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El dictador Leónidas Trujillo está enterrado en El Pardo

Los restos mortales del ex dictador de la República Dominicana Rafael Leónidas Trujillo reposan en un mausoleo anónimo de mármol negro en el cementerio municipal de la localidad madrileña de El Pardo. El féretro de Trujillo, llegó a España en 1970, nueve años después de su muerte en un atentado. Sus restos fueron inhumados el 19 de noviembre del mismo año, según consta en el archivo del cementerio de la Almudena, seis meses después de la muerte de su hijo Rafael, enterrado en el mismo panteón. Estas informaciones fueron confirmadas por la Embajada de la República Dominicana en Madrid.

Trujillo estuvo durante 30 años al frente de las fuerzas armadas dominicanas y ocupó en varias ocasiones, desde 1930, la presidencia de la República. La era Trujillo trae desiguales recuerdos a los habitantes del país antillano. Para unos fue una triste etapa marcada por la represión y la falta de libertades, aprovechada personalmente por el dictador para incrementar su fortuna. Otros, sin embargo, recuerdan a Trujillo como el gran benefactor que construyó carreteras, edificó escuelas y elevó el nivel de vida de los dominicanos.La muerte sorprendió a Trujillo violentamente un día de mayo de 1961, a la edad de 69 años. Recorría la corta distancia que separa la capital, Santo Domingo, de su San Cristóbal natal cuando una ráfaga de disparos acribilló el coche en que viajaba. Inmediatamente estalló la revuelta popular. La gente salió a la calle para reclamar libertad y el traslado del féretro a un lugar seguro se iba a convertir en toda una aventura.

Salomón Sanz, presidente de la Asociación Dominicana de Radiodifusión y amigo personal de Rafael Trujillo hijo, narra así las peripecias de los restos mortales del dictador dominicano: "Corría el mes de noviembre de 1961 y el cadáver embalsamado de Trujillo navegaba en el lujoso yate Angelita con rumbo a Francia. Al llegar a las islas Azores, se ordenó al comandante del barco que regresara a la República Dominicana". La orden llevaba tras de sí un argumento de peso: la Prensa había revelado que el yate transportaba 95 millones de dólares en lingotes de oro.

"Se requisó la carga del barco", añade Salomón Sanz, "sin que aparecieran los lingotes. El féretro, sin embargo, fue respetado y pudo salir a duras penas de las islas en un DC-7 de la compañía Panamerican con destino al aeropuerto de Orly (París). En diciembre de 1961 fue enterrado en el cementerio de Pére Lachaise, a escasos metros de la tumba de Beethoven".

Pero lo que hoy queda en el cementerio francés no es más que la lápida. Los restos mortales fueron llevados a Madrid nueve años después por iniciativa de la última esposa del dictador, María Martínez Alba, natural de un pueblo de Cádiz (Trujillo se casó tres veces y tuvo ocho hijos). Poco antes había muerto en Madrid, a consecuencia de un accidente de tráfico, su hijo Rafael, más conocido por Ramfis. Su cadáver fue trasladado del cementerio de la Almudena al panteón que ahora comparte con los restos mortales de su padre.

Ninguna inscripción, ningún distintivo sirve para identificar el lugar donde están enterrados los Trujillo. Los empleados del cementerio se refieren a la tumba como "aquella negra", y se niegan a dar más información.

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Un número, el 46, y la propia peculiaridad del mausoleo de mármol negro son las únicas pistas para localizar la tumba, visible desde la entrada del pequeño cementerio. Panteones de familias distinguidas, como las de Oreja Aguirre o Banús, rodean el anónimo mausoleo. La entrada al panteón, de unos ocho metros cuadrados, está fianqueada por un pórtico con dos columnas. A través de la puerta acristalada se llega a distinguir el interior, con un pequeño oratorio de mármol con flores secas.

De cuando en cuando, el mausoleo es visitado por conocidos y allegados de Rafael Trujillo hijo, que vivió durante un tiempo en España. Sólo la viuda del general Trujillo, que ahora reside en Panamá, y personas próximas a la familia conocían el paradero de los restos mortales del ex dictador dominicano, a poco más de nueve kilómetros de la Puerta del Sol.

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