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El desafío iraní

Pugna entre duros y aperturistas en Teherán

Ángeles Espinosa

¿A qué juegan los iraníes? Un día su ministro de Exteriores anuncia la pronta liberación de la única mujer entre los 15 marinos británicos detenidos; al día siguiente, otro alto responsable señala que no se llevará a cabo. Las contradicciones son habituales en la República Islámica, donde el poder no se concentra en una única persona sino que es fruto de un complejo proceso de equilibrios entre diferentes grupos de influencia. Ese sistema hace imprevisible el resultado final de la negociación, pero garantiza cierto margen de maniobra.

De hecho, fuentes diplomáticas europeas sospechan que la actual crisis es fruto de las diferencias internas sobre cómo afrontar el creciente cerco internacional. Por más que los portavoces oficiales destaquen las buenas relaciones de Irán con países islámicos, no alineados o gobernados por populistas antiamericanos, sus dirigentes han empezado a notar el aislamiento diplomático.

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Además, aunque EE UU les ha librado de sus dos principales enemigos regionales (el régimen talibán de Afganistán y el baazista de Sadam Husein en Irak), también les tiene militarmente rodeados. Con el agravante de que Washington no sólo no ha reconocido su cooperación constructiva en esas campañas, sino que se les ha pagado incluyéndoles en el ominoso Eje del Mal (2002) y responsabilizándoles de la inestabilidad en Irak (2006-2007). Tal actitud ha marginado a los aperturistas.

Nada más conocerse la última resolución de la ONU el pasado sábado, el líder supremo iraní, Alí Jamenei, declaró que a la vista de los "actos ilegales" de la comunidad internacional, Irán se sentía justificado para actuar ilegalmente. Los Guardianes de la Revolución podrían haber interpretado sus palabras como una luz verde para plantar cara a EE UU. Los grupos más duros parecen haber optado por una huida hacia adelante, dispuestos a llegar hasta el final en su enfrentamiento con Occidente. Están convencidos de que las amenazas de uso de la fuerza que se filtran desde Washington son sólo un farol. "No creemos que EE UU esté en condiciones de implicarse en una nueva guerra", ha declarado el ministro iraní de Exteriores, Manuchehr Mottaki.

Algunos observadores incluso ven en la captura de los marinos la repetición, a otra escala, de la fórmula de la toma de la Embajada estadounidense poco después de la Revolución Islámica. "Es una apuesta muy peligrosa; están jugando con fuego", advierte un diplomático. En cualquier caso, existe cierto consenso en que resulta contraproducente responder a las provocaciones iraníes con amenazas militares.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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