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La ONU autoriza una intervención militar en Somalia para garantizar el reparto de ayuda

Antonio Caño

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas votó en la madrugada de hoy (hora española), por unanimidad, a favor del uso de la fuerza para garantizar la distribución de ayuda humanitaria en Somalia. La votación, que no contó ni siquiera con las abstenciones de China y de países no alineados, da luz verde a una inmediata y masiva intervención militar de Estados Unidos y otras naciones, en una repetición del modelo utilizado en la Operación Tormenta del Desierto. En el despliegue participarán entre 20.000 y 30.000 soldados. Un contigente de 1.800 marines está ya ante las costas somalíes.

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El final de la indiferencia

El presidente norteamericano, George Bush, que ayer se reunió con los jefes de sus fuerzas armadas para planificar los detalles de la operación, tiene previsto informar hoy al Parlamento y a la nación sobre el alcance de una misión con la que quiere pasar la última página de su nuevo orden internacional.El Consejo de Seguridad necesitó cuatro días de conversaciones privadas y poco más de una hora de reunión ayer para respaldar una operación en la que estarán implicados entre 20.000 y 30.000 soldados.La resolución aprobada anoche no marca un límite preciso para la conclusión de la misión, pero Estados Unidos pretende que sus tropas estén de regreso antes de que Bill Clinton tome posesión como nuevo presidente norteamericano, el próximo 20 de enero. El texto que consiguió ayer el respaldo unánime del máximo órgano decisorio de la ONU afirma que la tragedia humana de Somalia, donde mueren de hambre 1.000 personas diariamente, constituye "una amenaza para la paz y la seguridad internacional". Por consiguiente, el Consejo de Seguridad autoriza a los países miembros de la ONU el uso de "todos los medios necesarios" para establecer "tan pronto como sea posible un clima seguro para las operaciones de ayuda humanitaria". Un primer contingente de 1.800 soldados norteamericanos está a la espera frente a las costas de Somalia.

Tercera intervención

Ésta será la tercera intervención militar de Estados Unidos en un país extranjero desde que Bush accedió a la presidencia y la pri mera en la que el objetivo no es político ni militar, sino puramente humanitario. Asimismo es la primera para la que Washington no ha encontrado oposición significativa de ninguna parte del mundo y, seguramente será la última antes de que Bill Clinton asuma la presidencia norteamericana el próximo 20 de enero.

Países tan relevantes como Francia han mostrado su decidido apoyo a la operación en Somalia. Según un comunicado de la presidencia de la República francesa, el país galo piensa realizar una "contribución sustancial" a la operación militar de urgencia en Somalia bajo el mandato de las Naciones Unidas.

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Las autoridades norteamericanas pretenden que su despliegue militar en Somalia se produzca sin necesidad de disparar un solo tiro, pero existe el temor a que la proliferación de bandas armadas y el clima de desgobierno que impera en aquel país del llamado Cuerno de África puedan complicar de modo imprevisto una operación que se presenta como una simple protección para la distribución de alimentos. El Gobierno de George Bush cuenta para esta misión con un enorme respaldo de los políticos y la opinión pública norteamericana, que, desde el propio Clinton hasta Jesse Jackson, se han manifestado a favor de una intervención militar.

Mando estadounidense

Como en el caso de la operación Tormenta del Desierto, lanzada sobre Irak tras la invasión de Kuwait el 2 de agosto de 1990, la misión en Somalia está, de hecho, mandada e integrada mayoritariamente por Estados Unidos, aunque la cobertura legal corresponde a la ONU y está prevista también la participación simbólica de otros países.

Entre los Estados que colaborarán con la aportación de fuerzas militares se encuentran Canadá, Egipto, Pakistán, Italia, Francia y el Reino Unido.

La resolución del Consejo de Seguridad deja intencionadamente confuso el aspecto del mando de las tropas, y le concede al secretario general de Naciones Unidas, Butros Gali, la capacidad para realizar los arreglos necesarios en relación con "el mando unificado y el control de las fuerzas".

No obstante, todos los observadores anticipan que el mando de las tropas recaerá en algún mando militar norteamericano.

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