_
_
_
_
_
Reportaje:

¿Sarkozy, el espía?

Varios periodistas denuncian que el presidente francés ha ordenado vigilarlos por escribir artículos comprometedores

Antonio Jiménez Barca

El miércoles, el semanario satírico Le Canard Enchaîné, que de vez en cuando suelta bombazos informativos capaces de desestabilizar al Gobierno, se descolgó con un artículo sorprendente que sacudió el patio mediático-político francés. Firmado por el director de la publicación, Claude Agneli, el texto denunciaba que, desde hacía un año, el presidente Nicolas Sarkozy encargaba personalmente a los servicios secretos franceses espiar a determinados periodistas cuyas informaciones punzaban nervios sensibles del Gobierno o los suyos propios. "Cada vez que un periodista afronta una investigación molesta, Sarkozy ordena a Bernard Squarcini, jefe de la Dirección Central de Investigación Interior [DCRI por sus siglas en francés, esto es, el contraespionaje francés], que se interese por el asunto", arrancaba la información.

El Elíseo niega la acusación y anuncia querellas contra los informadores
Más información
La protesta contra la reforma de las pensiones toca fondo

Esto significa, según el artículo, que al periodista en cuestión se le investiga y, gracias a una oportuna localización de sus facturas telefónicas, se le cotejan las llamadas hechas desde su teléfono fijo o su teléfono móvil. "Tenemos buenos contactos en las compañías telefónicas", comentaba una fuente del artículo. La información añadía que a Squarcini, bautizado El Escualo por los policías a sus órdenes, nombrado personalmente por Sarkozy en 2008 para colocarse al frente de 4.000 agentes especializados, no le gustan mucho esas misiones particulares que, a su juicio, le distraen de otras más importantes: entre otras, la de conjurar las amenazas terroristas sobre Francia insufladas desde Al Qaeda. Pero el jefe de los espías, según Le Canard Enchaîné, hasta ahora, ha aceptado.

El Elíseo desmintió al día siguiente la información, calificándola de "extravagancia" y Squarcini ha anunciado que se querellará contra el semanario. El secretario general de la Unión por un Movimiento Popular, el partido de Sarkozy, Xavier Bertrand, aseguró el jueves sobre Le Canard Enchaîné: "Publican cualquier cosa". La ministra de Justicia, Michèlle Alliot-Marie, añadió el viernes: "Todo esto me parece un poco fantasmagórico".

Pero no es la primera vez que se acusa a Sarkozy y a sus consejeros de apelar a métodos directos de contraespionaje para tratar de desenmascarar las fuentes de los periodistas que manejan filtraciones comprometedoras. O que se utilizan estos mismos medios especializados para atajar o controlar una información molesta.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

En abril de 2010, un intranscendente blog denominado Mik107, alojado en el periódico Le Journal du Dimanche, divulgó un bulo en el que se aseguraba que Nicolas Sarkozy y Carla Bruni estaban a punto de separarse. El rumor, aireado en primer lugar por la prensa británica, dio la vuelta al mundo en un día. Sarkozy afirmó entonces en una rueda de prensa que no iba a perder "ni un microsegundo" en el tema. Pero un colaborador suyo, Pierre Charon, afirmó poco después -dejando estupefacta a media Francia- que todo respondía a la intención de desestabilizar al Elíseo desde determinados círculos financieros interesados en torpedear la futura presidencia francesa del G-20. Y El Escualo, amparado por esta algo paranoica interpretación, ordenó a sus investigadores que rastrearan el origen del bulo para atajarlo de raíz. "Se trataba de determinar si existía una maniobra de desestabilización concertada. Lo que yo he hecho por el jefe del Estado, ya lo he hecho por otros parlamentarios", explicaba Squarcini al semanario L'Express.

En septiembre explotó otro caso, aún más grave. Le Monde denunció directamente al Elíseo ante el juez por perseguir, con los métodos acostumbrados de la DCRI, las fuentes de información de Gérard Davet, un periodista de su plantilla. Davet había dado cuenta en julio de una información reveladora en un momento crucial: hizo pública parte de la confesión ante el juez de Patrice de Maistre, el gestor de la fortuna personal de Liliane Bettencourt, heredera del imperio L'Oréal y epicentro de un escándalo tentacular en el que se mezclan las rencillas familiares, las herencias astronómicas, el fraude fiscal y el trato de favor por parte del poder hacia la anciana hipermillonaria. En su declaración, De Maistre ponía en verdaderos aprietos al ministro de Trabajo, Eric Woerth, cuya mujer había sido contratada, por un sueldazo, como asesora financiera de Bettencourt. La exclusiva irritó tanto al Elíseo que, según Le Monde, encargó a los servicios secretos localizar la fuente de información. Tras ciertas conjeturas, designaron como posible foco de la filtración a un consejero del Ministerio de Justicia. Tras comprobar las facturas del móvil del periodista de Le Monde, el consejero fue apartado de su cargo y trasladado fulminantemente a la Guyana Francesa, encargado de un vago cometido judicial.

Hay más: en las últimas semanas, al periodista de Le Monde le han desaparecido de su casa el ordenador y el GPS; lo mismo les ha ocurrido (aunque con los portátiles o los discos duros de sus portátiles de sus puestos de trabajo) a otros informadores. Todos sospechan que la larga mano de los servicios secretos franceses puede estar tras los robos.

Sarkozy, al ser preguntado por el asunto, respondió tranquilamente: "Yo no sé en qué me concierne esto, la verdad".

El propio Squarcini ha afirmado al periódico Libération: "Yo no recibo órdenes directas de Sarkozy, yo no robo ordenadores, a mí no me interesan los periodistas. Y sus fuentes, me interesan solo cuando están emplazadas en altos puestos ministeriales".

Todo es, por tanto, muy resbaladizo. Por lo pronto, el Partido Socialista francés ha pedido una investigación parlamentaria mientras que, desde diversos medios, se señala como verdadero cerebro de estas intrigas al todopoderoso secretario general del Elíseo, Claude Géant, estrecho colaborador de Sarkozy, presente en todo tipo de mejunjes relacionados con el poder.

SCIAMMARELLA

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_