se quedaban en la calle, en cajas de cartón, en el tradicional barrio de La Merced, en el corazón de la capital mexicana. Por eso se le ocurrió luchar para que las autoridades les cedieran una casa y con el tiempo consiguió el apoyo de la Sociedad Mexicana Pro-derechos de la Mujer (Semillas), la escritora Elena Poniatowska, la antropóloga Marta Lamas y la actriz Jesusa Rodríguez.

Finalmente, el ayuntamiento capitalino les cedió el edificio del siglo XVIII donde antiguamente se ubicaba el Museo de la Fama y que, aunque está catalogado de alto valor histórico, se encontraba en estado de abandono. Las prostitutas, con el apoyo de varias organizaciones, fueron las encargadas de la rehabilitación del edificio.

Canela, de 72 años, cuarenta de ellos ejerciendo la prostitución, recuerda que “todo esto eran escombros” y que ellas tuvieron que limpiarlo todo. Un año después de su inauguración, el edificio parece otro: amplio, luminoso, muy limpio, recién pintado, con baños, un patio interior con una fuente, plantas y macetas.

El edificio ha sido rebautizado con el nombre de Casa Xochiquetzal, que significa, en lengua náhuatl, flor hermosa. La coordinadora de la casa, Carmen, una de las que ya no ejercen la prostitución, dice que las ayudas oficiales son insuficientes para que muchas de ellas cubran “todas sus necesidades”, por lo que la mayoría sigue haciendo la calle. “No es un requisito que ellas dejen el trabajo sexual para poder estar en esta casa, es decisión propia”, asegura, y aclara que los ingresos que tienen como prostitutas son bajos, debido a su edad.

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Canela cobra ochenta pesos (unos siete dólares) por servicio y doscientos (dieciocho dólares) por la noche entera, aunque ya no sale, a menos que sea muy necesario. Para que no tengan que seguir trabajando en la calle, hacen talleres de joyería de fantasía y de arreglos florales, pero como con eso no ganan suficiente, sueñan con tener un restaurante.

Para el futuro, confían en que se abran más casas como esta, que de momento es única en todo México. “Hacen falta más, ¿cuántas personas no se han quedado en la calle como yo?”, se pregunta Canela.

Una de las habitaciones del antiguo museo que ahora es un hogar de acogida para prostitutas ancianas en México.

Una de las habitaciones del antiguo museo que ahora es un hogar de acogida para prostitutas ancianas en México.
Una de las habitaciones del antiguo museo que ahora es un hogar de acogida para prostitutas ancianas en México.EFE

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