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Elecciones en Estados Unidos

La television hizo que los votantes de la costa Oeste conocieran el desastre demócrata cuatro horas antes del cierre de sus colegios

Francisco G. Basterra

La revolución electrónica ha acabado con el suspense de las elecciones presidenciales norteamericanas. A las siete de la tarde, hora de Washington (una de la madrugada hora peninsular española), cuando todavía quedaba una hora para cerrar los colegios de la costa Este, dos horas para concluir la votación en el centro del país y cuatro horas para cerrar las urnas en California, las proyecciones estadísticas confirmaron de forma rotunda el desastre electoral que ya se temían los seguidores demócratas, y la reelección de Ronald Reagan.

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Dan Rather, el periodista mejor pagado de Estados Unidos (más de un millón de pesetas al día), vestido con chaqueta gris de espiga sobre un jersei azul, anunciaba sobria pero rotundamente que Ronald Reagan tenía ya 136 votos electorales y Mondale ninguno. A esa hora se llegaba a hablar de un previsible triunfo del presidente en los 50 Estados de la Unión.La única noticia negativa para Ronald Reagan en toda la campaña llegó cuando los norteamericanos llevaban varias horas votando para elegir a su presidente. La primera dama, Nancy Reagan, se cayó de una cama de su hotel de Sacramento, capital de California, cuando a las tres de la madrugada del pasado domingo se levantó para coger otra manta porque tenía frío. Sólo sufrió un chichón, anunció la Casa Blanca a mediodía de ayer, al dar cuenta de este singular traspiés.

Tras la caída de la cama de la primera dama, la televisión ofreció anoche al país una imagen dramática. Nancy Reagan, vestida con traje de chaqueta verde, descendió pálida y tambaleante del helicóptero que la traía a Los Ángeles, procedente de Solvang, un pueblo de 2.125 habitantes donde había votadojunto con el presidente. La esposa de Reagan estuvo a punto de perder el equilibrio y tuvo que ser ayudada por funcionarios de la Casa Blanca.

En Plains, en el Estado de Georgia, el gran olvidado de esta elección presidencial, James Carter, predecesor de Reagan en el cargo, fue a votar en bicicleta, vestido con unos pantalones vaqueros.

Tradicionalmente, el primer martes después del primer lunes de noviembre, fecha de la votación presidencial en Estados Unidos, arranca muy lentamente. En algunos Estados, por ejemplo Nueva York, se comienza a votar a las seis de la mañana, y se cierran los colegios a las nueve de la noche. Cuando los ciudadanos del Este han dejado de votar, los habitantes del centro de¡ país tienen todavía una hora más, y a los del Oeste les quedan tres horas para ejercer su derecho en las urnas.

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La estrella de cualquier jornada electoral en Estados Unidos es la televisión. Los ciudadanos son los extras que se afanan por todo el país durante el día para depositar sus votos. Los sondeos hechos a la salida de los colegios electorales -las tres grandes cadenas de televisión se han gastado 32 millones de dólares (unos 5.300 millones de pesetas) sólo para realizar encuestas- dijeron a primera hora de la noche quién es el ganador.

Este año ha saltado la polémica. Los políticos, sobre todo los demócratas, han pedido a las cadenas de televisión, por boca de¡ speaker (presidente) de la Cámara de Represantes, Tip O'Neill, que no adelanten el nombre del ganador hasta que cierren los colegios en los Estados de la costa oeste.

La respuesta de las cadenas ha sido estrictamente profesional. "Nosotros sólo damos datos. Es ridículo todo este esfuerzo para conseguir que no digamos al público lo que sabemos", ha dicho Dan Rather. "Mis instrucciones son las de siempre", ha añadido, "ser precisos, ser justos y hacer lo que periodísticamente es responsable, y esto es lo que vamos a hacer en la CBS". Esto signilficaba que cuando los sondeos consiguieran saber que Ronald Reagan tiene 270 votos electorales, los necesarios para ganar la elección, lo dirían. Y así lo hicieron. Las cadenas de televisión prepararon una infraestructura digna de La guerra de las galaxias para ser las primeras en dar la buena nueva al mundo.

La competencia entre la ABC, la CBS y la NBC es feroz, y ayer por la mañana las tres llenaron con páginas enteras de publicidad periódicos como The New York Times o The Wall Street Journal.

La revolución de los ordenadores, que ha metido ya a este país en el siglo XXI, fue utilizada a tope por primera vez.

La era electrónica

"Es el verdadero matrimonio del arte, los ordenadores y los datos", afirma orgulloso Warren Mitovsky, jefe de les sondeos de la CBS. Ha transcurrido toda una era desde que en 1952 la NBC cubrió la primera elección de Eisenhower con cajas registradoras en pantalla para cada Estado, que hacían sonar con el timbre y en las que aparecía el número de votos electorales que ganaba cada candidato.

Rather y otros colegas trabajaron desde mediodía de ayer y concluyeron su jornada bien entrada la madrugada del miércoles.

Desde la mañana de ayer las distintas cadenas acercaron a los espectadores los distintos detalles de la jornada electoral: El índice Dow Jones de la Bolsa de Nueva York subió 9,7 puntos en las primeras horas de la mañana de ayer. El candidato demócrata, Walter Mondale, votaba a las siete de la mañana, junto con su familia, en North Oaks, en su Estado natal de Minnesota. Sus últimas palabras para la historia señalaron que se trata de elegir "entre la decencia y el egoísmo", para añadir a continuación algo más ligero: "Aquí, en North Oaks, parece que tenemos de momento una ligera ventaja".

A la misma hora coincídieron en la televisión los jefes de la campaña de Reagan, Ed Rollins, y de Mondale, Robert Beckei. Mantuvieron un tenso diálogo en el que no se desearon suerte. "Conseguiremos el 58% de los votos,", aseguró Rollins, mientras que Beckel dijo conformarse con el 51%.

Los Reagan votaron a media mañana en la localidad cadiforniana de Solvang, junto a Santa Bárbara, una aldea de emigrantes daneses que es una copia kitsch de Copenhague.

El presidente dijo lo que viene afirmando desde hace 20 años: que su revolución conservadora aún no ha terminado y que está dispuesto a llevar a América aún más lejos y más arriba. Luego, se retiró a una suite del hotel Century Plaza de Los Ángeles a esperar los resultados. La noche anterior, soñando previsiblemente en la victoria, durmió en su Rancho del Cielo, en Santa Bárbara.

Horas antes, Reagan había recibido la buena noticia de que en un pequeño pueblo de New Hampshire, en Disxville Notch, donde acostumbran a votar nada más dar las doce de la medianoche, 29 de los 30 electores le habían dallo su confianza. De los 30, tan sólo 22 estaban inscritos como republicanos. De los demás, tres figuraban como demócratas Y cinco como independientes.

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