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Columna
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Temor a una guerra cerca de Afganistán

Lo último que necesita la comunidad internacional es otra guerra en la periferia de Afganistán. La vecina Kirguizistán está moviéndose peligrosamente hacia una guerra civil, que podría provocar un conflicto con Uzbekistán. Los violentos enfrentamientos del pasado fin de semana en la sureña ciudad de Osh entre la minoría uzbeka y la población kirguiza podrían intensificarse y tener un impacto más amplio. Hasta ahora, las reacciones y la asistencia desde el exterior han sido insuficientes. En principio, Rusia declinó la petición kirguís de enviar tropas a la región, pero ahora desplegará paracaidistas para proteger su base militar en Kant. Mientras, Uzbekistán ha cerrado sus fronteras después de haber recibido a decenas de miles de refugiados.

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¿Cuáles son los escenarios más probables? El peor escenario implicaría una mayor violencia en Osh acompañada de la implicación uzbeka. La ciudad es parte del valle de Ferganá, hogar de la mayoría de la población de Asia Central que es compartido por Kirguizistán, Tayikistán y, principalmente, Uzbekistán. Mientras que el valle tiene reputación de tolerancia étnica, aquellos que creen haber perdido por el cambio de poder en Kirguizistán están espoleando la violencia. Hasta ahora, Uzbekistán ha abierto sus fronteras solo para los refugiados. Sin embargo, la situación podría cambiar si la violencia aumenta y las fuerzas militares kirguises toman partido mientras la comunidad internacional no actúa.

El segundo peor escenario sería una guerra civil localizada que necesitaría ser sofocada por fuerzas exteriores, probablemente Rusia, y que podría resultar en una lucha por el poder entre la capital, Bishkek, y las ciudades de Osh y Jalalabad, en el valle de Ferganá. Una guerra civil total parece menos factible, pues resulta improbable que la violencia se extienda rápidamente a otras zonas montañosas de Kirguizistán. Crucial es que la violencia sea detenida antes del referéndum del día 27, cuando la población kirguís votará una Constitución. El referéndum pretende incrementar la legitimidad del nuevo liderazgo, hasta ahora incapaz de controlar el país.

Esperemos que emerja un tercer escenario. El Gobierno kirguís muestra contención, Uzbekistán se limita a asistir a los refugiados y la comunidad internacional actúa rápidamente. Aparentemente, Rusia es la única potencia dispuesta y capaz de enviar tropas. Podrá hacerlo esta semana después de consultas en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Es improbable que EE UU actúe, incluso aunque Kirguizistán sea el único país en el mundo que hospeda una base militar rusa y otra estadounidense. También es improbable que China y la UE se impliquen directamente. Lógicamente, la Organización para la Cooperación y Seguridad en Europa (OSCE), que dispone de un funcionario en Bishkek y tiene amplia experiencia en responder rápidamente a las crisis, asumiría el liderazgo. Un despliegue de corto plazo de tropas rusas y observadores de la OSCE sería bienvenida si la situación empeora. Mientras, la presidencia española de la UE y lady Ashton necesitan valorar rápidamente cómo puede ayudar la UE, en primer lugar apoyando la presencia de observadores.

Lo último que la comunidad internacional quiere es una guerra civil cerca de Afganistán. Está a prueba la arquitectura de seguridad de Eurasia elaborada por la OSCE, la UE, la OTAN y el mecanismo de respuesta rápida -Organización del Tratado de Seguridad Colectiva- dirigido por Rusia.

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Jos Boonstra es investigador de FRIDE y preside el Programa de Supervisión de la Unión Europea-Asia Central.

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