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Raúl Castro aparca el discurso de las reformas

El presidente cubano se dirige a la nación en el Día de la Rebeldía Nacional, que conmemora el ataque fallido contra el cuartel de Moncada en 1953

Raúl Castro aparcó el discurso del cambio. Y se centró en la dura realidad. No anunció nuevas medidas económicas, tampoco líneas estratégicas de mediano plazo para profundizar las transformaciones "estructurales y de concepto" que prometió hace un año, en otro acto por el 26 de julio que despertó numerosas expectativas dentro y fuera de la isla. La conmemoración del 55 aniversario del asalto al Cuartel Moncada, realizada el sábado en Santiago de Cuba, dejó fríos a los que esperaban un empujón a la apertura y las reformas. En celebración tan simbólica, el nuevo presidente cubano habló ante una imagen de Fidel Castro que ocupaba toda una pared y uno de sus mensajes principales fue que se avecinan tiempos duros debido a la crisis mundial. "Hay que acostumbrarse no sólo a recibir buenas noticias", dijo.

Desde 1959, el 26 de julio es la fecha más importante del calendario revolucionario cubano. Habitualmente, ese día Fidel Castro trazaba directrices políticas de futuro, y por eso se consideraba el discurso más relevante del año. Precisamente fue en un aniversario del asalto al Moncada, hace dos años, cuando el líder comunista cayó gravemente enfermo al terminar su alocución; el 26 de julio siguiente, el entonces presidente provisional de Cuba pronunció un discurso autocrítico y realista en el que consideró necesario cambiar conceptos y medidas "superadas por la vida" y anunció reformas estructurales en la economía, siempre partiendo de bases socialistas.

Si aquel discurso de Raúl abrió perspectivas de cambio y dejó esperanzas, éste puso el acento sobre la difícil situación que se avecina, vaticinando un panorama sombrío.

"La Revolución ha hecho y continuará haciendo cuanto esté a su alcance para seguir avanzando y reducir al mínimo las inevitables consecuencias de la actual crisis internacional para la población", dijo. Y añadió que para amortiguar el golpe era fundamental apretarse el cinturón y ahorrar: "por muy grandes que sean nuestros deseos de resolver cada problema, no podemos gastar más de lo que tenemos".

La escenografía del acto y el contenido del discurso, cargado de referencias a otro que pronunció Fidel Castro en los años setenta, convirtieron de principio a fin este 26 de julio en un homenaje al fundador de la revolución, presente en una foto gigante colgada de la fachada del cuartel asaltado en 1953, hoy escuela. Quizás por ello, "fue el discurso más 'fidelista' de la era Raúl", en palabras de un veterano analista.

Desde que el 24 de febrero asumió formalmente la presidencia, Raúl eliminó prohibiciones que impedían a los cubanos hospedarse en hoteles, contratar celulares o alquilar automóviles. También liberó la venta de computadores y autorizó permisos a algunos tipos de taxis y transportistas privados, al tiempo que eliminó los topes salariales e inició una reforma agraria descentralizadora que contempla el reparto de tierras en usufructo y la concesión de créditos a los campesinos para reactivar la producción.

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Los más optimistas tenían esperanza de que Raúl anunciara en su discurso nuevas medidas en esta línea, aunque fueran tímidas. Pendientes están, por ejemplo, la flexibilización de los trámites migratorios y la eliminación del 'permiso de salida' para los cubanos, así como la liberalización de la compraventa de casas y coches, que según fuentes cercanas al Gobierno estaban prácticamente decididas hace un par de meses. Pero de nada de eso hablo el presidente cubano.

Raúl que en tres ocasiones desde 2006 ofreció a Washington un "ramo de olivo" para sentarse a negociar, dijo esta vez que Cuba seguirá aceitando el engranaje militar y que no descuidará la defensa, sea cual sea el candidato que gane en noviembre las elecciones en Estados Unidos.

En su discurso habló con crudeza de la crisis doméstica y de los esfuerzos que hace su Gobierno para arreglar los gravísimos problemas acumulados. Nada hay más elocuente que lo que dijo sobre el asunto del suministro de agua a los hogares de Santiago de Cuba, segunda ciudad del país. "Este viejo y grave problema debe quedar resuelto definitivamente en el 2010, cuando toda la ciudad tendrá solucionado el abasto diario de agua".

Pese al jarro de agua fría que cayó sobre las expectativas de apertura, no puede decirse que Raúl Castro abandonó el espíritu de 'su' reforma, que no es la que quiere Europa o Estados Unidos. Siempre estuvo claro que sería lenta y no exenta de vaivenes. Tampoco Raúl hizo dejación de su estilo pragmático. Por ejemplo, criticó la falsa "unanimidad" en los debates y señaló que, en las actuales circunstancias de Cuba, no puede perderse tiempo. "Desperdiciarlo por inercia o vacilación es una negligencia imperdonable. Hay que aprovechar cada minuto...", afirmó. Ambas ideas, que en otro momento hubieran alentado nuevas expectativas, el sábado se perdieron en el contexto de una celebración a la vieja usanza, que comenzó con versos de pioneros y discursos patrióticos, entre ellos el del joven Alesnay Pérez, trabajador cafetalero, que dijo: "desistan de su proyecto de transición... no alucinen".

Raúl Castro, durante su discurso del Día de la Rebeldía Nacional
Raúl Castro, durante su discurso del Día de la Rebeldía NacionalAFP

Tres históricos 26 de julio

El 26 de julio 2006, después de pronunciar dos discursos en las ciudades de Bayamo y Holguín, en total cuatro horas largas hablando, Fidel Castro sufrió una grave hemorragia intestinal por la que hubo de ser operado de urgencia. Cinco días después, por primera vez desde que llegó al poder en 1959, cedió "provisionalmente" todos sus cargos de Gobierno a un equipo de siete personas encabezado por su hermano Raúl. Desde entonces nunca más ha vuelto a aparecer en público. El pasado 24 de febrero, después de que Castro renunciara formalmente a la presidencia, Raúl fue elegido en el cargo.

Siendo todavía presidente en funciones, el 26 de julio de 2007 Raúl pronunció un discurso en Camaguey en el que anunció "cambios estructurales y de concepto" para reactivar la economía. El discurso levanto expectativas en la población y también fuera del país. Durante meses, las palabras de Raúl se sometieron a análisis en asambleas de trabajadores, que criticaron muchas de las prohibiciones existentes en la isla así como el deterioro de la educación y la salud, y demandaron cambios económicos cuanto antes. En marzo de 2008 se levantaron las primeras prohibiciones y comenzaron a tomarse medidas flexibilizadoras, pero el ritmo de los 'cambios' se enfrió dos meses después.

El 26 de julio pasado, en Santiago de Cuba, Raúl Castro no mencionó el proceso de reformas ni anunció nuevas medidas, desanimando a los que apostaban por una mayor apertura. Un diplomático europeo restaba ayer importancia a la señal, con el argumento de que, con vaivenes o incluso con marchas atrás, los cambios van. Otros veían con pavor un escenario de inercias e inmovilismo y un empresario extranjero opinó que tan importante como hacer reformas es saberlas vender.

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