_
_
_
_
_
Reportaje:PHILIPPE DUTILLEUL | Director del programa de TV que anunció la independencia de Flandes

"Quisimos hacer reflexionar a la gente"

El 13 de diciembre, Bélgica tembló. La televisión pública francófona emitió un telediario que anunciaba la independencia de Flandes, la próspera región belga con aspiraciones independentistas. "Bélgica ha dejado de existir", dijo el presentador. Casi media hora más tarde, informaron a los telespectadores de que se trataba de una broma. Pero el 89% lo había creído en un primer momento y el nerviosismo se propagó por el país. Los militares se acuartelaron, hubo gente que corrió al banco a sacar su dinero y otros se resignaron y lloraron.

El responsable de este seísmo es Philippe Dutilleul (1951, Bélgica), un veterano de la primera cadena francófona y autor de Bye, bye Belgique, un libro sobre el conflicto entre flamencos y valones, las dos principales comunidades lingüísticas de Bélgica, cuyo enfrentamiento tradicional se ha agudizado en los últimos meses. En mayo, los belgas acudirán a las urnas en unas elecciones cruciales ante el avance de la extrema derecha flamenca y abiertamente secesionista, que cosecha un tercio de los votos en algunas zonas de Flandes. "Estos comicios serán vitales, por eso nosotros hemos querido lanzar el debate", dice el periodista.

El 89% de los telespectadores creyó la noticia y se propagó el nerviosismo
"¿Qué diferencia hay con el resto de las mentiras que cuentan los políticos?"

Dutilleul sostiene que con su Guerra de los mundos a la belga, ha pretendido hacer reflexionar a la gente sobre un problema. Su atrevido experimento, además de casi dos años de trabajo, le ha costado un alud de críticas, sobre todo de la clase política, que le acusa de "irresponsable" y de haber creado "una broma de muy mal gusto", como dijo el primer ministro belga, Guy Verhofstadt.

Dentro de su propia casa -el equivalente a RTVE-, Dutilleul ha encontrado el apoyo firme del director de la cadena. La plantilla de la RTBF -muchos no sabían nada de un proyecto guardado en secreto por las cerca de cien personas implicadas- se encuentra, sin embargo, dividida.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

"Hasta ahora, el debate sobre los deseos de más autonomía de Flandes ha estado monopolizado por la élite política, que los emplean en sus discursos con fines electoralistas. Hemos querido utilizar la televisión pública para sacar a la luz un tema que está en la calle", dice Dutilleul.

El asunto desde luego, saltó a la calle, y lo hizo con una virulencia inesperada. La mayoría de los telespectadores consideró tan creíble lo que veía, que simplemente se lo creyó. Todo un síntoma de los temores de buena parte de los belgas. "La gente se lo creyó, porque saben que puede suceder. La reacción muestra que hay una inquietud, que los francófonos realmente piensan que Flandes se puede escindir". El propio Dutilleul, un experto en el tema, piensa que la implosión de Bélgica "está dentro de lo posible", porque en su opinión, flamencos y valones se dan cada vez más la espalda. "Hoy la gente habla menos el idioma del otro. Cada uno ve su propia televisión. Son dos mundos. En España, la gente probablemente no habría creído una ficción así, pero aquí la gente creyó que era posible porque saben que puede suceder".

Questions à la une, un programa semanal de periodismo de investigación, comenzó como cada miércoles a las 20.20. Unos minutos más tarde se interrumpió la emisión para dar paso a lo que aparentaba ser un telediario de última hora, con conexiones en directo con la nueva frontera, el palacio real y el Parlamento flamenco.

Pierre Marlet, editor de Questions à la une y supervisor del polémico documental, explica que quisieron hacer un "trabajo preventivo", una especie de "simulacro de incendio" que sirviera de "ensayo general" para la población para el caso de que un día Flandes acabe por escindirse. Pero también quisieron explicar las implicaciones que tendría tanto para las instituciones como para la población la partición del país. Durante la emisión, se anuncia, por ejemplo, la abdicación del rey, Alberto II, que huye a África ante la imposibilidad de reinar en un país que ha dejado de existir.

Dutilleul piensa que es importante hacer reflexionar al público sobre estas cuestiones, hacerles ver las implicaciones que tendría una decisión como la proclamación unilateral de la independencia. "Bélgica no es como Checoslovaquia. Si se declara la independencia, habría muchas cosas que resolver. Para empezar, nosotros tenemos Bruselas y tenemos una mezcla de población bastante importante. Hay mayorías francófonas que viven en Flandes. Los nacionalistas flamencos, que quieren la independencia, minimizan las consecuencias que la escisión podría causar, también en el exterior. La implosión de Bélgica repercutiría por ejemplo en España, en concreto en Cataluña, en Córcega, en Italia". Durante el programa aparece Bernat Joan, eurodiputado de Esquerra Republicana, también compinchado para la ocasión y que manifiesta su alegría ante lo que considera una solución óptima para "los pueblos sin Estado de Europa".

"Para mí", dice el autor, "era una forma de denunciar también la confusión que genera la televisión, que mezcla información con ficción, con telerrealidad... Éramos conscientes de lo que hacíamos". Y Marlet va más lejos: "Nos han acusado de anunciar una noticia falsa con un formato real de telediario, pero ¿qué diferencia hay entre esta mentira y el resto de las mentiras que cuentan los políticos cada día en televisión? ¿No creyeron los estadounidenses que había armas de destrucción masiva en Irak?".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_