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La esposa de Sajarov llega a Roma con el compromiso de no hacer declaraciones

Pilar Bonet

Elena Bonner, la esposa del físico disidente soviético Andrei Sajarov, abandonó ayer Moscú con destino a Italia, donde recibirá tratamiento médico oftalmológico. Antes de salir, aseguró que tiene intención de regresar a la Unión Soviética y que por ello se ha comprometido por escrito a no realizar declaraciones a la Prensa. Decenas de periodistas la recibieron anoche en Roma, desde donde iba a viajar a Siena, ciudad donde será operada de glaucoma.

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Elena Bonner

Bonner, de 62 años, llegó al aeropuerto internacional de Roma a las 22.18, según informa desde la capital italiana Francese Valls. La esperaban decenas de periodistas, fotógrafos y técnicos de televisión y una amiga suya, que sirvió de intérprete."Estoy muy contenta de estar aquí", manifestó la esposa de Sajarov, que vestía un traje color rosa salmón y un sombrero gris.

"Quiero a Italia y a los italianos. Desgraciadamente, no les puedo contar nada porque he firmado un compromiso de que no concedería entrevistas ni conferencias de prensa ni tendría contactos con los medios de comunicación porque quiero volver a mi país. Les pido a todos mis amigos aquí que disculpan mi silencio". Elena Bonner tenía previsto pasar su primera noche en un hotel romano.

Una hora antes el vuelo había hecho escala en Milán, donde subieron al aparato un hijo de Bonner, Alexei, y su yerno Efrem Jankelevic, que se habían desplazado desde Estados Unidos. Se sentaron a cada lado de la esposa de Sajarov durante el trayecto a Roma.

Elena Bonner, que ha pasado 19 meses de exilio junto a Sajarov en la ciudad cerrada de Gorki, recibió permiso para viajar a Occidente el pasado mes de noviembre, poco antes de que el líder soviético, Mijail Gorbachov, se encontrara en Ginebra con el presidente norteamericano, Ronald Reagan.

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"Escribí una declaración según la cual si me daban permiso para viajar a curarme no establecería contacto con corresponsales ni concedería entrevistas ni conferencias de prensa", dijo Elena Bonner antes de abandonar Moscú. Bonner será operada de glaucoma en la ciudad italiana de Siena, donde ya había sido objeto de sendas intervenciones quirúrgicas en 1975 y 1977.

Durante su permanencia en Moscú -donde dio una fiesta de despedida el pasado fin de semana-, Elena Bonner no mantuvo ninguna relación con periodistas occidentales. Un agente de uniforme permanentemente apostado en el portal facilitó la tarea impidiendo el acceso al domicilio, que había sido puesto a punto por amigos de la familia antes de que se trasladara de Gorki a Moscú.

Elena Bonner mostró en el aeropuerto romano un aspecto tranquilo, incluso contento, acompañada de un grupo de amigos, varias señoras entradas en años y un joven. Evadiéndose de los focos y micrófonos que la perseguían, agradeció la atención de los corresponsales y les pidió: "Quiero volver a casa y, por favor, no me impidan hacerlo".

La mujer, una de los fundadores del grupo de Helsinki para vigilar el respeto a los derechos humanos en la URSS, no contestó a las preguntas sobre la salud de Sajarov -que había realizado una huelga de hambre para que dejaran salir a su esposa- e insistió en que no le preguntasen.

En la aduana seis funcionarios se ocuparon de registrar a conciencia siete bultos de equipaje -bolsas de mano y maletines de distintos tamaños-, revolviendo libros, objetos de tocador, fotos familiares, discos con poemas de Pushkin y enseres personales durante casi media hora.

La Prensa italiana daba ayer por seguro que Elena Bonner será recibida por el papa Juan Pablo II; el presidente de la República, Francesco Cossiga; el primer ministro, Bettino Craxi, y el ex presidente Sandro Pertini. Un portavoz del Vaticano manifestó ayer que la esposa de Sajarov no había pedido todavía audiencia al Papa, pero que, en caso de que la solicitara, le sería concedida. Más información en la última página

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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