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Rousseff rechaza despenalizar el aborto en Brasil para no perder el voto cristiano

Juan Arias

A 36 horas de las elecciones presidenciales brasileñas, la despenalización del aborto ha puesto en aprietos a Dilma Rousseff, la candidata propuesta por el presidente Lula da Silva. Su cambio de opinión en este tema, del que era una firme defensora, y los casos de corrupción que ha tenido que afrontar recientemente, amenazan con impedir una aplastante victoria en la primera vuelta.

Hace solo un año, la candidata del Partido de los Trabajadores era favorable a la despenalización del aborto. "Es una cuestión de salud pública", afirmó Rousseff a la revista Marie Claire. "Existe una cantidad enorme de mujeres en Brasil que mueren por abortar en circunstancias precarias".

Sus dos mayores adversarios en las elecciones, el socialdemócrata, José Serra, y la candidata del Partido Verde, Marina Silva, se declararon desde el principio contrarios a la despenalización del aborto a causa de la fuerte presión religiosa, tanto de la Iglesia católica como de las iglesias evangélicas, que mueven millones de votos. Ambos acusaron ayer a su rival de haber cambiado de postura por "motivos electorales" y le acusaron de tener dos caras.

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Casos de corrupción

Mientras, los últimos escándalos de corrupción han hecho perder a Rousseff seis millones de votos en menos de una semana. Aún así, la candidata oficialista ha frenado su caída en los sondeos electorales y mantiene una amplia ventaja sobre sus rivales, aunque no se descarta que tenga que disputar una segunda vuelta. Si las elecciones fueran hoy, Rousseff tendría el 47% de los votos, mientras que José Serra obtendría el 28% y Marina Silva, el 14%, según una encuesta divulgada ayer por el diario Folha de São Paulo. Rousseff necesita más del 50% de los votos para evitar la segunda vuelta.

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Preocupado con esa posibilidad, algo que llevaría a Rousseff a exponerse a un mes más de campaña, Lula Da Silva ha decidido ayudarle a recuperar votos con una jugada típica de campaña electoral. Lula pidió a Rousseff que se reuniera con los líderes de todas las confesiones religiosas y que declarara abiertamente que "está en contra del aborto".

Así lo hizo el miércoles la candidata; insinuó que ella nunca ha estado a favor de la despenalización del aborto pero se mostró partidaria de que el Estado no abandone a las mujeres que abortan en situaciones de peligro.

Los obispos católicos, así como la mayoría de los pastores evangélicos, han pedido a sus fieles que no voten a Rousseff por sus posiciones a favor de la despenalización de la interrupción del embarazo.

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