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Revolución democrática en el Magreb

Sarkozy justifica la pasividad francesa

"La metrópoli no puede pronunciar juicios sobre la ex colonia", dice el presidente

Antonio Jiménez Barca

Nicolas Sarkozy, presidente de la República Francesa, habló ayer por primera vez de la revuelta tunecina. Y disculpó la reserva, el silencio y el apoyo que su Gobierno otorgó al régimen dictatorial de Ben Ali hasta su último momento. Según Sarkozy, a Francia —primer socio económico de Túnez y antigua metrópoli— este pasado le ata en cierto sentido las manos: "La potencia colonial es siempre ilegítima para pronunciar un juicio sobre los asuntos de la ex colonia. Así que yo reivindico una cierta reserva sobre esto. No quiero que la postura de Francia pueda asimilarse con la de un país que conserva ciertos reflejos coloniales".

Con todo, el presidente francés reconoció haber subestimado el grado de descontento del pueblo tunecino: "Detrás de la emancipación de las mujeres, del esfuerzo en educación y de formación, del dinamismo económico, latía una desesperanza, un sufrimiento y un sentimiento de ahogo que, hay que reconocerlo, no fuimos capaces de apreciar en su justa medida".

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La postura de Francia, muy criticada por la oposición socialista y por muchos disidentes tunecinos, quedó marcada especialmente cuando la ministra de Asuntos Exteriores, Michèle Alliot-Marie, tres días antes de que Ben Ali fuera derrocado, propuso en el Parlamento enviar policías a Túnez a fin de que mostraran a los agentes tunecinos "su buen hacer" a la hora de controlar incruentamente las manifestaciones.

Sarkozy criticó la corrupción que lastraba al régimen de Ben Ali, aseguró que los tunecinos "son ahora dueños de su destino" pero respaldó a su ministra, que se encontraba presente en la sala: "Solo quería evitar dramas, no posicionarse contra los manifestantes". Luego recordó, para contrarrestar las voces que le han afeado su excesiva tolerancia hacia Ben Ali, que "toda la oposición tunecina ha vivido en territorio francés".

Sarkozy habló también de los dos rehenes franceses que murieron en Malí el pasado 7 de enero mientras fuerzas especiales francesas trataban de liberarles, tras haber sido secuestrados en Níger. "Fueron cobardemente asesinados. El helicóptero francés no fue el primero en disparar", dijo.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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