Rice manda callar a su jefe en una cena con Olmert

El punto fuerte del presidente George W. Bush no es precisamente la diplomacia. Algunos patinazos sobre asuntos de política internacional han sido sonados. En la cena que le ofreció el primer ministro israelí, Ehud Olmert, el jueves por la noche, el mandatario se lanzó a tumba abierta a inmiscuirse en la política interna del Estado hebreo. Hasta tal punto el presidente estadounidense fue atrevido que la secretaria de Estado le pasó una nota escrita. "Cierra la boca", le recomendaba Condoleezza Rice. Ante la expectación de sus anfitriones, Bush no tuvo reparo en leer en voz alta el mensaje. Se desataron las carcajadas.

Acudieron a la cena los principales miembros del Ejecutivo, a los que el jefe del Gobierno trata de amarrar para que no dimitan y respalden a Olmert, ahora que comienza un proceso de negociación con los palestinos. En pleno ágape, Bush no se cortó. "La política israelí es como el kárate. Cuando crees que te has librado del primer golpe, te llega otro que no esperabas". No se quedó ahí. "No quiero entrometerme en vuestros asuntos internos, pero tengo que decir que Olmert es un líder fuerte al que aprecio. Tenéis que garantizar que siga en el poder para que el proceso de paz siga adelante. Protegedle". Habría sido una delicia observar semblantes como el de Avigdor Lieberman, el dirigente de la extrema derecha que amenaza con abandonar el Gobierno a la primera concesión.

En ese instante, cuando Bush defendía apasionadamente a Olmert, Rice le envió la nota. Se hizo el silencio. Bush la leyó. Y comentó: "Me ha dicho que me calle, que cierre la boca". No será sencillo que los comensales sigan el consejo de Bush. Los cuchillos están demasiado afilados y muchos expertos opinan que el puesto de Ehud Olmert está en riesgo.