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Reportaje:

La UE gana peso en Moldavia

La mediación de Bruselas es clave para la paz del país, dividido por un conflicto secesionista

Pilar Bonet

La Unión Europea ha comenzado a desempeñar un importante papel en Moldavia, un país económicamente deprimido y en tensión interna entre dos territorios que miran en direcciones opuestas, uno hacia Rumania, y otro, la región secesionista del Transdniéster, hacia Rusia. Según cómo evolucionen los acontecimientos, la UE, que desde enero tiene frontera común con Moldavia, puede ser un factor de estabilidad o verse involucrada en las querellas internas de ese Estado pos-soviético. Para impulsar el diálogo entre Moldavia y el Transdniéster, hoy 25 de enero se reúnen en Madrid representantes de los mediadores (Rusia, Ucrania y la OSCE) y los observadores (UE y EE UU) en el conflicto.

Unos miran hacia Rumania y otros al Transdniéster, a Rusia
La región secesionista está poblada por una mayoría de eslavos

Europa significa hoy sobre todo una oportunidad de empleo para Moldavia, un país de cuatro millones de habitantes, de los cuales se calcula que un millón viven como emigrantes en el extranjero. La UE rodea ya este Estado de 33.700 kilómetros cuadrados y su presencia se manifiesta de dos maneras. En el oeste, la UE equivale a Rumania, su nuevo socio. En el resto del perímetro moldavo, la UE se encarna en la "misión de asistencia fronteriza" (EUBAM) a Moldavia y Ucrania, un contingente de 100 funcionarios europeos que, junto con otros 58 moldavos y ucranios, controlan 1.222 kilómetros de frontera, incluidos los lindes del Transdniéster.

EUBAM, una experiencia sin precedentes para la UE, se formó en noviembre de 2005, a petición conjunta de los presidentes de Ucrania y Moldavia, para atajar el contrabando principalmente a través del Transdniéster. EUBAM co-gestiona así una frontera fuera de la UE y, en la práctica, es un instrumento para afirmar la soberanía de Moldavia sobre los separatistas. En vez de tráfico masivo de armas que medios occidentales atribuían al Transdniéster, EUBAM ha detectado alimentos, tabaco, alcohol y alguna partida de narcóticos, por lo general para consumo particular.

"Llevo aquí 12 años y el contrabando de armas es un cuento", dice el ucranio Oleksandr Gizhin, jefe del servicio de aduana en el puesto fronterizo de Kuchurgán, por donde llegan a pasar hasta 20.000 personas al día. En el mismo puesto, el británico Stuart Poucher, un experto de EUBAM, señala que en Navidad se incrementó el contrabando de alcohol y menciona el contrabando de pollo. "El pollo no es contrabando estratégico ni objeto de peligro internacional", señala Valeri Litskái, ministro de Exteriores de los separatistas, en Tiráspol.

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El Transdniéster está poblado mayoritariamente por eslavos (rusos y ucranios), a diferencia del resto del territorio de Moldavia, habitado sobre todo por moldavos (culturalmente rumanos). Los secesionistas se resisten a reintegrarse en Moldavia, porque temen que ésta se una algún día a Rumania. La preocupación tiene fundamento. En el plazo de cuatro meses, más de medio millón de moldavos han pedido visado para el Estado vecino, al que viajaban libremente hasta su ingreso en la UE. Medios diplomáticos europeos calculan que entre 200.000 y 300.000 moldavos más han conseguido ciudadanía rumana gracias a sus vínculos de sangre en aquel país. Ante el Consulado rumano en Chisinau, capital de Moldavia, se han formado grandes colas. Bucarest ha sido autorizada a abrir otros dos consulados provisionales con el fin de atender la demanda.

Los dirigentes moldavos afirman que los partidarios de la unión con Rumania son hoy una exigua minoría, pero medios occidentales constatan tensiones entre sectores prorrumanos y la élite política moldava, preocupada por su supervivencia. El aluvión de moldavos sobre Rumania evoca incluso una nueva versión de la reunificación alemana, sólo que esta vez, con el problema secesionista incluido.

El Transdniéster, que fue conquistado por los rusos a los turcos en el siglo XVIII, nunca fue parte de Rumania a diferencia de la Besarabia, que forma el grueso del territorio de Moldavia. Litskái constata un reforzamiento de la orientación promoscovita del Transdniéster y de la presencia económica rusa en la región, donde Gazprom controla el importante gasoducto hacia los Balcanes. El monopolio eléctrico ruso ha comprado la central eléctrica local, la mayor de Moldavia. Tanto Chisinau como Tiráspol han obtenido un precio de 176 dólares por mil metros cúbicos de gas, pero la diferencia está en que el Transdniéster tiene pendiente una factura de 1.000 millones de dólares (770 millones de euros)con el consorcio ruso, sin que éste le dé un ultimátum.

Antes de reanudar las estancadas negociaciones con Chisinau, el Transdniéster quiere que se levante el bloqueo económico contra la región. Por bloqueo entiende las normas que les obligan a someter sus exportaciones al control de Chisinau, un trámite que la misión EUBAM se encarga precisamente de comprobar.

Chisinau sondea a los independentistas con vagas promesas de autodeterminación, si Moldavia decidiera unirse a Rumania. Para Litskái "son los moldavos quienes están desorientados", porque "el Transdniéster se orienta hacia Rusia, tiene su apoyo y puede aguantar lo que haga falta".

Una pareja de recién casados, en el centro de Tiráspol, frente al escudo de los independentistas.
Una pareja de recién casados, en el centro de Tiráspol, frente al escudo de los independentistas.PILAR BONET

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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