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Reportaje:

Scotland Yard, bajo la lupa de la sospecha

La sombra de la sospecha se cierne sobre el comisario de Londres, acusado de mentir sobre la muerte del joven brasileño en el metro

Francisco Peregil

Hace 176 años, dos comisarios ingleses recibieron la orden de crear la que iba a convertirse en la policía más famosa del mundo. La casa donde vivían daba a un patio (courtyard). La calle se llamaba Whitehall Place, pero nadie conocía la zona por ese nombre. Bien porque cerca de allí se hospedaban los reyes y embajadores de Escocia cuando bajaban a Londres o bien porque aquellos terrenos en la Edad Media pertenecían a un tal Scott, el caso es que en 1829 nació la Policía Metropolitana de Londres y todo el mundo comenzó a llamarla Scotland Yard. Desde entonces ha cambiado varias veces de sede pero la policía sigue conociéndose en resto del mundo como Scotland Yard. Ahora, este cuerpo de más de 30.000 agentes que abarca a una población de siete millones de personas se enfrenta a lo que su propio comisario, Ian Blair, considera la investigación más grande en la historia inglesa. Y el propio jefe de Scotland Yard se mueve bajo la lupa de la sospecha.

Ian Blair, de 52 años, es un policía prestigioso formado en Oxford y Harvard
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Ni las 12 mujeres a las que mató Jack el Destripador desde 1888 a 1891, ni los atentados del IRA en Londres superan a las 52 víctimas que murieron a manos de cuatro suicidas el 7 de julio. Durante la búsqueda y persecución de otros posibles terroristas, el 22 de julio murió Jean Charles de Menezes, electricista brasileño de 27 años, cuyo único vínculo con los suicidas era que vivía en el mismo bloque de pisos que uno de ellos. No es la primera vez que la policía mata por equivocación a un inocente. Pero lo que ha escandalizado a la sociedad británica es que el propio jefe de Scotland Yard, Ian Blair, ha mentido, aparentemente, a la hora de explicar cómo murió De Menezes. Como en los clásicos crímenes del genero policiaco, en esta historia nada es lo que parece.

El día en que falleció De Menezes, Scotland Yard dijo que su vestimenta era "sospechosa" y el testigo Mark Whitby declaró que llevaba un abrigo abultado. Esta semana se supo, a través de unos documentos filtrados por alguien de la Comisión Independiente de Investigación de Quejas de la Policía (CIIQ, en inglés), que De Menezes vestía una chaqueta vaquera. Ian Blair dijo sólo cinco horas después de la muerte: "Por lo que yo sé de la situación, el hombre rechazó obedecer las instrucciones de la policía". Otro testigo añadió que De Menezes había saltado el torniquete de entrada a la estación cuando era perseguido. En los documentos filtrados esta semana se asegura que entró con su billete y cogió un diario gratuito antes de entrar. Y para más sorpresa, se ha sabido que uno de los agentes que lo perseguían agarró al brasileño por el torso y el brazo antes de que le disparasen. Con lo cual, de confirmarse, la policía mató de siete balazos en la cabeza y uno en el hombro a una persona inmovilizada.

El problema no es tanto lo que Ian Blair ha dicho, sino lo que ha callado sobre la investigación. Gareth Peirce, la abogada de la familia De Menezes, cree que podía haber salido al paso de "las mentiras" que se han dejado correr sobre la muerte del brasileño. También cuestiona la licencia para matar que ha concedido Scotland Yard a sus hombres a raíz de los atentados. En teoría estamos ante un caso claro de corporativismo en el que Ian Blair pretende proteger a sus hombres incluso a costa de que no se haga justicia por la muerte de un inocente.

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Pero tal vez esa impresión adolezca de rigor en un caso donde las cosas no siempre son lo que parecen. Ian Blair es un policía de 52 años que se ha labrado una buena reputación en Scotland Yard a base de defender a las minorías étnicas dentro del cuerpo y de luchar contra el machismo, la homofobia y la corrupción dentro de la propia policía. Estudió filología inglesa en Oxford y completó su formación en la universidad estadounidense de Harvard. Desde que llegó el año pasado a la jefatura de Scotland Yard se ha caracterizado por su política de puertas abiertas. A menudo, en medio de las entrevistas suelta citas de filósofos y escritores. Tal vez sea el pedigrí de policía progresista lo que influya en el hecho de que hasta los periódicos que más han criticado la política gubernamental de mano dura contra el terrorismo hayan salido en su defensa. Ayer, el artículo editorial del diario de izquierdas The Guardian se titulaba: "Él debe quedarse... de momento". The Guardian cree que el sector más conservador de Scotland Yard se está frotando las manos con la posible dimisión de Ian Blair. Y cree que éste tiene razón cuando dice que hay que recordar el contexto en el que sucedieron los hechos. "Los oficiales que mataron a De Menezes creían, trágica y equivocadamente, que estaban impidiendo otro atentado. Si hubieran estado en lo cierto, hoy serían héroes. En lugar de eso, como estaban equivocados, hoy son tratados por alguna gente como villanos".

La sombra de la sospecha no sólo se cierne sobre el jefe. Una de las personas más vinculadas a él es Cressida Dick, la oficial de 44 años que desde las oficinas centrales de Scotland Yard coordinaba la operación de vigilancia y detención del sospechoso que resultó ser un electricista brasileño. En teoría, ella tenía que dar o no dar la orden para que se matara a De Menezes. Pero el diario The Daily Mail ha publicado que lo que ella dijo fue: "Hagan lo que sea para que no entre en el metro". Cressida Dick se licenció en criminología en la universidad de Cambridge. Dentro de Scotland Yard tiene fama de ser una persona con las puertas de su despacho siempre abiertas para los agentes más nuevos. Fuentes de la policía aseguran que ha dicho sentirse "devastada" por la muerte de De Menezes.

Ahora, tanto ella como Ian Blair se hallan bajo el escrutinio de los investigadores de la Comisión Independiente de Investigación de Quejas de la Policía, organismo que creó el Gobierno el año pasado y a cuyo mando se encuentran reputados luchadores de los derechos civiles. El vicepresidente, John Wadham, de 53 años, fue director del grupo Liberty, que ahora se opone a las medidas del Gobierno para luchar contra el terrorismo, y también fue compañero de bufete de la abogada de la familia De Menezes, Gareth Pierce.

Pierce es una experta en ganar casos del tipo nada es lo que parece. En ella está basado el personaje de la abogada que protagoniza Enma Thompson en la película En el nombre del padre. Pierce consiguió demostrar la inocencia de cuatro irlandeses del norte que se pasaron 15 años en la cárcel por el atentado de 1974 contra un pub londinense donde murieron cinco personas. También consiguió la repatriación de los cuatro presos británicos encarcelados en Guantánamo. El año pasado no logró evitar que la justicia británica aprobara la extradición a España de Iñigo Makazaga, a quien la Audiencia Nacional reclamaba desde junio de 2001 por varios delitos de terrorismo. En la actualidad, Gareth Pierce defiende a siete de los diez islamistas radicales a los que el Ministerio del Interior ha encarcelado este mes en su política de mano dura.

En teoría, Pierce y su antiguo compañero de despacho, el vicepresidente de la Comisión Independiente, John Wadham, están en la misma trinchera. Pero tampoco eso es como parece. Pierce ha declarado que no se fía ya del trabajo de la comisión. Y reclama una investigación con luz y taquígrafos. Wadham ha dicho que los investigadores no terminarán su trabajo hasta dentro de tres meses, como mínimo. Pero eso es más de lo que mucha gente cansada de medias verdades está dispuesta a esperar.

El cadáver de Menezes yace en el metro de Londres el 22 de julio, en una imagen de la cadena ITV.
El cadáver de Menezes yace en el metro de Londres el 22 de julio, en una imagen de la cadena ITV.REUTERS

La 'licencia para matar', revisada

La muerte de Jean Charles de Menezes ha hecho que Scotland Yard se replantee las condiciones de su licencia para matar implantada en el Reino Unido seis meses después de los atentados del 11-S en Nueva York y Washington. La policía autorizó a sus especialistas en terrorismo a disparar a la cabeza de cualquier sospechoso de llevar explosivos adosados al cuerpo.

Ayer, fuentes de Scotland Yard indicaron que se van a modificar las condiciones de la Operación Krator, nombre con el que se conoce al nuevo conjunto de normas para enfrentarse a suicidas, aunque no aportaron más detalles. La sociedad británica no tuvo conciencia de que se había implantado la Operación Krator hasta que los agentes mataron a Jean Charles de Menezes.

El comisario jefe de Scotland Yard, Ian Blair, dijo ayer que aunque la muerte del brasileño fue "trágica", había que tener en cuenta el contexto. El ministro del Interior, Charles Clarke, salió en su defensa y dijo que estaba muy contento con la actuación de Blair y de la policía. "Obviamente, la muerte de Menezes fue una terrible tragedia, y necesita ser profundamente investigada, que es lo que la Comisión Independiente, y quiero enfatizar lo de independiente, está haciendo", señaló Clarke.

Pero el Gobierno brasileño, después de las filtraciones que han salido a la luz pública esta semana, ha decido no fiarse sólo del trabajo de la comisión y ha enviado a dos funcionarios del Ministerio de Justicia para entrevistarse con responsables de la comisión y con jefes de Scotland Yard.

Menezes murió a los 27 años y había llegado con 23 a Londres. Vivía con dos primos suyos. Trabajaba como electricista y su sueño era ahorrar lo suficiente para comprarse una máquina apisonadora. Quería meterse en el mundo de la construcción de carreteras. "Lo que más le gustaba de Londres", recuerda un amigo, "era que había gente de todo el mundo y que con todo el mundo te podías relacionar".

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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