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Sarkozy copia el proceso español de regularización de inmigrantes

"A título excepcional, es necesario poder regularizar trabajadores. Esta enmienda faculta a la autoridad administrativa para regularizar a un extranjero, con la reserva de que obtenga un trabajo en un oficio y en una zona geográfica caracterizada por dificultades de reclutamiento".

Este texto, que podría pasar por la definición del proceso de normalización de inmigrantes llevado a cabo en 2005 por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, es en realidad la justificación de una enmienda que la mayoría parlamentaria del presidente francés, Nicolas Sarkozy, acaba de introducir en su polémica ley de inmigración. De este modo, Francia abre la puerta a una regularización masiva de inmigrantes.

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El proceso de normalización español fue diseñado para aliviar una situación heredada del último Gobierno del PP. Trataba de hacer aflorar una gran bolsa de economía sumergida que alimentaban cerca de un millón de inmigrantes en situación de esclavitud.

La regularización logró aflorar 600.000 puestos de trabajo negro. De ella, no sólo se beneficiaron los trabajadores inmigrantes irregulares, sino también sus empleadores, que se hallaban fuera de la ley.

El proceso español se basó en tres premisas: que los inmigrantes llevaran cierto tiempo residiendo en España, que carecieran de antecedentes penales y -condición sine qua non- que sus patronos les dieran de alta en la Seguridad Social.

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Inmediatamente después, el Gobierno elaboró un catálogo de ocupaciones de difícil cobertura. Esa relación, que es consensuada y renovada cada tres meses con empresarios y sindicatos, muestra los puestos de trabajo para los que no existe mano de obra española en cada provincia, y se ha convertido en la principal vía de acceso de la inmigración regular.

La enmienda avalada por la mayoría de Sarkozy combina ambos procedimientos: abre la posibilidad de conceder tarjetas de residencia temporal a los extranjeros para trabajar en oficios y áreas geográficas caracterizadas por la "dificultad de reclutamiento y que figuren en la lista establecida por la autoridad administrativa tras consulta con los sindicatos".

Críticas anteriores

Si la regularización de Zapatero fue calificada de "error colosal" por el líder del PP, Mariano Rajoy, la iniciativa Sarkozy soporta críticas similares del ultraderechista Jean-Marie Le Pen.

La asunción de la tesis española por parte de Sarkozy deja en evidencia al primer ministro francés, François Fillon, quien, para justificar la dureza de su Gobierno frente a los inmigrantes, reveló hace dos meses una supuesta confidencia que le habría hecho Zapatero. Ante las cámaras de TF1, Fillon afirmó que el jefe de Gobierno español "lamenta amargamente" haber regularizado a "cientos de miles de inmigrantes" y "se ha comprometido a no hacerlo de nuevo".

A pesar de que La Moncloa le pidió una rectificación, Fillon se limitó a hacer pública una nota en la que decía "comprender" que el proceso español de regularización era "la única solución para poner fin a una situación compleja y delicada".

El titular de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha descartado un nuevo proceso de regularización en España, dado que la cifra de inmigrantes irregulares "ha bajado" y que el número de repatriaciones "ha subido".

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