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AMÉRICA LATINA | Los vecinos del sur | Cambio en la Casa Blanca | La reacción mundial

Temor al proteccionismo de los demócratas

Latinoamérica confía en que mejore el tono de las relaciones

Soledad Gallego-Díaz

El ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Celso Amorim, resumió ayer la opinión de buena parte de los dirigentes latinoamericanos: la victoria de Obama puede ayudar a "propiciar una distensión" entre Estados Unidos y sus vecinos del sur.

América Latina no figurará, probablemente, entre las prioridades del nuevo presidente de Estados Unidos, urgido por la crisis económica internacional, las guerras de Irak y Afganistán y la recuperación de la economía estadounidense, pero casi todo el mundo espera "un mejoramiento general del tono" en sus relaciones con Washington, desde la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, que le envió una calurosa carta de felicitación, con citas a Luther King y elogios a la igualdad de oportunidades, hasta el presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien admitió que el discurso "es mucho más cercano".

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Incluso el presidente de Bolivia, Evo Morales, que expulsó recientemente al embajador de EE UU, mostró su deseo de mejorar sus relaciones. Morales se sumó también a la petición del presidente brasileño, Lula, en el sentido de que el nuevo Gobierno demócrata norteamericano acabe con el embargo a Cuba "por razones humanitarias". Lula, que confesó haber mantenido buenas relaciones con Bush, expresó su confianza en que la nueva Administración ayude a construir "un continente en desarrollo".

Brasil y México serán, sin duda, dos de los países que más se jugarán en sus relaciones con la nueva Administración demócrata. Brasil, porque comienza a ser una gran potencia comercial y agrícola y necesita que se reconozca su creciente protagonismo en América. México, porque Obama ha expresado su deseo de revisar el Tratado de Libre Comercio, que entró en vigor en 1994. Colombia también tiene pendiente la ratificación de su propio acuerdo en el Congreso estadounidense. El hecho de que los demócratas hayan tenido siempre una visión más proteccionista de su propio mercado y estén más cercanos a los sindicatos de su país es la fuente de la principal inquietud respecto a la nueva etapa. Como puso ayer de relieve el secretario general de la OEA, el chileno José Miguel Insulza, la situación económica de Estados Unidos "limitará" la capacidad de maniobra del nuevo equipo. "Obama tendrá que dedicarse mucho a tratar de sacar a su país de la crisis y eso le limitará a la hora de concentrarse en otros proyectos innovadores", explicó.

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Sea como sea, la primera consecuencia de la victoria de Obama va a ser, sin duda, una rebaja del antiamericanismo tradicional de algunos sectores de las sociedades latinoamericanas. Las características del nuevo presidente, el hecho de que sea negro y de que haya demostrado en su vida personal preocupaciones sociales le convierten en uno de los presidentes de Estados Unidos potencialmente más cercano para América Latina.

De hecho, la campaña de Obama y las elecciones de anoche fueron seguidas con mucho interés en casi todos los países latinoamericanos, con programas especiales en televisión y una cobertura más amplia de lo habitual en las últimas semanas. La obamamanía se ha extendido por todas las Américas, como las denomina el nuevo presidente.

Obama no ha viajado nunca a este continente (ha recibido ya varias invitaciones para que lo haga) y confiesa no ser un buen experto en el tema, por lo que importará, y mucho, el equipo del que se rodee. Algunos de sus asesores, entre los que se encuentra Dan Restrepo, nacido en Washington, pero hijo de española y colombiano, mantienen que Estados Unidos tiene "una necesidad real" de llenar el vacío creado en América Latina por las políticas de Bush. Si no lo hace, serán otros países latinoamericanos, Brasil, entre ellos, quienes asienten su influencia y capacidad de mediación. El Gobierno brasileño no oculta, desde luego, esa creciente voluntad de protagonismo, algo que además no le disputa casi nadie, y desde luego, no Argentina ni el Gobierno de Kirchner, cada día más ensimismado en sus propios problemas y batallas internas.

Un hombre lee periódicos en Río de Janeiro.
Un hombre lee periódicos en Río de Janeiro.AP

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