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Putin descarta una nueva guerra fría

El presidente ruso apuesta por el diálogo para resolver las diferencias con la OTAN - Moscú permitirá a la Alianza cruzar Rusia para apoyar a las tropas en Afganistán

Pilar Bonet

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, evitó ayer las amenazas en su reunión con los líderes de la OTAN, pero mantuvo firme su posición sobre los temas que le inquietan, como la ampliación de la Alianza hasta las fronteras rusas y la instalación de elementos del escudo antimisiles norteamericano en Polonia y la República Checa.

Medios de la delegación rusa indicaron que a los problemas ya existentes entre Moscú y la Alianza se ha unido otros suplementarios en la cumbre de la Alianza en Bucarest y éstos hacen referencia también al escudo, un tema que quedó reservado para la reunión de los presidentes de Rusia y Estados Unidos este fin de semana en Sochi, en la costa rusa del Mar Negro.

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En la sesión del Consejo Rusia-OTAN a puerta cerrada, Putin "reprochó" a la Alianza Atlántica el "desdeñar los intereses de Rusia" y afirmó que su país "se verá obligado a tomar medidas para defender su seguridad" en respuesta a la ampliación, según la información oficial del Kremlin. Con todo, el líder dejó claro que la guerra fría "no va en interés de nadie". "Estamos por el trabajo constructivo y así seguiremos si nuestros socios tienen en cuenta nuestros intereses", afirmó en la rueda de prensa.

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En medios de la OTAN se había temido que Putin reincidiera en el tono amenazador que culminó en la conferencia de seguridad de Múnich en febrero de 2007. Putin mismo se encargó de disipar "el horror religioso" con el que, según dijo, se esperan sus discursos. Su esfuerzo por explicarse no altera el fondo de la cuestión: la OTAN y Rusia colaboran en temas concretos, pero desconfían mutuamente. La suspicacia rusa se extiende a la ampliación territorial y a la creciente cantidad y diversidad de las tareas que asume la Alianza Atlántica.

La estancia de Putin en la capital rumana tuvo aires de despedida y momentos emotivos. En una rueda de prensa, donde apareció teatralmente, Putin, que deja su cargo el 7 de mayo, valoró su gestión de ocho años como una época de "renacimiento de Rusia como país poderoso e independiente". Preguntado si le entristecía o le aliviaba marcharse, el líder dijo sentirse como un "licenciado" (de la mili).

En el capítulo positivo, Putin mencionó el acuerdo firmado ayer que permitirá a la Alianza utilizar el territorio ruso para transportar carga y equipo a las tropas que combaten en Afganistán, una prerrogativa reservada a Alemania, que ahora se hace extensiva a todos los miembros de la Alianza. Por su parte, el líder de Uzbekistán, Islam Karimov, invitado también en la cumbre de Bucarest, ofreció a la OTAN firmar un acuerdo para garantizar un corredor de tránsito ferroviario por su territorio hasta Afganistán.

En el terreno económico-militar, Putin propuso facilitar el acceso de la producción de las empresas militares de su país a los mercados de la Alianza con el fin de mejorar "la compatibilidad" de los respectivos ejércitos. Insistió también en la necesidad de mantener los principios del derecho internacional, que, según dijo, han sido transgredidos con el reconocimiento de Kosovo.

El Consejo Rusia-OTAN puede funcionar de forma eficaz si examina de "forma honesta y abierta" los problemas concretos, dijo Putin, que exhortó a la Alianza a dialogar con "las cartas boca arriba". "Nosotros queremos ese diálogo", afirmó. El presidente se refirió al desmantelamiento del potencial ruso en el mundo y afirmó que la OTAN había contestado con un reforzamiento del suyo. Rusia ve como una "amenaza" el acercamiento de la Alianza a su frontera, pese a las afirmaciones en sentido contrario, dijo el presidente; aludiendo a las minorías rusas en los países del Báltico, advirtió que la OTAN "no es un democratizador inmediato". Rusia no contempla pedir su ingreso en la OTAN y garantiza por sí sola su seguridad, afirmó.

George W. Bush (izquierda) conversa con Vladímir Putin durante una cena oficial celebrada el jueves pasado en Bucarest.
George W. Bush (izquierda) conversa con Vladímir Putin durante una cena oficial celebrada el jueves pasado en Bucarest.EFE

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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