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Rusia y la UE buscan un nuevo acercamiento

Medvédev se estrena como anfitrión de una cumbre con la Unión Europea

El presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, ejercerá por primera vez hoy y mañana como anfitrión de una cumbre con la Unión Europea, que inaugura una etapa, previsiblemente fatigosa, en el proceso de redefinición de las relaciones entre dos vecinos que buscan un nuevo entendimiento. En vísperas de la cita, en la localidad siberiana de Janti-Mansiisk, Medvédev ha reiterado en una entrevista con la agencia Reuters el compromiso de Rusia con Occidente al afirmar que su país "se concibe a sí mismo y se determina" como parte de Europa y ve a la UE como "la comunidad de una importante parte de países" del continente. Medvédev mostró comprensión ante las diferencias en el interior de la UE que han impedido la entrada en vigor del Tratado de Lisboa. "La solidaridad europea crea problemas para el funcionamiento del mecanismo de la misma UE", ha dicho. Para Rusia, afirma, la UE "no es un socio difícil, sino un socio al que periódicamente le surgen las dificultades".

La cumbre de Janti-Mansiisk culminará con una declaración conjunta sobre los principios que regirán el nuevo acuerdo básico para las relaciones bilaterales (en sustitución del Tratado de Cooperación de 1997). La negociación del documento, que comenzará el 4 de julio en Bruselas, ha estado bloqueada desde otoño de 2006 por el veto de Polonia a causa de sus exportaciones de carne a Rusia, y luego por Lituania a causa de sus problemas de abastecimiento de crudo.

Para la cita europea, Rusia ha elegido un escenario siberiano a tono con su imagen de potencia energética, ya que Janti-Mansiisk es la capital administrativa de su principal región productora de petróleo (Yugra o el distrito de los Jantis y los Mansis en Siberia Occidental). Medvédev subrayó ayer que su país el tercer exportador a los países de la UE y el cuarto mercado para los productos comunitarios. El volumen comercial bilateral fue de 284.000 millones de dólares en 2007 con un 50% de incremento y el 70% de las inversiones directas en Rusia procede de la UE, según el viceministro de exteriores, Alexandr Grushko.

El gran reto para la UE y Rusia es encontrar una forma aceptable de armonizar los aspectos económicos de la colaboración (boyante pero polarizada por los hidrocarburos) con los aspectos políticos (ensombrecidos tras la última ampliación de la UE por los resquemores de los nuevos miembros hacia Moscú) y también los aspectos de seguridad (mermados por el sentimiento de ser excluido que la OTAN, al ampliarse, ha generado en el Kremlin).

Los representantes rusos temen que durante las negociaciones puedan reaparecer los obstáculos que, según ellos, han hecho que la colaboración de Rusia con la UE se convierta en un rehén de las relaciones bilaterales. Konstantin Kosachov, el jefe del comité de Exteriores de la Duma Estatal (Parlamento), opinaba que el nuevo acuerdo debe distinguirse del anterior por establecer de una forma más clara una "relación entre socios en pie de igualdad" y por "extender los principios de mercado a todas las esferas de la cooperación". Las conversaciones "serán mucho más difíciles que en los 90, porque entonces Rusia estaba más dispuesta a concesiones y porque la UE tenía 12 países y no 27". La presencia en la UE de muchos "euronovatos con una difícil historia de relaciones con Rusia" ha incrementado los problemas, señalaba Kosachov, que exhortaba a concentrarse en los campos donde los intereses coinciden. La idea de Moscú no es solo fijar la cooperación, sino también establecer reglas para los campos donde Rusia y Europa compiten entre sí, según el ministro Glushko. El tratado -además de una declaración de principios- podría acabar dividiéndose en acuerdos sectoriales autónomos, para no frenar los campos donde se llegue a un consenso.

Los representantes de Moscú prevén que antes de que se acabe de negociar el tratado, Rusia habrá ingresado en la Organización Mundial de Comercio, con lo que los aspectos económicos en gran parte quedarían recogidos en ese marco y Bruselas y Moscú podrían entonces negociar una zona de libre comercio.

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AP

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