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Teherán detiene a ocho empleados iraníes de la embajada británica

Irán agita el fantasma del intervencionismo extranjero en los "recientes disturbios".- Una fuente diplomática confirma la liberación de cuatro de ellos

Las autoridades iraníes siguen negando lo evidente e insistiendo en que las protestas generadas por el resultado de los comicios presidenciales son fruto del intervencionismo extranjero. Este domingo han exhibido como prueba la detención de ocho empleados locales de la Embajada británica por su "importante papel en los recientes disturbios". Mientras, el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, ha hecho un llamamiento a la unidad y ha pedido a las dos partes en la disputa electoral que "no alienten las emociones de los jóvenes". Aunque ha respaldado el triunfo de Mahmud Ahmadineyad, parece querer cerrar la brecha abierta en la sociedad.

"Ocho empleados locales de la Embajada británica que tuvieron un importante papel en los recientes disturbios han sido detenidos", ha anunciado la agencia semioficial Fars sin dar más detalles. Poco después el secretario del Ministerio de Exteriores de Reino Unido, David Miliband, ha admitido la detención de unos nueve empleados el sábado 20 y la ha calificado de "acoso e intimidación inaceptable". "Aún estamos preocupados por algunos de ellos que hasta donde sabemos no han sido liberados", ha declarado durante una conferencia internacional en Corfú. Poco después, una fuente diplomática ha confirmado la liberación de cuatro de los arrestados.

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"La idea de que la Embajada británica está de alguna forma detrás de la manifestaciones y protestas que han tenido lugar en Teherán durante las últimas semanas carece por completo de fundamento", ha insistido Miliband, citado por la agencia Reuters. Sin embargo, esa ha sido la tesis oficial desde el principio. En su sermón del día 19, el líder supremo se refirió al Reino Unido como el "más traicionero" de los enemigos de Irán. El pasado martes la acusación se tradujo en la expulsión de dos diplomáticos británicos, a lo que Londres respondió con una medida similar. Ahora, la detención de los empleados sólo puede envenenar más las relaciones.

"El recelo iraní hacia el Reino Unido siempre ha sido notorio, pero este último episodio supera todo lo anterior", estima un diplomático occidental no europeo destinado en Teherán. En su opinión, más allá de la tradicional desconfianza, las acusaciones apuntan a causas más inmediatas y tangibles. "Durante el reciente endurecimiento de las sanciones, Londres bloqueó fondos de un banco iraní y hay indicaciones de que una suma importante de dinero pertenecía al hijo de una destacada figura del régimen", asegura.

Pero, con o sin enemigos externos, los incidentes de las dos últimas semanas han revelado tanto la existencia de una gran dosis de descontento popular con el actual gobierno como importantes diferencias dentro del régimen sobre cómo hacerle frente. De momento, el sector inmovilista, encabezado por Ahmadineyad y JameneI, ha ganado la partida al contar con la lealtad del grueso de las fuerzas de seguridad. Sin embargo, el propio líder supremo parece consciente de la necesidad de cerrar la crisis de forma que todos puedan salvar la cara para evitar que los rescoldos puedan reavivar el fuego.

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"Advierto a ambas partes de que no alienten las emociones de los jóvenes o enfrenten a unos [iraníes] contra otros. Nuestra gente está hecha de un solo tejido", ha declarado durante una reunión con altos funcionarios para debatir las elecciones de la que la televisión estatal informó ayer.

Hasta el momento, Jameneí ha rechazado la exigencia del principal candidato opositor, Mir Hosein Musaví, para que se repitan las elecciones. Sin embargo, en lo que algunos analistas interpretan como un gesto para aplacar a los contestatarios, el Consejo de Guardianes, el órgano encargado de la supervisión electoral, propuso el viernes que una comisión especial, con representantes de los candidatos, vigile el recuento del 10% de los votos. Musaví desestima esa oferta en la última entrada de su página web e insiste en que la anulación de los comicios "es la solución más adecuada para restaurar la confianza pública".

Su firmeza resulta quijotesca a la vista de que la represión de las protestas le ha dejado sin su principal elemento de influencia, su capacidad para movilizar a la calle. Admadineyad, por su parte, no está tomando ningún riesgo y ha lanzado a todo el aparato del Estado contra los opositores. Junto a la acción contundente de las fuerzas de seguridad, también está utilizando los medios de comunicación para desprestigiar a quienes cuestionan su triunfo. Primero fueron las confesiones de manifestantes arrepentidos. Ayer, el telediario de las 14.00 horas mostró una larga entrevista con uno de los supuestos basiyís cuyo ataque por la multitud fue recogido en vídeo, en la que este asegura que él no es un miliciano, que le sacaron del coche y le golpearon sin mediar provocación alguna.

En otra táctica más sutil para mantener a los jóvenes fuera de las calles, la televisión nacional ha sorprendido a los iraníes con la emisión durante los últimos días de algunas películas norteamericanas relativamente recientes como El señor de los anillos y varios títulos románticos. Incluso sin ellas, muchos iraníes han reducido sus salidas a lo imprescindible por temor a verse atrapados en un enfrentamiento. En Teherán, durante la primera semana después de las elecciones del día 12, el consumo de gasolina cayó un 5%, según la prensa local.

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