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LA POSGUERRA DE IRAK

Soldados de EE UU matan a varios civiles en un mercado de armas en Tikrit

Se eleva a 17 el número de muertos en el atentado del jueves contra la Embajada jordana

Ramón Lobo

Soldados de la 4ª División estadounidense dispararon ayer contra un mercado ilegal de armas usadas en Tikrit, lugar natal de Sadam Husein, situado 200 kilómetros al norte de Bagdad. Los militares irrumpieron cuando un vendedor efectuaba una demostración ante sus clientes. Dos iraquíes resultaron muertos, según los norteamericanos. Fuentes hospitalarias locales elevaron la cifra a seis, entre ellos un niño. El teniente coronel Bill Macdonald, portavoz de esa división norteamericana, recordó las reglas de juego: "Toda persona armada es un enemigo potencial".

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La acción se produce 24 horas después de que el jefe del Ejército de EE UU en Irak, general Ricardo Sánchez, anunciara un cambio de táctica para poner fin a los registros indiscriminados y a la actitud agresiva y arrogante de sus tropas. La frase, pronunciada el jueves, coincidía con un tiroteo en la calle de Karrada, la más comercial de la capital. Decenas de soldados acordonaron tres manzanas después de que una patrulla fuese atacada. En el operativo, un blindado disparó contra un edificio. Una veintena de civiles, aterrorizados, salieron con los brazos en alto mientras se extendían las llamas. Otros soldados, apostados entre las neveras y aparatos de aire acondicionado embalados, apuntaban fuera de sí a curiosos y periodistas. Para ellos, todos eran posibles terroristas.

Existe escasa información sobre lo ocurrido en Tikrit, una pequeña ciudad de amplias y cuidadas avenidas, cuna de Saladino y Sadam. Los norteamericanos insisten que en ese mercado había francotiradores, pero personas del lugar aseguran que los disparos procedían de un fusil mientras el vendedor demostraba la eficacia de la mercancía. Los soldados rodearon el área apoyados de una docena de carros de combate y blindados. Los tikritis fueron los beneficiados de la dictadura y ahora se sienten los perdedores. Es el vértice superior del triángulo suní (junto a Ramadi y Bagdad), en él se suceden la mayoría de los ataques. EE UU cree que Sadam se esconde en esa zona.

Los mercados ilegales de armas florecen en Irak estimulados por la inseguridad. Los hay también en Diwaniya, donde han llegado los soldados españoles. En esos zocos se trafica con casi todo: Kaláshnikov, pistolas, granadas de mano... Los portavoces de la 4ª División en Tikrit mostraron parte de ese arsenal y unos cables. Para ellos son la prueba de que allí se vendía material para fabricar explosivos. Un carné del Baaz era la prueba de la vinculación con el régimen.

Mientras, en Bagdad se acumulan las versiones sobre los motivos y autores del atentado del jueves contra la Embajada jordana. Dos de los 13 heridos, que se encontraban en estado muy grave, fallecieron durante la madrugada y otros cuatro cuerpos fueron hallados ayer bajo un muro derruido, con lo que el número de muertosse eleva ya a 17. El mando estadounidense insinuó que el grupo Ansar al Islam, al que relaciona con Al Qaeda, podría ser el autor.

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Se trata de un grupúsculo de unos centenares de militantes creado en 2001. Son sunís wahabitas. Aplicaron en las aldeas montañosas bajo su control, próximas a la frontera iraní, una versión radical del islam. Llamados los talibanes de la montaña, sus acciones se han limitado a enfrentamientos con la Unión Patriótica del Kurdistán. Son responsables del asesinato de mujeres que se negaron a cubrirse el rostro, según la ONG Human Rights Watch, pero jamás han actuado ni tenido una infraestructura en Bagdad. Abominan del Estado laico y difícilmente podrían mantener una relación táctica con los restos del régimen, al que tildaron de infiel. Estados Unidos les adjudicó la paternidad de un atentado con coche bomba el 22 de marzo en Suleimaniya. Sus bases fueron bombardeadas y se proclamó su huida. El Consejo de Gobierno provisional iraquí no parece creer en esa versión, pues responsabilizó del atentado del jueves a "fieles del derrocado régimen".

Bagdad amaneció ayer como siempre: soñolienta tras una noche de cortes de luz y cercana a los 51 grados. En los corrillos, los dimes del tiroteo de Karrada y el atentado de la Embajada. "Esto no va a cambiar hasta que se vayan", dijo un hombre en referencia a los ocupantes. En el barrio de Al Mansur, donde se concentran las legaciones extranjeras, un soldado murió. Es el quincuagésimo sexto desde el 1 de mayo. El Ejército anunció una investigación, pues no es seguro que fuera un atentado.

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