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Rabat retira a su embajador en Italia por la condena a un senador marroquí

El político está acusado de agresión sexual contra una turista en Roma

Todo empezó con una violenta discusión, el 4 de agosto, entre el senador marroquí Yahya Yahya, afincado en Melilla, y su esposa en un restaurante de la elegante vía Veneto de Roma. Después, el parlamentario salió y "agredió sexualmente" a una turista, según la agencia de prensa italiana ANSA. Cuando los carabineros se presentaron en su hotel para detenerle, intentó evitarlo con sus puños.

Es uno de los que más reivindican Ceuta y Melilla para su país
Yahya golpeó a los policías que fueron a detenerle a su hotel

Yahya fue sometido al día siguiente a un juicio rápido y condenado a 30 meses de cárcel por "rebeldía y lesiones" a funcionario público y violencia de género, e ingresó en la prisión de Rebbibia. "No es un tipo tranquilo y tiene antecedentes en España", comentó la parlamentaria de Forza Italia Souad Sbai, de origen marroquí.

Dos semanas antes, el 22 de julio, había sido también condenado por el juzgado de lo penal de Melilla a 15 meses de cárcel y 800 euros de multa por resistencia a la autoridad, pero no fue a la cárcel porque carecía de antecedentes penales. El tribunal melillense le absolvió, en cambio, del delito de violencia machista contra su esposa.

La sanción impuesta a Yahya en Roma incitó a Marruecos a protestar retirando, el martes, a su embajador en Italia, Tay Edin Badu. El juicio fue "expeditivo", asegura un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores marroquí, y el embajador ha sido llamado a consultas para que explique las circunstancias "de esta cuestión preocupante por tratarse de un representante del pueblo marroquí".

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Cuando Yahya fue detenido en Melilla y conducido ante el juez, Rabat no llegó a retirar a su embajador, pero sí emitió una nota en la que pedía explicaciones a las autoridades españolas, al tiempo que expresaba su "fuerte preocupación" ante esta "iniciativa singular que suscita en Marruecos grandes dudas y perplejidad".

Pese a ser copresidente de la comisión de Amistad Hispano-marroquí de la Cámara alta, Yahya es el político de Marruecos que más vehementemente reivindica la soberanía de su país sobre Ceuta y Melilla, la ciudad en la que reside. Aunque ha crecido en Melilla, no posee la nacionalidad española, sino la marroquí y la holandesa.

Domenico Naccari, el abogado que la Embajada marroquí en Roma proporcionó al senador, logró el viernes pasado su excarcelación, aunque ha quedado sujeto a arresto domiciliario. Desde entonces, se hospeda en una institución católica llamada Isla del Amor Fraterno. Naccari ha recurrido además la sentencia y prevé que en diciembre se celebre un nuevo juicio. Su cliente no podrá salir de Roma hasta entonces.

Al margen del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rabat, a Yahya le ha salido también algún que otro defensor en la sociedad civil marroquí. La Asociación Sáhara Marroquí, que lucha por la soberanía de Marruecos sobre la ex colonia española, afirmó el viernes que la condena de Yahya es achacable "a sus opiniones políticas". Dejó rodar la sospecha de que en Roma "cayó en una trampa tendida por los servicios secretos españoles en colaboración con sus homólogos italianos".

La familia del senador parece dar crédito a esta tesis. Abdelaziz Yahya, hermano del senador, declaró al diario marroquí Le Matin que "sospechaban de una posible operación de coordinación entre la policía de Roma y los servicios de seguridad de otro país europeo" al que, sin embargo, no nombró.

La Asociación Sáhara Marroquí quiere ahora organizar protestas ante las embajadas de España e Italia en Rabat y provocar cierres parciales de las fronteras de Marruecos con Ceuta y Melilla. Cuando Yahya ingresó en prisión en Melilla, antes de ser juzgado en julio, la frontera de la ciudad fue bloqueada varios días seguidos, durante algunas horas, por sus seguidores con las consiguientes perturbaciones para el abastecimiento de la ciudad.

Más tarde, en julio, la frontera de Beni Enzar padeció de nuevo cortes prolongados, esta vez provocados por asociaciones de la sociedad civil de Nador, la ciudad marroquí cercana a Melilla, que protestaban por la negativa de la policía española a permitir el acceso de marroquíes por la tarde.

La policía acompaña al senador Yahya tras el juicio celebrado contra él en julio pasado en Melilla.
La policía acompaña al senador Yahya tras el juicio celebrado contra él en julio pasado en Melilla.EFE

Violencia en su propia casa

El grueso de los musulmanes de Melilla se identifica, a la hora de votar, con Coalición Por Melilla, un partido integrado en Izquierda Unida. Aun así, el senador marroquí Yahya Yahya se considera su representante porque, según él, melillenses y ceutíes son "poblaciones oprimidas" en las que gobierna el Partido Popular gracias a la "compra de voluntades".

Yahya aprovecha cualquier ocasión para reiterar, casi siempre con aspavientos, la reivindicación marroquí. La primera visita de los reyes de España a Ceuta y Melilla, a principios de noviembre, le brindó una nueva oportunidad de expresarla, pero si la policía española le retuvo no fue, en contra de lo que él dijo, porque protestaba, sino para entregarle una citación judicial relacionada con los hechos violentos que se produjeron en su domicilio el 9 de noviembre de 2006.

Aquel día, los vecinos de Yahya llamaron a la policía. Cuando los agentes llegaron a su domicilio, encontraron al senador ensangrentado, las paredes salpicadas de sangre y a su esposa lesionada por su marido, según relató ella. Después, la esposa rehusó declarar, por lo que Yahya fue absuelto de ese cargo el 22 de julio.

Las autoridades marroquíes se empeñan en ignorar esta faceta del senador. De ahí los dos comunicados de apoyo del Ministerio de Exteriores marroquí y la retirada del embajador en Roma. Los diarios pro gubernamentales le presentan como un "patriota" que lucha por liberar los "presidios ocupados".

A veces, Rabat le para los pies cuando considera que va demasiado lejos. En dos ocasiones, en noviembre y diciembre de 2007, Yahya quiso organizar una marcha popular sobre el islote de Perejil para reivindicarlo para Marruecos, pero ésta no se llegó a celebrar.

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