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El arzobispo Monsengwo exige el apoyo exterior y de la Iglesia para liderar Zaire

Ramón Lobo

La grave crisis de Zaire ha entrado en el laberinto diplomático. El arzobispo de Kisangani, Laurent Monsengwo, elegido el sábado nuevo presidente del Parlamento provisional por los diputados mobutistas, pone condiciones para aceptar un cargo que lleva parejo la sustitución consitucional de Mobutu Sese Seko en caso de dimisión o incapacidad. Monsengwo quiere garantías nacionales e internacionales y el apoyo de la Iglesia.

El éxito o fracaso de esta solución, sugerida por Francia al dictador, va a depender, en gran parte, de la flexibilidad negociadora de Mobutu cuando el miércoles se vuelva a encontrar cara a cara con el jefe de los rebeldes, Laurent Kabila, a bordo del Outeniqua.Monsengwo, que ya fue presidente de ese Parlamento provisional en 1992, no desea inmolarse en una empresa tan arriesgada en la que su principal papel, el de un hombre clave de la Iglesia, no debe ser sacrificado. Entonces, el arzobispo de Kisangani puso también condiciones: consenso entre las fuerzas políticas, no asunción de la jefatura del Estado y tiempo limitado en el cargo. Cinco años después, ninguna de esas exigencias tiene validez. Hoy, si acepta el puesto es con el único fin de sustituir a Mobutu y evitar así un baño de sangre en la capital. Esta vez no cuenta con el apoyo de todos. El principal partido de la oposición, el de Étienne Tshisekedi, no votó su nombramiento, abandonando la sesión en señal de protesta. Para ellos, Monsengwo es una carta mobutista. Tampoco posee el visto bueno del jefe de los rebeldes, Laurent Kabila, cuyas fuerzas controlan el 80% del país. Este dice que sólo le aceptará como puente, nunca como una salida de la crisis. Sus portavoces declararon ayer que no negociarán con el arzobispo.

Aunque Monsengwo no ha dicho cuáles son las garantías que exige, las primeras no pueden ser otras que el apoyo de todo el arco parlamentario (incluido Tshisekedi). Las garantías internacionales (no reveladas) no pueden ser otras que el compromiso de los países implicados (EE UU y Francia) de apoyarle.

Fuentes eclesiásticas en Kinshasa consideran que es muy difícil que Monsengwo acepte convertirse en jefe de Estado. "Más bien podría ser una especie de mediador constitucional", dicen. El arzobispo ha condicionado también su aceptación del cargo de presidente del Parlamento a la opinión favorable de la Iglesia de Zaire y del propio Vaticano. "Eso no es algo que se consiga en un par de días".

El problema es que sólo hay ese par de días de margen. Hasta el miércoles, cuando Mobutu y Kabila se vuelvan a encontrar a bordo del barco surafricano Outeniqua. Se supone que esta vez, tras las intensas gestiones diplomáticas de los últimos días, el dictador zaireño llevará a la mesa de negociaciones ideas nuevas. Una de ellas podría ser su marcha a Francia para proseguir con el tratamiento médico (tiene un cáncer de próstata) y delegar, sin dimitir, todas sus funciones presidenciales a Monsengwo. "No creo que Kabila acepte esto", explica un diplomático de la Unión Europea, quien no duda en admitir que detrás de la operación Monsengwo está la mano derecha de Francia. "Parece que se han vuelto a salir con la suya", dice con ironía.

[Por otro lado, un equipo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) localizó ayer a unos 5.000 refugiados hutus ruandeses que se hallaban abandonados en una zona del este de Zaire, informa Reuter. El ACNUR distribuyó 26 toneladas de alimentos entre los refugiados de Ubolo antes de regresar ayer a Kisangani (82 kilómetros al sur) con 468 niños aquejados de enfermedades y malnutrición. "Muchas personas han muerto ya en Ubolo y muchas más están a punto de rnorir", aseguró Julian Fleet, jefe de la misión del ACNUR en la zona.]

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Sin avance

Las tropas rebeldes siguen en el río Kwango, a 160 kilómetros al este de Kinshasa. Unos aseguran que no avanzan más por razones diplomáticas: Laurent Kabila se comprometió con Nelson Mandela, el presidente de Suráfrica, a no atacar la capital hasta después de una segunda ronda negociadora. Otros piensan que los hombres de Kabila tienen dificultades militares. La marcha sobre la capital no va a ser tan sencilla como Kisangani o Lubumbashi. Según esta tesis, la posibilidad real de que la toma de Kinshasa pueda ser más difícil de lo previsto forzará a Kabila a aceptar una solución negociada que le evite ese riesgo. Son muchos los que aseguran que en el frente de Kwango hay soldados angoleños de UNITA y que ellos son los que llevan todo el peso.

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