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El Sinaí, región de alto riesgo

La seguridad se ha deteriorado desde la caída de Mubarak

No era un remanso de paz. Las autoridades egipcias perseguían en la zona norte del Sinaí, una región extremadamente sensible, a supuestos terroristas de Al Qaeda desde hace años. Las carreteras que bordean esta zona norte de la península están salpicadas cada pocos kilómetros de controles policiales y extensas áreas permanecen totalmente vedadas (salvo para los residentes, tribus beduinas) a la presencia de extranjeros. Las autoridades egipcias sospechan que en esta desértica región se preparan los ataques terroristas que han sacudido periódicamente el Sinaí y golpeado su turismo. Pero el Gobierno egipcio a menudo ha lamentado la escasez de fuerzas de seguridad que puede desplegar en este área.

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Los acuerdos de paz firmados en 1978 entre Egipto e Israel limitan drásticamente la presencia de uniformados egipcios en los 20 kilómetros que lindan con la frontera, y en toda la península. Pero el pasado 11 de febrero Hosni Mubarak renunció a la presidencia de Egipto y se refugió en su villa de Sharm el Sheij, en el sur del Sinaí, paraíso de balnearios para los buceadores. Y con su desaparición del teatro político, el panorama cambió radicalmente en el norte de la península y a lo largo de los 260 kilómetros de frontera con Israel. Juicio al margen, Mubarak es historia; la presión de la policía en la región septentrional se relajó, y el Gobierno de Benjamín Netanyahu tomó cartas en el asunto. Por primera vez desde que se firmaron los acuerdos de paz, un Gobierno israelí permitía a El Cairo desplegar 800 soldados más.

No ha sorprendido demasiado a los responsables de la seguridad israelí que un grupo de terroristas pudiera colarse en Israel. Los síntomas de que la anarquía impera en el Sinaí eran abundantes.

Hace casi tres semanas, una comisaría de El Arish -principal ciudad del Sinaí septentrional, a unas pocas decenas de kilómetros de Gaza- fue asaltada con lanzagranadas en una batalla que duró nueve horas. Al menos cinco atentados con cohetes contra el gasoducto que canaliza el gas hacia Israel han provocado el corte del suministro en los últimos seis meses, y el contrabando de vehículos hacia Gaza es un próspero negocio que se hace a plena luz del día por los túneles que atraviesan la frontera con Egipto en la dividida ciudad de Rafah. El proyecto para construir una barrera metálica subterránea que inutilizara los túneles de Rafah no ha prosperado.

Hasta ahora, y al margen de los inmigrantes africanos que intentan cruzar ilegalmente la frontera para alcanzar Israel -con frecuencia los desdichados son abatidos a tiros por los agentes egipcios en la misma frontera-, los incidentes violentos habían sido muy escasos, y los proyectos de Israel apuntaban a otras preocupaciones.

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Israel se propone acelerar la construcción de un muro con puestos de vigilancia a lo largo de un segmento de la frontera (no en la zona de Eilat, donde ayer se produjeron los atentados), en principio para frenar la inmigración de subsaharianos.

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