_
_
_
_
_
El futuro de la OTAN

Una Rusia cada vez más aislada busca otra 'perestroika'

Los sectores desplazados por el Kremlin ofrecen ayuda a Medvédev

Pilar Bonet

Mientras Occidente otea las señales sobre el rumbo de Rusia bajo el liderazgo de Dmitri Medvédev, en Moscú las élites toman posiciones y algunos círculos liberales alientan la esperanza de que, tras jurar su cargo el 7 de mayo, el nuevo presidente será receptivo a una democratización paulatina desde arriba. Estos círculos están dispuestos a ayudar a Medvédev, si éste quiere (y puede), a desmantelar gradualmente el sistema de restricciones a la democracia y favores selectivos formado en época de Vladímir Putin.

El desarrollo de la democracia es parte intrínseca de la modernización
Más información
Bush provoca tensiones en la OTAN
El viaje de los adioses
La OTAN abre sus puertas a Croacia y Albania y pone en espera a Ucrania y Georgia

Salvando las distancias, los reformistas rusos están en una disyuntiva parecida a la que se planteaban los de la Unión Soviética hace más de dos décadas y, como aquellos, tienden a creer que la perestroika del siglo XXI hay que iniciarla desde el poder. A diferencia de los achacosos líderes que precedieron a Mijaíl Gorbachov, Putin está sano y dispuesto a dirigir el Gobierno.

Colaborar o no colaborar. Este debate, el más actual entre los liberales rusos, ha sido mantenido en público por Yegor Gaidar, jefe de Gobierno de Borís Yeltsin, y Andréi Ilariónov, el sherpa de Putin en el G-8. El primero invocó el bien de Rusia para no darle la espalda al Kremlin. El segundo se negó a ayudar a unos líderes que se comportan como "delincuentes".

Para quienes decidieron colaborar, los planes de reforma más sofisticados se acumulan hoy en el Instituto de la Modernidad, una entidad dirigida por Igor Yúrgens, vicepresidente de la Unión de Industriales y Empresarios. En marzo, Medvédev participó en un seminario de este instituto. "Las autoridades no necesitan de elogios ni de lisonjas de los expertos, sino de una discusión abierta, pública y a fondo de los procesos en marcha", dijo Medvédev. El presidente entrante aceptó dirigir el consejo supervisor del instituto y, aparentemente, aconsejó a la institución no fichar a dos propagandistas asociados con la línea dura del Kremlin.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

"No soy optimista, pero si existe la mínima posibilidad de ayudar a modernizar a Rusia, estoy dispuesto a utilizarla", decía Yevgueni Gontmájer, respetado miembro del Instituto. Experto en cuestiones sociales y crítico con el régimen, Gontmájer colaboró en proyectos del magnate petrolero Mijaíl Jodorkovski, hoy encarcelado, y fue persona de confianza de Mijaíl Kasiánov, el ex jefe de Gobierno, antes de que éste fuera eliminado de la campaña presidencial.

El origen del Instituto de la Modernidad es un grupo de economistas que comenzaron a reunirse en 2006 por iniciativa de Yurgéns y que adoptaron el nombre colectivo de Sigma. Mientras los países postcomunistas europeos y de los Estados postsoviéticos quieren "un desarrollo normal de la sociedad y la economía, Rusia tiene la intención de volver a constituirse como una gran potencia, no sólo sobre la base del territorio y sus recursos naturales, sino como país democrático de ciudadanos responsables, instituciones eficaces, innovaciones y progreso técnico", señala la Estrategia de Desarrollo de Rusia de Sigma.

Para Gontmajer, "el desarrollo de la democracia es parte intrínseca de la modernización". "Se verá si las esperanzas de cambio son fundadas o no", afirma. Una señal será la apertura o sobreseimiento del segundo proceso penal contra Jodorkovski. Otra señal será el destino de la concepción de desarrollo económico de Rusia hasta 2020, ya elaborada. "Aprobarla ahora sería un mal síntoma porque el texto necesita ser corregido y además hipotecaría al nuevo presidente", afirma. También "habrá que abolir y reformar muchas de las leyes de los últimos años, que restringen las libertades y limitan las actividades de las ONG" y legislar criterios para las corporaciones estatales, dice.

Las corporaciones estatales son unas entidades opacas, vistas como embriones de una nueva oleada de privatizaciones, esta vez entre los allegados de Putin. Un ejemplo de los favorecidos es Serguéi Chémezov, compañero de Putin en el KGB, y que hoy dirige la corporación estatal Rostejnologia. Con dinero del Estado, procedimientos coactivos y sin control social, Chémezov quiere integrar a más de 300 empresas estratégicas y militares en Rostejnologia.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_