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La batalla final se prepara al este de Zaire

Ramón Lobo

Los banyamulenges (tutsis zaireños que controlan la región de Kivu, en el este de Zaire) han decretado la movilización general para los mayores de 14 años. "Se prepara la gran batalla final en el noroeste", dicen fuentes europeas en Kigali. "En un ajuste de cuentas que cierre la crisis de 1994 [el genocidio de cerca de un millón de tutsis en Ruandal, los banyamulenges, apoyados por los de aquí [el Gobierno ruandés], van a tratar de exterminar los restos del antiguo ejército hutu y a los radicales interahamwe [los que matan juntos]-", añade la misma fuente.

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Los servicios de espionaje de EE UU, mediante satélites, han localizado a un numeroso grupo de militares hutus y sus familias, entre 100.000 y 150.000, que se mueve al norte, hacia Masisi y Ruhengeri. Los radicales hutus empiezan a ser hostigados en la retaguardia por los tutsis que les persiguen. "Estados Unidos no desea interferir en esta batalla, pues ésta aclarará todo el panorama", dice el diplomático..[El semanario norteamericano Newsweek señala en su último número que ha tenido acceso a una investigación no publicada de la ONU en la que se asegura que los radicales hutus se han beneficiado de "enormes e incontroladas" operaciones de compra o entrega de armas "más o menos ilegales", procedentes en su mayoría de Suráfrica y Europa del Este, informa Efe].

Fuentes misioneras en la zona aseguraron que otra facción del antiguo Ejército hutu arrastra a un segundo grupo de decenas de miles de refugiados desde las zonas de, Uvira y Bukavu. -en el sur de Kivu, donde fueron asesinados los cuatro maristas españoles el pasado 31 de octubre-, hacia el interior de la selva de Zaire, en dirección a Shabunda, unos 350 kilómetros al oeste, desde donde tratan de ir al norte, hacia Kisangani, para reunirse con las derrotadas fuerzas zaireñas de Mobutu Sese Seko. Este segundo grupo también estaría guiado (o secuestrado) por los temibles interahamwes, que han ordenado destruir los puentes, bloquear los caminos y prepararse para la defensa.

"Los banyamulenges han hecho el trabajo sucio", dice el embajador español en Tanzania, José María Sanz Pastor, trasladado a Kigali para seguir la crisis y facilitar la salida de los misioneros que lo deseen. "El mandato del Consejo de Seguridad de la ONU ya ha sido cumplido: el regreso de los refugiados y la apertura de los corredores humanitarios es un hecho", dice Sanz Pastor. "Lo que habrá que hacer ahora, en todo caso, es un nuevo mandato que se adecue a la nueva situación creada en el este de Zaire", pronostica.

"No distinguimos entre refugiados. Nos da igual un hutu, que un interahamwe, un tutsi que un zaireño", afirma un responsable de Médicos sin Fronteras en Ruanda, "lo que queremos es tener acceso a ellos". El embajador español discrepa: "Unir a todos bajo un mismo número es confundir el problema. En esa trampa estamos cayendo todos".

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Mientras, existe gran confusión sobre la suerte del resto de los refugiados hutus. Supuestamente unos 100.000 llevan varios días tratando de alcanzar Goma, en Kivu Norte) para cruzar a Ruanda por Gisenyi. Un equipo español de Canal +, que acaba de volver de Goma, asegura que la situación es allí muy tensa, con frecuentes sonidos de disparos. Las ONG que trabajan en Kivu Norte informan de que nuevos refugiados emergen en un goteo infernal desde la selva.

Este fin de semana han comenzado a entrar en Kigali los primeros refugiados. Llegan exhaustos, temerosos, con enormes bultos de tela manchados de polvo y barro. En medio del calor y con lluvias torrenciales que brotan traicioneras, se les recibe con cierta curiosidad y mucha indiferencia.

No hay noticias de incidentes graves en las comunas del oeste del país ni de detenciones significativas. El problema está más al este, donde los tutsis exiliados en Uganda regresaron hace dos años, después de la derrota hutu, con un millón de cabezas de ganado. Allí no hay espacio para los retornados.

Se sabe, por fuentes de la ONU, que al menos diez personas han sido confinadas en cachots (comisarías locales de policía que sirven de segundas cárceles) hasta que se aclare su situación jurídica. Algunos de ellos acuden voluntariamente para evitar cualquier denuncia en el caso de que pudieran presentárseles problemas.

En la zona de los Grandes Lagos hay unos 350 españoles, entre personal de organizaciones humanitarias y religiosos. Tres de ellos lograron abandonar Goma el sábado: el padre blanco Vicente Rodríguez García de Castro, la carmelita Rosa Balcells y el marista Jesús Llama Llamazares, de 84 años. Otras cuatro religiosas desean salir: una carmelita de Bukavu que tiene a su cuidado cuatro monjas zaireñas y otras tres de la orden del Divino Maestro, con dos zaireñas a su cargo. El resto quiere permanecer en su puesto. La situación que más preocupa al embajador español es la de una monja que está en la isla de ldjwi, en el centro del lago Kivu, controlada por los interahamwe y en la que se han concentrado 40.000 refugiados.

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