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Sarkozy atraviesa el ecuador con apuros

El presidente de Francia embarranca en los últimos sondeos, cuando se cumple la mitad de su mandato

Antonio Jiménez Barca

Nicolas Sarkozy atraviesa esta semana el ecuador de su mandato: dos años y medio al frente de la República Francesa. Y las cuentas no salen. Varios sondeos publicados recientemente al socaire de la simbología de la fecha ilustran que su posición se tambalea. Dos de cada tres franceses desaprueban su labor, según una encuesta difundida por Canal +. Lo que publica el último número de Paris Match es aún más determinante: Sarkozy ha perdido seis puntos en el último mes, con un 39% de aprobación: la peor marca jamás alcanzada, según la revista.

Hay que tener en cuenta que desde enero de 2008, ocho meses después de ser elegido, Sarkozy ha fluctuado siempre por debajo del 50%. Pero su dinámica y explosiva presidencia de la Unión Europea (segundo semestre de 2008) y su rápida reacción ante el hundimiento económico y financiero mundial le insuflaron algo de oxígeno y popularidad. Ahora ambos han desaparecido tras la realidad anodina del día a día, el paro rampante (roza ya el 9%) y las broncas con sus propios diputados. Y también, en el último mes, por las inoportunas confidencias de su ministro de Cultura, Frédéric Mitterrand, sobre sus excursiones a Tailandia como turista sexual y, sobre todo, por el intento consentido de su hijo, Jean Sarkozy, de 23 años, sin carrera universitaria, de aspirar a presidir La Défense, el barrio de los negocios de París.

A este respecto, el sondeo de Paris Macht lo dejaba claro: el principal tema de conversación de los franceses estas semanas, por detrás sólo de la gripe A, era la candidatura del joven Sarkozy (que acabó por renunciar tras la presión mediática y paterna).

El propio presidente admitió esta semana en una reunión con periodistas que la intentona de su hijo fue un error táctico: "Desde que desató la polémica, fue algo que no estuvo bien", aseguró. También repite una frase que le gusta mucho, según asegura Le Figaro: "Cuando me miro al espejo, me desespero; cuando me comparo con otros, me consuelo". Alude a la situación económica de otros países, peor que la francesa, y a sus oponentes políticos: el Partido Socialista francés (PS), en constante busca de líder y el centrista François Bayrou, borrado del mapa después de su derrota en las últimas elecciones europeas.

Aparentemente desactivada la oposición, los problemas de Nicolas Sarkozy siempre le asaltan desde sus propias filas. Ejemplo: cuando la polémica del hijo remitía, surgió otra, protagonizada por la política más popular del actual Gobierno: la secretaria de Estado de Deportes y antigua secretaria de Estado de Derechos Humanos, Rama Yade, conocida por hacer la guerra por su cuenta y opinar lo que le viene en gana sin pensar ni en la imagen de Sarkozy ni en la coherencia (o buen ambiente) del Gobierno. "Que cierre la boca o dimita", le ha soltado hace poco la titular de Familia, Nadine Morano.

Entre tanto, ayer se hizo público otro sondeo: el presidente del Fondo Monetario Internacional (FMI), el ex dirigente socialista Dominique Strauss-Khan, ganaría a Sarkozy en unas hipotéticas elecciones presidenciales celebradas ahora. El Partido Socialista francés, que desde hace un año vive ahogado en sus propias crisis de identidad, comienza a adivinar un futuro que hasta ahora no existía. ¿Un espejismo? ¿Una tendencia? La respuesta vendrá en primavera, con las próximas elecciones regionales.

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Nicolas Sarkozy, durante un discurso pronunciado ayer en la universidad de La Sorbona.
Nicolas Sarkozy, durante un discurso pronunciado ayer en la universidad de La Sorbona.AFP

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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