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Entrevista:DIEGO LÓPEZ GARRIDO | Secretario de Estado para la Unión Europea | El futuro de Europa

"El Tratado de Lisboa se va a aplicar, aunque sea con unos meses de retraso"

Miguel González

París, Berlín, Nápoles, Barcelona, Zaragoza y Madrid han sido sus destinos sólo en la última semana. Desde que, el 14 de abril, cambió el cargo de portavoz del PSOE en el Congreso por el de secretario de Estado para la Unión Europea, Diego López Garrido (Madrid, 1947) casi no baja del avión. Y asegura sentirse como en casa en la política europea, aunque sea una casa con grietas tras el portazo que el jueves dieron los irlandeses a su último plan de reforma y remodelación: el Tratado de Lisboa.

Pregunta. ¿Es la Eurocopa la única institución europea con verdadero respaldo popular?

Respuesta. La construcción europea no es como la de una nación, con un componente más emotivo, pero las encuestas muestran que los europeos tienen una conciencia creciente de que la UE es esencial para los retos de un mundo globalizado.

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P. Cuando se les pregunta, en Irlanda ahora y en Francia y Holanda en 2005, contestan "no".

R. En España dijeron "sí" y también en otros sitios. Lo que pasa es que en todo referéndum, que se celebra en un solo país, se mezclan querellas domésticas.

P. ¿Cómo explica que Irlanda, tan beneficiada por los fondos europeos, dé la espalda a Europa?

R. Me consta que los irlandeses son europeístas, pero se mezclan muchas razones que ellos nos tendrán que explicar. Sólo podemos respetar su decisión.

P. ¿Y ahora qué? El tratado no puede entrar en vigor si no lo ratifican los 27 países.

R. Lo mismo que Irlanda tiene derecho a expresar su opinión, también lo tienen los otros 26. Y todos han dicho que van a seguir adelante con la ratificación. Cuando este proceso culmine, a finales de año, habrá que evaluar la situación, pero yo creo que el tratado superará la prueba. No tengo ninguna duda.

P. ¿Sin retoques para posibilitar que se incorpore Irlanda?

R. El tratado es fruto de un acuerdo entre 27 gobiernos, incluido el irlandés, y difícilmente vamos a lograr un consenso mayor. Si todas las ratificaciones se producen, a excepción de la de Irlanda, ese país tendrá que encontrar una fórmula jurídica y política para incorporarse.

P. Es más fácil que Irlanda cambie a cambiar el tratado...

R. Parlamentos que representan a 500 millones de personas lo están ratificando, mientras que unas decenas de miles de votos han inclinado en Irlanda la balanza en favor del no... ¡Hombre! Creo que está claro que el consenso europeo se establece sobre el Tratado de Lisboa. Por tanto, corresponde esencialmente a Irlanda, con ayuda de los demás, decir cómo puede incorporarse.

P. Al menos se retrasará la entrada en vigor del tratado, prevista para enero de 2009.

R. Puede que se retrase. Si es necesario para encajar de nuevo a Irlanda en el conjunto de La Unión sobre la base del Tratado de Lisboa... No pasa nada porque se dé de tiempo para que asimile lo sucedido. Pero no creo que el retraso vaya más allá de unos meses. Incluso se mantiene la ambición de que esté en vigor cuando se celebren las elecciones al Parlamento Europeo. Lo que ha pasado no es bueno, pero tampoco hay que dramatizar. Cuando se da un paso adelante puede pasar que uno entre 27 tarde en encontrar su sitio.

P. ¿Cómo afectará a la presidencia española de la UE, en el primer semestre de 2010?

R. No creo que afecte al programa que estamos ya elaborando. Pero, si hay un retraso, el efecto sería situar la presidencia española en una situación todavía más estratégica y de mayor responsabilidad en el arranque de la nueva etapa europea. Con un nuevo Parlamento y una nueva comisión y tal vez con un presidente del Consejo recién elegido o a punto de serlo.

P. Los líderes europeos se reúnen el jueves en Bruselas. ¿Eclipsará de nuevo la crisis institucional el debate sobre los temas que preocupan a los ciudadanos?

R. Es una tentación que se debe evitar. Por supuesto que el tema irlandés va a abordarse pero, a iniciativa española, se ha introducido en la agenda el problema de la crisis alimentaria o la subida del precio del petróleo, para que la UE adopte posición sobre cuestiones que afectan a la vida cotidiana de la gente.

P. España es una excepción en una Europa cada vez más de derechas. La directiva que aumenta a 60 horas la jornada laboral era inconcebible hace años.

R. Europa es un continente plural y democrático, donde los ciudadanos deciden por dónde van las cosas. España no está de acuerdo con esa directiva, pero ahora hay que dejar actuar al Parlamento Europeo. Espero que ponga un límite razonable a la jornada de trabajo y no siegue la hierba a instituciones tan importantes como los sindicatos. Por lo demás, es verdad que el Gobierno Zapatero es un referente para la izquierda europea y eso añade responsabilidad.

P. La derecha populista agita el miedo a los inmigrantes.

R. La inmigración es un tema muy sensible y es tarea de todos luchar contra el racismo y la xenofobia. Ése es el mayor peligro, que hay que evitar aplicando políticas responsables.

P. Francia y España negocian un pacto sobre inmigración que, inicialmente, incluía un contrato de integración como el que propuso el PP en la campaña.

P. Aún no hay un texto final, pero estamos de acuerdo con Francia en que no se debe incluir [en el pacto sobre inmigración] el contrato de integración como una fórmula que se imponga a los países europeos por parte de La Unión. Hay consenso en que es innecesario.

P. Francia también quería prohibir regularizaciones masivas, como la que hizo España.

R. Nosotros no nos sentimos aludidos. Primero, porque entonces [2005] no existía una política europea de inmigración. Y segundo, porque no fue una regularización masiva, en el sentido de indiscriminada, pues se exigía un contrato de trabajo y se analizaba caso por caso. Estamos de acuerdo en que no se hagan regularizaciones incondicionadas y arbitrarias. Creo que será posible encontrar una redacción que satisfaga a ambos.

P. El 13 de julio se celebra en París la cumbre de La Unión por el Mediterráneo, que pretendía suceder al Proceso de Barcelona.

R. Su nombre es Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo. Por tanto, no hay tal sucesión. Al contrario. Queremos que sea un elemento central de la política común europea y estamos trabajando para que de esta cumbre salgan proyectos concretos sobre infraestructuras, energía o cambio climático.

Diego López Garrido, ayer en su despacho.
Diego López Garrido, ayer en su despacho.SANTI BURGOS

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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