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El futuro de los Balcanes

Todo listo para la independencia de Kosovo

El Gobierno se gastará un millón de euros en la fiesta - El Parlamento debe elegir bandera entre 700 diseños

Ramón Lobo

Godot llega por fin a Kosovo. Ya nadie habla de la independencia como de un personaje de ficción o de una vaga probabilidad, sino de los preparativos concretos de la gran fiesta que se avecina y para la que el Gobierno ha presupuestado un millón de euros.

El primer ministro, Hasim Thaçi, dio la orden esta semana de iniciar los preparativos públicos y Pristina, una de las ciudades más feas de la antigua Yugoslavia, entidad federativa cuyo desmoronamiento parece concluir ahora, se llenó de carteles, pancartas y banderas. "Sé la fecha y el pueblo de Kosovo también la sabe", dijo Thaçi en la televisión. Todos hablan del domingo, pero nadie se atreve a apostar.

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La pastelería Felini, una de las mejores de Pristina, tiene la masa lista para una tarta de seis sabores y mil kilos de peso que se colocará en el bulevar peatonal Madre Teresa, el centro de la celebración. "Sólo falta el anuncio oficial para terminarla. Para nosotros va a ser el trabajo más importante de nuestra vida", afirma Lulieta, una de las 20 pasteleras que trabajan en un dulce que tendrá 25 metros cuadrados, la forma de Kosovo y alimentará a 30.000 personas.

En toda la ciudad se respira un optimismo contagioso. Sólo los cortes de electricidad, que han vuelto a ser frecuentes estos días, parecen recordar la realidad y las jornadas difíciles y peligrosas que se avecinan. Los aviones comerciales aterrizan rebosantes -un aumento del 16% de pasajeros- de militares, periodistas (unos 2.000) y albaneses de la diáspora tocados con camisetas conmemorativas.

El hotel AFA saluda al visitante con un anuncio atravesado por la palabra independencia en inglés, y una oferta de descuento del 20% para los ciudadanos de los países que reconozcan Kosovo, que serán unos cien, según Thaçi.

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Con la bandera, el símbolo básico de cualquier Estado, hay un problema: Kosovo carece de una enseña que mostrar al mundo. El Parlamento elegirá -se supone que antes del domingo- entre los tres modelos finalistas, tras una compleja selección entre más de 700 propuestas procedentes de todo el mundo, incluida Serbia. Tampoco hay himno. Ni música ni letra. Por ello la orquesta sinfónica ensaya el Himno a la alegría, de Beethoven, la prueba de su vinculación al sueño europeo.

"Van a venir albaneses de todo el mundo. Albania, Macedonia, Montenegro, Grecia, Serbia

Suiza, Alemania, Estados Unidos... Parecerá la celebración de la Gran Albania", bromea la escritora Nerimane Kamberri, verbalizando uno de los temores esgrimidos por los enemigos de la secesión de la todavía provincia serbia.

Flaka Surroi, directora de Koha Ditore, el principal diario de Kosovo, sostiene que no existe el sueño de crear una Gran Albania. "No es una buena idea unir dos países pobres. Mejor fusionarse con uno rico, como Suiza [viven allí cerca de 300.000 albaneses]. Entre Albania y Kosovo hay muchas diferencias. Nuestra historia de los últimos años es muy diferente, pero acabaremos encontrándonos en la UE".

Además de felicidad, se escucha una calma poco balcánica en Kosovo. Incluso en Mitrovica norte, uno de los puntos potenciales de fricción a partir del domingo. Pero esa impresión no engaña a las tropas de la OTAN desplegadas en Kosovo (Kfor) -más de 16.000 soldados de 34 países, incluido España con 620 mujeres y hombres-. Su presencia es visible en vísperas de la independencia.

Todos parecen haber aprendido de los errores de marzo de 2004 cuando la muerte de tres jóvenes albaneses -se ahogaron al cruzar el río Íbar que divide Mitrovica cuando huían de unos serbios- provocó el estallido de la violencia étnica en todo el territorio y que la Kfor no supo atajar. Su actual jefe, el general francés Xavier de Marnhac, ha advertido a los militares serbios y demás fuerzas de que no tolerará el más mínimo incidente.

La Kfor, la Misión de Naciones Unidas para Kosovo (UNMIK), cuya presencia toca a su fin después de ocho años, y el primer ministro Thaçi se prodigan estos días en consejos para el Día D. El más importante de todos, que no se celebre el nacimiento del país con disparos al aire, una recomendación muy pertinente en un país de dos millones de habitantes, y medio millón de armas, la mayoría no registradas.

Un hombre despliega una bandera estadounidense junto a otra albanesa para decorar su tienda en Pristina.
Un hombre despliega una bandera estadounidense junto a otra albanesa para decorar su tienda en Pristina.AP

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